www.diariocritico.com

Barcelona no volverá a ser Barcelona

lunes 13 de noviembre de 2017, 09:44h

Al menos para mí, Barcelona no volverá a ser aquella ciudad maravillosa a la que tanto amé.

Fui a vivir a ella, con empecinado y deliberado interés, en octubre de 1967, anteponiéndola a Madrid, París y Londres, las tres capitales que entonces conocía. Su efervescente actividad cultural e ideológica la convertía en un oasis de relativa libertad intelectual dentro del ominoso régimen franquista de la época. Me lo explicó a su manera un amigo de Bilbao, con quien me topé una noche en Las Ramblas barcelonesas; él, perteneciente entonces a un grupo de extrema izquierda denominado PCI, andaba huido de la policía: “Aquí se puede ser de izquierdas y llevar una vida normal”, casi me gritó, totalmente emocionado.

Aquélla, digo, era una ciudad mágica e ilusionante, donde todo resultaba posible. En ella conocí personalmente a pintores como Dalí o Modest Cuixart, y a escritores como José Agustín Goytisolo, Marsé, Vázquez Montalbán o Montserrat Roig. En ella nacieron todos mis hijos y pasé los años más felices de mi vida.

Pero, quiérase o no, cada vez que vuelvo a la ciudad de mis sueños, me siento en ella más extraño, más desplazado, como si se me marginase, en un ambiente que percibo involucionista, retraído, más pueblerino, me atrevería a decir, aunque suene a cerrazón o a blasfemia.

La verdad es que los incipientes síntomas de ello creí detectarlos a finales de 1984. Entones, en un almuerzo mano a mano con Jordi Pujol en el Palau de la Generalitat, llamé su atención sobre la marcha de Cataluña del cineasta Vicente Aranda y de algún que otro intelectual, molestos por lo que consideraban el crecimiento de un nacionalismo aldeano. “¡Pues que se vayan! ¡Mejor para ellos y para los demás!”, fue la displicente respuesta del Presidente autonómico de aquella era.

Viví, pues, 20 años en Barcelona y en febrero de 1988 hube de dejar la dirección de El Periódico de Catalunya e irme a Madrid. Pero sigo amando muchísimo a esa ciudad de los prodigios, como la tituló Eduardo Mendoza, la de mis años jóvenes, la abierta e incluyente, la liberal y permisiva, la que conseguimos anchar todos los que luchamos contra Franco (más escasos que los que luego presumieron de ello), y no esta otra de hoy día, en la que si no comulgas con ciertos postulados y practicas ciertos rituales, los librepensadores como yo, en terminología de antaño, nos sentimos literalmente excluidos.

Enrique Arias Vega

Diplomado en la Universidad de Stanford, lleva escribiendo casi cuarenta años. Sus artículos han aparecido en la mayor parte de los diarios españoles, en la revista italiana Terzo Mondo y en el periódico Noticias del Mundo de Nueva York. Entre otros cargos, ha sido director de El Periódico de Barcelona, El Adelanto de Salamanca, y la edición de ABC en la Comunidad Valenciana, así como director general de publicaciones del Grupo Zeta y asesor de varias empresas de comunicación. En los últimos años, ha alternado sus colaboraciones en prensa, radio y televisión con la literatura, habiendo obtenido varios premios en ambas labores, entre ellos el nacional de periodismo gastronómico Álvaro Cunqueiro (2004), el de Novela Corta Ategua (2005) y el de periodismo social de la Comunidad Valenciana, Convivir (2006).

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios