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El torero francés, a hombros en Las Ventas en la pasada Feria de San Isidro
El torero francés, a hombros en Las Ventas en la pasada Feria de San Isidro

Enorme repercusión social y mediática de la carta de Sebastián Castella en defensa de los toros

> "Salgamos del armario, llenemos las plazas y tomemos las calles", pide esta figura del toreo

jueves 13 de agosto de 2015, 08:45h
Objetivo cumplido. Al menos en la repercusión mediática y social de la valiente carta de Sebastián Castella en defensa de los toros. Todos los medios de prensa, no sólo los especializados, se han hecho eco de ella provocando un gran debate. El mismo que ha acontecido en las redes sociales en general y muy en particular en las dos cuentas del coletudo francés en twitter: @infocastella y @castella_gm
Tenía que ser un torero no español el que diera la cara. Y no uno cualquiera, sino el mejor coletudo francés de la historia, una figura también en España y, por tanto, en todo el mundo táurico. Como escribía Serrat en 'Vagabundear': "Harto ya de estar harto, ya me cansé". Lo que le pasa a Sebastián Castella, que ha enviado una carta al director de diversos medios defendiendo la Fiesta y proponiendo salir del armario y tomar las calles, "que son tan nuestras como de los prohibicionistas". Puerta grande virtual para un valiente, no sólo en los ruedos, también fuera de ellos, donde tantos colegas, igualmete figuras, se esconden.

La misiva no tiene desperdicio, pues, dado que también el espada galo es un hombre culto y con preocupaciones por la actualidad de su tiempo, realiza un amplio repaso a multitud de cuestiones culturales, históricas y legales en referencia a la Fiesta, a España y a Francia, donde se desarrolla no sólo sin casi protestas de los antitaurinos, sino con un fuerte orgullo de sus aficionados por la misma. Por tanto, la reproducimos íntegramente más abajo.

Mi nombre es Sebastián Castella y soy matador de toros. Sé que en los tiempos que corren no es la mejor carta de presentación, pero precisamente por eso me dirijo a usted, cansado de que los toreros nos hayamos convertido en moneda de cambio política y nuestra imagen sea vilipendiada día tras día en el panorama informativo. Soy francés, afincado en España desde hace casi veinte años. Siempre he admirado a los españoles como pueblo que, históricamente, ha defendido y luchado por su libertad. Y ahora, sinceramente, no lo reconozco.

Cada día presencio con estupor cómo se vulneran derechos fundamentales que, como ciudadano europeo, me corresponden: el derecho a la libertad y la seguridad que reconoce el artículo 6 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea; el derecho a la libertad de pensamiento recogido en el artículo 10 del mismo documento; el derecho a la libertad de expresión y libertad de las artes amparados por los artículos 11 y 13 de dicha carta; o la prohibición de cualquier tipo de discriminación reconocida por el artículo 21 de ese mismo documento.

Vulneración de las leyes constitucionales

Si de las leyes españolas hablamos, como ciudadano francés residente en España me irrita ver cómo se vulneran diariamente, cuando al toreo se refiere, los artículos 14 ("Los españoles son iguales ante la ley"), 18 ("Se garantiza el derecho al honor"), 20 ("Se reconocen y protegen los derechos [...] a la producción y creación artística") ó 35 ("Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo").

Porque, en efecto, aquellos que estamos en el mundo del toro, como profesionales o como aficionados, somos ciudadanos de segunda, a quienes se nos cercena nuestra libertad de expresión y creación artística en nombre de una presunta corriente animalista que no encierra más que una persecución política e ideológica. Se vulnera nuestro derecho al honor acusándonos día tras día de asesinos y se nos priva de nuestro derecho al trabajo cerrando plazas por capricho de quienes, enarbolando la supuesta bandera de la progresía, se creen en el derecho de arrebatarle la libertad a un pueblo que necesita gobernantes que gobiernen por y para todos, incluidos los que les gustan los toros, que somos unos cuantos millones en toda España.

Críticas al pensamiento único

El problema, Sr. Director, es que está mal visto decirlo. Pero o se acaba el tiempo de la vergüenza o se acabará el nuestro. Y primero cercenarán nuestra libertad, y después seguirán muchas otras. Por eso desde estas líneas quiero hacer un llamamiento no solo a los aficionados a los toros o a los que alguna vez han pisado una plaza, sino a todos aquellos que quieren un país libre, libre de verdad: vamos a juntarnos, a darnos la mano; vamos a alzar la voz y a decir con orgullo que queremos ejercer nuestra libertad para ir a los toros sin que nos acorralen en las puertas de las plazas; para decir que nos gustan los toros sin que nos llamen asesinos. Porque hoy son los cosos taurinos, pero mañana será cualquier otra manifestación artística que no les caiga en gracia. El pensamiento único es así.

El toreo no es de izquierdas ni de derechas. No es político. Es de poetas, pintores y genios. De Lorca y de Picasso, dos artistas poco sospechosos de fascistas ni asesinos. Es del pueblo. Salgamos del armario y llenemos las plazas. Tomemos las calles. Son tan nuestras como de los prohibicionistas. Y nosotros somos más. Y podemos gritar más fuerte. Diría que es la hora de indignarse, pero no quiero usar palabras manipuladas de antemano. No hay mayor verdad que la de un hombre ante un toro bravo. En nuestra mano está que no nos la quiten.

Atentamente, Sebastián Castella.
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