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Sexos y poder

lunes 13 de noviembre de 2017, 12:34h

Tradicionalmente, el hombre poderoso ha estado muy acostumbrado a conseguir todo tipo de caprichos, por ser como diría Rosendo Mercado: “Ese señor importante, que tiene que decidir”. Y es que el sexo, en este tipo de hombres influyentes, no deja de tener un componente meramente físico y a veces depredador. Supongo que a la altura del resto de sus conquistas.

A veces pienso que socialmente seguimos muy anclados en nuestros instintos de supervivencia; ellos de esparcir su genética al máximo número de hembras posibles, y nosotras en busca de la mejor pareja que nos confiera estabilidad material y cuidado de nuestras crías…. No en vano, la valía de algunas congéneres se estima en base al poder y reconocimiento que ostente su pareja. Si estás casada con alguien importante, se te atribuyen algunas de sus características de valor personal. ¡Ay madre, se me erizan las carnes sólo de pensarlo!

Los patrones de Víctima/Verdugo y Abusador/Abusado existen desde que el poder se percibe como herramienta de control social. Vamos, que cuando a uno se le sitúa en una posición de superioridad es muy posible que se le vaya la pinza y comience a ejercer su poder de un modo tirano. Y seguro, si proviene de ambientes machistas que va a considerar a la mujer como un mero objeto de posesión a conquistar. No un igual, sino un objeto de valor “X” atendiendo a características de belleza, popularidad, posición… A veces como un nuevo par de zapatillas y otras como adquirir un lienzo de Picasso. Es más, “ese señor importante” no dejará de alimentar su poder con nuevas conquistas que sigan insuflando su ego cual coleccionista de objetos inaccesibles a otros. Ellos siempre quieren más.

El poder en sí mismo es tremendamente complicado de manejar. Mitificarlo puede llevarnos a cometer terribles errores. Y tratar de entenderlo es un viaje a nuestros instintos más “bajunos”. Como ven, apasionante. En una época en la que nos sentimos tan movidos por el reconocimiento, los likes, la fama y la popularidad de cualquier manera… También se genera una conducta “outsider” desde el otro lado. Gente que se siente muy atraída por el poder, al que no pueden acceder por sí mismos y que pueden llegar a consentir ciertas prácticas con tal de saborearlo. Cada uno juegas sus cartas según tirada. Y dignidad, claro. Y la dignidad dependerá del “hambre” que se tenga. Sólo hay que encender la tv para encontrar individuos dispuestos a todo por un segundo de gloria. De gloria y desprestigio.

¿Y nosotras? ¿Dónde andamos nosotras?

Que la Revolución feminista ha empezado a calar hondo en nuestros entornos es un hecho. También los datos de vergüenza ajena en torno a la desigualdad salarial, o la poca representación de mujeres en ciertas élites excesivamente masculinizadas. Pero la visibilización del acoso al que muchas mujeres se ven sometidas en sus entornos profesionales ha supuesto un antes y un después en el modo de denunciar el abuso de poder masculino al que muchas nos hemos visto sometidas. Y no me refiero a que me piropeen o me entren de un modo educado… cosa normal entre sexos. He tenido la suerte de trabajar y construir relaciones con señores estupendos. Me refiero a todas las veces que me han puesto de “puta” para arriba y me han amenazado de malas maneras por negarme a hacer según qué cosas. Algunas no pudieron, no supieron establecer límites o prefirieron consentir y guardar bajo llave hasta tiempos mejores.

La educación y modelos sociales se han quedado muy cortos en una educación feminista que nos acercase a la “igualdad real” de posiciones, dejándonos como decía Simone de Beauvoir, todavía, como “El Segundo Sexo”.

Los mitos sociales en torno al amor romántico y al poder no es que hayan ayudado mucho a la población femenina, que todavía sueña con “que un príncipe” o “empresario” le rescate del abismo y colme sus inseguridades con estabilidad económica y social. ¿Se han preguntado Uds. por qué “Pretty Woman” es una de las películas más adoradas por varias generaciones de mujeres?

Si el fútbol es el opio masculino, ¡el de las mujeres es el amor romántico, sin duda!

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