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Lenguaje verbal sexista/no sexista

viernes 09 de febrero de 2018, 13:59h

Ha vuelto a saltar a primer plano mediático la noticia de que una política española (Irene Montero) ha utilizado el término "portavoza", al igual que ocurriera hace 10 años, una ministra (Bibiana Aído) utilizara la denominación "miembra".

El revuelo ha sido muy visible: opinantes, tertulianos, filólogos, periodistas, lingüistas, gentes de izquierdas, centro y derecha, políticas y políticos... enzarzados en un debate cuya importancia -a mi juicio- es banal. Me refiero al uso (según ciertas personas) incorrecto o correcto, según el buen o peor “uso” del idioma.

Me gustaría conocer la opinión que tendría sobre esta cuestión que tendría María Moliner, docta filóloga y lexicógrafa, castigada machistamente, lo que le impidió ocupar un sillón en la R. A. de la lengua castellana, por ser mujer y transgredir normas lingüísticas caducas. Su diccionario sobre el uso del español, fue un claro ejemplo de cómo poner en valor costumbres ciudadanas y populares del uso del lenguaje, en momentos en que el inmovilismo de la citada Academia era vergonzante. Pero es imposible, obviamente.

Hoy la Academia ha evolucionado algo, no todavía lo que el idioma exige... pero en materia de lenguaje sexista o no, no terminan de “entrar al trapo”.

Una parte de la sociedad española ha vuelto a mostrar su lado más sexista (machista) para criticar a la dirigente de Podemos. Como hiciera en su día con la Ministra del PSOE y casi siempre los “tiros” vienen del mismo ámbito sociológico y político.

A mí, si he de ser sincero, ni me gusta el término miembra, ni portavoza. También desconozco si ambas políticas lo hicieron deliberadamente o no. Posiblemente nunca lo sabremos a ciencia cierta.

Pero lo que tengo muy claro es que en aras a la libertad de expresión, en cuanto al uso del lenguaje, nada tengo que reprocharle. Y, por supuesto, no estoy de acuerdo con las duras descalificaciones de corte machista, más que ilustradas, que ha recibido, como en su día le ocurriera a Bibiana.

Está meridianamente claro que el uso de lengua castellana NO es neutral (como de otras lenguas), ya que si se hace un riguroso análisis de la misma, observamos que existe un claro predominio de todo lo masculino, frente a lo femenino. Aunque cada vez menos, afortunadamente. Algo, muy poco, hemos avanzado.

El lenguaje, a través de las palabras y de las expresiones orales, contribuyen, más de lo que pueda parecer, a la discriminación sexual femenina.

Esta situación en la que (todavía) se encuentra la lengua, se impulsa a través de la cultura y de una tradición claramente machista, es decir, los diferentes valores, roles, maneras de ver y entender lo masculino y lo femenino.

El problema fundamental del sexismo lingüístico es la ocultación de la mujer. En este sentido cabe citar como ejemplos la utilización de "el hombre" como genérico masculino para referirse tanto a hombres como a mujeres, en vez de utilizar colectivos como "la humanidad" o "la persona". También, en vez de utilizar "el alumno" en vez de referirse al "alumnado", o “ciudadanos”, en vez de “ciudadanía”, por ejemplo... Hay muchos más ejemplos, que con buena voluntad se podrían paliar.

Cuando hace casi 30 años en CEAPA (Confederación española de asociaciones de madres y padres) en colaboración con el recién creado Instituto de la mujer (1983), a través, inicialmente de su primera directora, mi amiga Carlota Bustelo y después de Carmen Mtez. Ten, comenzamos a indagar de cómo elaborar una Guía didáctica para padres, madres y profesorado, de cara a tratar de fomentar una Educación NO sexista a través del lenguaje, nos dimos cuenta de las enormes dificultades que nos íbamos a encontrar. Como así fue. La primera Guía de CEAPA se imprimió en los primeros años noventa... y la arropamos con multitud de cursos de formación presenciales para padres y madres y profesorado. Entonces no estaba muy extendida Internet, ni las nuevas tecnologías.

La discriminación de género es una realidad que se refleja, muy a menudo, en ámbitos muy cotidianos, casi sin darnos cuenta. El idioma castellano, por ejemplo, contiene formas y expresiones que mantienen al margen al género femenino y que se llevan utilizando desde “siempre”. Un simple cambio de mentalidad y con un muy pequeño esfuerzo podemos evitar esta discriminación.

Yo he tratado de ponerlo en práctica en mis artículos, libros, documentos... en mis conferencias, etc. desde hace años. Aunque reconozco que no siempre lo he conseguido. Pero puedo asegurar que es más fácil de lo que pueda parecer, incluso sin vulnerar “ortodoxas reglas del uso de la lengua”, ya sea escrita o hablada. Y si hay que vulnerarlas, en alguna ocasión, no pasa nada, porque una lengua rica masivamente extendida, viva y universal, como es el castellano debe de evolucionar y adaptarse, en este caso, a un buen uso del lenguaje NO sexista y se los usos y costumbres.

En el caso que nos ocupa, yo hubiera utilizado le expresión: “las personas que ejercen la portavocía”, creo que es menos redundante que portavoz y portavoza y hasta más elegante. Pero no pasa nada.

A propósito, independientemente de que haya o no un proceso constituyente o una reforma o no de la Constitución. ¿Para cuándo una reforma del uso del lenguaje en la Constitución? Haciendo uso del 167 y 168. No creo que sea tan complicado, porque al no entrar en el fondo, no creo que, en este caso, fuera necesaria la disolución de las Cámaras, tras su reforma. Digo yo.

Francisco Delgado

Analista político

Maestro tipógrafo y psicólogo industrial. Fue presidente de CEAPA y de Europa Laica

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