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Sergio Morate, condenado por los crímenes de Cuenca: analizamos al asesino

Sergio Morate: sentencia, culpable

lunes 30 de octubre de 2017, 12:55h

El juicio de Sergio Morate ya ha finalizado y el veredicto ha sido culpable de los asesinatos de las dos jóvenes de Cuenca.

Es necesario hacer un análisis de lo acontecido durante el juicio. Las expresiones de Morate, su lenguaje no verbal, pues concebimos que la no expresión de emociones ni tan siquiera cuando comunican el veredicto es cuanto menos, asombroso.

En las escenas en la que aparece Sergio Morate entrando en el Juzgado, se observa cómo él mismo agacha la cabeza. Esta actitud es contraria a la que anteriormente habíamos visto, con la cabeza erguida, sin esconderse de los medios.

Dicha actitud de ocultar su imagen, se debe al deseo de aislarse del ambiente hostil que existe en la entrada del Juzgado, los gritos, los insultos, le provocan rechazo.

Por otro lado, el acusado durante la celebración del juicio, escuchó a un testigo narrar el acoso al que estaba sometida una de las víctimas, expareja de Sergio Morate. Durante el discurso de dicho testigo, éste corta la mirada, llevando sus ojos hacia abajo. No ha mostrado ningún tipo de emoción como puede ser sorpresa por lo que se narraba o miedo por la dureza de las afirmaciones que vertía el testigo. Tan solo encontramos un gesto corporal de distancia, pues cuando estamos expuestos a algo que nos disgusta lo expresamos mediante el cuerpo, con un lenguaje no verbal, alejándonos. Éste es el gesto que ha desarrollado Sergio Morate ante las declaraciones de uno de los testigos citados.

La pasividad con la que se muestra el acusado, es asombrosa, sin ápice gestos sobrevenidos por la empatía.

Asimismo, las declaraciones que realizó ante la policía cuando fue detenido, han puesto de manifiesto la preparación que tenía el imputado. El hecho de comentar a la policía los fallos que había cometido al no concebir que su amiga, Laura, le acompañaría, ponen de manifiesto la preparación racional que tenía Morate, la meticulosa forma que tenía planeada para asesinar a la que fue su pareja emocional. Lejos de toda empatía, Morate deseaba, según los peritos médicos, estrangularla viendo como la joven perdía su vida, lentamente. Este hecho hace aún más frío el planteamiento de asesinato. No fue un hecho impulsivo, no organizado, fruto de cualquier disputa o bajo los efectos de cualquier droga, sino todo lo contrario. Las declaraciones que efectuó ante la policía llevan consigo un discurso lleno de culpa, pero dicha culpa no es por el asesinato, sino por no haberlo ejecutado de la mejor manera.

Todo esto describe la personalidad de Morate, sin ningún ápice de apego o empatía a la que fue su pareja.

Podríamos plantearnos esta pregunta ¿qué fue lo que llevo a Sergio Morate a asesinarlo? ¿El abandono de la joven? Una vez más, la violencia de género se manifiesta entre la juventud.

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