Un patético Sánchez se conforma con haber cumplido "con su deber" con el Rey

Gracias a Pedro Sánchez, al menos ha empezado a correr el plazo de dos meses para fraguar un nuevo acuerdo, o un nuevo candidato, antes de que el Rey firme el decreto de disolución de las Cortes y nos veamos abocados a nuevas elecciones. El otro presunto aspirante, el popular Mariano Rajoy, olió sangre y se tiró al cuello del “adán” socialista. Se la devolvió acusándole de utilizar las instituciones para su supervivencia política, “y eso también es corrupción”. Pablo Iglesias también aprovechó y directamente se lo tomó a coña con una intervención absurda, en plan club de la comedia, toda una burla que, dijo, sólo pretendía “relajar” el drama que se iba a producir poco después. “Pedro, sólo quedamos tu y yo”. Toda una declaración de amor.

Ni siquiera Albert Rivera ha sido el mismo, con un discurso un tanto ‘cutre’, con gracietas fáciles, distraído con lo que ocurría entre su audiencia, a la que finalmente Patxi López acabó por echar una nueva bronca. Lo único que se entendió del líder de Ciudadanos fue su apelación final al PP y a Podemos para que “al menos se abstengan”. Tampoco ha sido su tarde.

Sánchez y Rivera sólo han conseguido en las 48 horas transcurridas desde la primera votación sumar a la diputada de Nueva Canarias, Ana Oramas, socio del PSOE en el archipiélago, cuyo ‘si’ resaltó aún más la ‘soledad’ del acuerdo entre Ciudadanos y PSOE. Los 131 votos a favor están aún a un abismo de los 219 ‘noes’.

El 'no' de los nacionalistas

Gabriel Rufián, de ERC, la quinta fuerza parlamentaria [9 escaños] para más señas, se presentó como “hijo y nieto de andaluces, un charnego independentista. La prueba de su derrota y de nuestra victoria”. Fue el arranque de otra intervención surrealista que en algún momento consiguió los aplausos de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón y acabó a trompicones con el presidente de la Cámara quitándole la palabra por las bravas, es decir, cortando el micrófono.

Las dos siguientes fuerzas más numerosas de la Cámara también son nacionalistas, independentistas como Democràcia i Llibertad (8 escaños) y posibilistas como el PNV (6). En todo caso, tanto Frances Homs como Aitor Esteban fueron más amables para reiterarle su ‘no’ a Pedro Sánchez y recordarle que sus diputados pueden ser decisivos aunque no sean, precisamente, muy de izquierdas.

Baldoví (Compromis), Garzón (IU-UP), Alli (UPN), Martínez (Foro)… pasaron como una exhalación con sus tres minutos escasos por cabeza. Al menos Pedro Quevedo, de Nueva Canarias, le dio la alegría de renovarle su voto afirmativo y Ana Oramas al cambiar la abstención de la primera votación por el 'sí'.

Las prisas de Patxi

Patxi López, además, les metía prisa para cumplir el horario previsto para la votación. Prisas incluso para comunicarle al Rey el resultado de la votación telefónicamente y no correr riesgos con los dichosos plazos, demasiado ajustados para que la hipotética convocatoria de nuevas elecciones caiga en domingo, el 26 de junio.

Con lo que no contaba Patxi López es con el follón final a cuenta de Rafael Hernando, portavoz parlamentario del PP, metiendo palos en las ruedas del presidente del Congreso para alargar la cosa. Una estrategia legítima en el fragor de la batalla parlamentaria; “filibusterismo” lo llamó López, un comentario que sólo puso de relieve la bisoñez de la mayor parte del Hemiciclo, incluso la de todo un ex Lehendakari. Los gritos de Tardá (ERC) retrataron la diputado catalán, pero terminaron de estropear una sesión condenada al desastre en todos los sentidos.

De no ser por Pedro Sánchez, eso sí hay que reconocérselo, muchos se veían votando en bañador. De momento, el secretario general del PSOE es el primer candidato a la investidura como presidente del Gobierno de España que fracasa en su intento. Alguna vez tenía que ocurrir. Que se lo digan a Susana Díaz.

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