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El lunes al televisor

domingo 12 de junio de 2016, 10:57h

Menudo lunes al televisor nos ha deparado el destino: partido de España en la Eurocopa y, por la noche, el que parece que, inexplicablemente, va a ser primer y único debate electoral antes de que los españoles acudamos a votar el próximo día 26. No sé, no sé, pero sospecho que el ‘caso De Gea’ levanta más pasiones que la Gürtel, y que el discurso de Iniesta con las botas de futbol interesa a los españoles bastante más que los de los cuatro tenores que ‘cantarán’ en el ‘debatazo’. Claro está que colocar en paralelo un acontecimiento y otro es injusto, inconveniente y quizá gratuito; pero refleja, de alguna manera, lo que está pasando: una España que se la juega en todos los terrenos. Yo diría que tenemos más probabilidades de ganar la Eurocopa que de que salga algo positivo de las urnas del 26-j. Al fin y al cabo, Del Bosque renueva algo su banquillo y sus tácticas. En el otro lado, nada nuevo vemos y oímos cuando la campaña electoral llegará esta semana a su ecuador. ¿O sí vamos a oír algo nuevo, algo que cambie las tendencias de voto, en el plató de la Academia de la Televisión?

Jugando a conservar lo que tienen, los cuatro pierden. Está claro que se necesita no un juego defensivo, sino que sorprenda a los contrarios. Que les haga perder pie con alguna propuesta creíble, revolucionaria. Aquí no hay alianzas, y Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y, algo menos, pero también, Albert Rivera, tienen cortados los puentes de posibles acuerdos poselectorales, lo que ya es, de por sí, preocupante. Los que aún piensan en cesiones abstencionistas del PSOE a favor de Rajoy se equivocan, creo, tanto como quienes suman los posibles escaños del PSOE a los que obtenga Unidos Podemos para formar juntos un Gobierno ‘de progreso y de cambio’. Podemos ha vuelto a cruzar las líneas rojas que los socialistas no pueden traspasar y, además, ya ha quedado demasiado claro el imposible entendimiento entre ambas formaciones: el ‘donde dije digo digo Diego’ sería un fraude político de inimaginables proporciones.

Descarte usted, me parece, esa alianza entre extraños compañeros de cama, tan temida por algunas voces conservadoras. En el debate, Sánchez zurrará todo lo que pueda a Iglesias, de la misma manera que Rajoy sacudirá a Rivera. Y, claro, Rivera a Rajoy e Iglesias a Sánchez. Son todos contra todos, aunque, lógicamente, PSOE y Ciudadanos habrán de recordar sus pasados acuerdos, moderándose a la hora de repartir los garrotazos entre ambos.

A Iglesias le van a reprochar su opción favorable al referéndum catalán, sus contradicciones con Alberto Garzón, algunas fechorías en ciudades ‘podemitas’, su egolatría. A Sánchez le van a atacar, sobre todo, por el flanco de sus disidencias internas, por su falta de liderazgo, por su ‘no es no’ a un acuerdo con el PP que desbloquee la situación. A Rajoy le van a hablar, por supuesto, de su inmovilismo y es posible que el líder de Ciudadanos le pida directamente que se vaya. A lo que el presidente del Gobierno en funciones dirá que ‘no’. Y punto. ¿Le suena todo eso? Claro, es más de lo mismo que ya vivimos el pasado mes de diciembre. Los mismos protagonistas con el mismo lenguaje. Idénticos vetos y, según las encuestas, más o menos los mismos votos.

Si esos son los planteamientos con los que los cuatro protagonistas de la situación piensan concurrir al debate, aderezado con algunos ‘y tú más’, y puede que con alguna pirueta de imagen e imaginativa del creador de Podemos, que ni se molesten en considerar que el ‘show’ televisivo vaya a movilizar el voto de entre el cinco y el diez por ciento de esos indecisos que serán decisivos, dicen los expertos, a la hora de la victoria o la derrota. No movilizarán absolutamente nada, y los españoles, hastiados, seguiremos con la sensación de que todo esto nos conduce a un callejón sin salida. O con la salida ‘in extremis’, que empieza a ser cautamente citada, por si acaso, de que el Rey acabe proponiendo a un independiente como presidente transitorio para una Legislatura corta que cambie las leyes que hay que cambiar para evitar esta parálisis que se va haciendo endémica. Menudo pedazo de fracaso para toda una clase política, sin excepciones.

Dicen que en el alma de todo español hay un seleccionador de ‘la roja’ conviviendo con un asesor político. Este lunes, que no será al sol, sino al televisor, podremos pasar buenos ratos explicando por qué ganó quien ganó y perdió quien perdió. Como si todo esto no fuera mucho más que un espectáculo en el que ya nos vamos jugando demasiadas cosas.

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