A la mujer que me inspira…

La vida no te lo ha puesto nada fácil.
Ni a tí, ni a ninguna de nosotras.

La Sociedad lejos de integrarnos y protegernos como debiera, no ha hecho otra cosa que tratar de domesticarnos para que obráramos en la dirección esperada. Esa que ellos consideraban correcta. Un lucha tan feroz que incluso nos hace olvidar de manera enfermiza, el amor de los que nos quieren y de nuestra familia.

Pasa el tiempo. Ya no queda nada de la niña, de la dulce señorita hoy convertida en una gran lección de amor voraz a medida que avanzan los días.
¡Quién te iba a decir que te convertirías en todo un ejemplo, querida!
Tremenda vida. Te sorprende cuando menos te lo imaginas.

Sé que te preguntas de qué ha servido todo el esfuerzo para poder alimentar a los tuyos. Brillar, conciliar, sobresalir… Dudas si mereció la pena la lucha por gestionar tu empresa ante los ojos de una sociedad tan machista y masculinizada.Esa en la que todavía ganamos menos, pagamos más y tenemos mucha menos visibilidad. Pero… “sí”. Rotundamente sí. A mí me ha enseñado como tengo que sentir. Lo importante de intuir. E inspirará a otras muchas mujeres que tengan cosas que transmitir.

Y poco más puedo decir de la mujer tan fascinante que me dió la oportunidad de existir. Que siempre estaremos unidas. Desde el principio hasta el fín. Llevo toda esa impronta femenina de todas las mujeres de mi familia dentro de mí… Así que nada bueno puede ocurrir. ¡O sí!
Ni el primer cáncer, ni el segundo… y así hasta hasta el quinto… me alejará de tí.
Y que sea lo que tenga que venir… ¡en éste maldito devenir!

Sólo me queda darte las gracias por haber sido así. Sin dobleces. Sin edulcorantes. Una salvaje en toda regla. Un ser “Totally Free”.
Me obligaste a hacerme fuerte y darme cuenta que todavía queda mucho por crear y construir. Me despido con sus propias palabras;ella os diría:
“Lo mejor que le ha pasado en la vida es vivir”.

Gracias querida madre.
Ahora me toca domesticarles a mí.