¿Y cómo es ella? La república catalana

Lo primero que me resulta inarmónico es la denominación –lo mismo que Comunidad valenciana-: catalana viene de Cataluña como valenciana de Valencia, pero a la hora de nombrar esa realidad se opta por un adjetivo derivado y no por el nombre como sería lógico. ¿Ni siquiera el identificador lleva el nombre que pretende identificar? El nombre es Cataluña y la forma regimental propuesta una república; pero mañana podría ser una monarquía y seguiría llamándose Cataluña.

Lo segundo es la denominación República por delante. Si Reino de España ya me parece patético, lo de República catalana es del mismo jaez. No me imagino República estadounidense en vez de Estados Unidos o Monarquía británica en vez de Gran Bretaña o República francesa en vez de Francia o dictadura hereditaria norcoreana en vez de Corea del Norte.

Pero avancemos: nadie ha aclarado algo muy importante para mí, si la catalana va a ser una república presidencialista o parlamentaria. Una república como las alemana, griega, portuguesa o italiana es una evolución torpe de la injusta monarquía en la que la figura del rey la asume un presidente y ambos hacen lo mismo: nada útil.

En cambio una república presidencialista es, efectivamente, un sistema ejecutivo de acción rápida en el que las jefaturas de estado y gobierno recaen en la misma persona. En este sistema la elección del presidente es directa por los ciudadanos que deciden quién es el/la mejor y eligen también, en ocasión distinta, la composición del legislativo que, ahora sí, tendrá las manos más libres para ejercer su función de control al gobierno.

En los sistemas parlamentarios votamos partidos, no personas dentro de partidos. A mí me parece un atraso y un mal resabio antiguo, ya que “partidos” viene de partidarios, seguidores clientelares de este o aquel valido del rey y nada me parece menos democrático.

Al votar partidos y ceñirlo todo a lo que sale del legislativo, sin más opciones pues no votamos discriminadamente al jefe del gobierno y del estado, perdemos libertad, democracia, capacidad de decidir y control sobre cada poder del estado. Nuestros votos se convierten en parte clientelar de una red ilimitada que nace en las catacumbas de Moncloa, se ramifica por las cloacas de Ferraz y Génova, se alimenta con la sentina de la banca y el Ibex 35 y nos manipula y engaña hasta… tener lo que tenemos: un sistema que viniendo de la Democracia Orgánica de Franco ha devenido en esta Democracia Formal que padecemos.

La recién nombrada República catalana, posiblemente tan breve como la Constitución no nata de 1856, no aclara ninguno de estos puntos: no es lo mismo que Artur Mas sea president del Govern que President de la República parlamentaria (tipo Manuel Azaña) que President executiu en una República presidencialista (tipo Barack Obama).

Toda esta puntada viene al hilo del nombramiento en 2003 de Artur Mas como Conseller en cap por parte de Jordi Pujol que mantuvo para sí el cargo de President [del govern] actuando como si fuera President de Catalunya, pero no un President neutral como en Alemania sino Executiu como en Estados Unidos. Mas actuó como Primer Ministro y luego, en 2005, el nombre desapareció por ser privativo del ayuntamiento de Barcelona y se recuperó el de Conseller Primer (también llamado en distintas épocas Conseller Delegat y Cap del Consell Executiu). Es, pues, por esto que Carme Forcadell y Antonio Baños deberían detallarnos en qué tipo de república están pensando porque cada vez son más los catalanes que dicen que (ya) son una República catalana sin saber a qué atenerse.

ESQUIRLA: Está claro que el Procés ha ganado una batalla más, otro peldaño hacia la independencia y, aunque ni la república de Cataluña ni la secesión in pectore se materializarán en esta ocasión, lo cierto es que ya hasta en Génova 13 saben que la única solución, como bien vio con muchísima antelación Pablo Iglesias, es un referéndum más pronto que tarde… pero no lo van a decir porque perderían mucha parroquia el 20D y ya saben que después, si ganaran, podrían hacer lo que les viniera en gana y a nadie importaría como ya han aprendido en esta legislatura larga como una mala noche y dolorosa como puñalada trapera.