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Un grito por la conciliación de las madres trabajadoras

miércoles 07 de marzo de 2018, 14:17h
De un sentimiento individual a una comunidad emocional. Así es el Club de MalasMadres, un fenómeno social y emocional que ha roto los moldes de la maternidad. La conciliación, un nuevo modelo social en el que los hombres asuman las tareas de responsabilidad, una educación en valores y un firme compromiso del Gobierno son algunas de las luchas que quitan el sueño a estas mujeres. Con humor y con un espíritu reivindicativo, Laura Baena, su fundadora, nos acerca una realidad que necesita romper estereotipos para avanzar en el cambio social, que está por llegar.
Un grito por la conciliación de las madres trabajadoras
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(Foto: Javier Bernardo)

Lejos de convertirse en una madre perfecta, Laura Baena se ha convertido en el altavoz de miles de madres que pertenecen a una generación que lucha por desmitificar el concepto de la maternidad. Madres que desean sentirse mujeres y profesionales con independencia de haber dado a luz. "Una mala madre es una madre con mucho sueño, pocas horas libres, alergia a la ñoñería y con ganas de cambiar el mundo, al menos de no morir en el intento", describe su fundadora.

Baena, malagueña de 36 años, se siente así. No quiere renunciar a ver sus dos hijas pero tampoco está dispuesta a renunciar a su vida laboral. Hace cuatro años decidió que no quería seguir el mismo camino que había recorrido desde que decidió ser madre. Su vida dio un vuelco importante cuando abandonó su puesto como creativa publicitaria para poder pasar más tiempo con su hija y poner en práctica ese concepto que tanto anhelan las mujeres que apuestan por la maternidad: la conciliación.

Este radical cambio de rumbo en su vida, que comenzó con un blog personal donde contaba sus experiencias personales, ha terminado convirtiéndose en el Club de las MalasMadres, una red social a la que están adscritas miles de féminas: "Una comunidad emocional que surge como respuesta al modelo social que rompe con la idea de la madre tradicional y perfecta". Lo que comenzó siendo un hobbie para desahogarse en su día a día, acabó en un proyecto serio que aglutina, en la actualidad, a más de 55.700 seguidores en facebook y supera los 45.000 de Twitter.

El club nace como un espacio de desahogo, un lugar donde todas las mujeres se unen con sus gritos aislados: "La maternidad está mitificada. Hay que romper con la idea de la madre perfecta. No hay que sentirse juzgada por recoger tarde a tu hija en el colegio, por no llevar la muda o tener todo en perfecto estado. Hay que vivir la maternidad con más libertad". Una comunidad que consigue alejar de la presión social a esas madres trabajadoras que luchan por vivir la maternidad de una manera natural y con más libertad.

Un exitoso fenómeno social que pone de manifiesto que las madres no quieren renunciar: "Somos madres que no queremos renunciar a nuestra carrera profesional". De esta ambición tan justa y equitativa para las mujeres, el club puso en marcha en febrero la iniciativa colectiva Yo no renuncio, donde hombres y mujeres pudieron compartir las experiencias personales motivadas por la falta de conciliación además de conseguir 300.000 firmas con la petición que publicaron en Change.org y que serán presentadas en la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados.

"La conciliación es un gran problema social"

Y es que los datos hablan por sí solos: "El 80 por ciento de las madres profesionales no pueden conciliar, solo tenemos 54 minutos de tiempo libre y más del 57 por ciento de las mujeres han vivido situaciones negativas derivadas de su maternidad, como cambios de funciones o invitaciones a abandonar las empresas". Un panorama desolador de una realidad que es el momento de "ponerla sobre la mesa", opina Baena. El cambio social está todavía por llegar y para ello, deben implicarse el Gobierno, empresas y familia: "Es necesaria la unión de todas las voces para que todos los agentes implicados miren hacia el mismo lado". Esa dirección correcta hablaría de una serie de medidas que los responsables "no terminan de de ver", sostiene, como palancas de esa transformación.

Los incentivos fiscales para que las pymes establezcan jornada continúa de trabajo con flexibilidad horaria, son uno de esos pilares trasnformadores: "El 99 por ciento del tejido empresarial está formado por pymes. Algunas empresas quieren conciliar pero no disponen de los medios para poder hacerlo". Los permisos igualitarios e intransferibles de paternidad y maternidad pagados al cien por cien, la red de guarderías gratuitas de 0 a 3 años, la flexibilización de horarios que cambie la cultura de "presencialismo laboral y el calentar la silla", y la necesidad de educar en valores, son otras propuestas en las que trabaja el club. Peticiones y luchas de la acción #rompeelmuro y que aúnan esos "gritos en silencio" por conseguir una igualdad y una reconocida conciliación. Una medidas que ayuden a que las mujeres decidan libremente si desean una maternidad sin pensar en consecuencias: "Un 40 por ciento de las mujeres renuncia a ser madre".

Y todo ello siempre acompañado de una "corresponsabilidad" en los hogares. "Si no existe ese trabajo en equipo entre hombres y mujeres, dificilmente conseguiremos avanzar para que la mujer pueda ocupar puestos directivos en las empresas evitando una fuga de talento", explica Baena. Convencida de que la carga más invisible recae sobre las mujeres, batalla a diario por romper ese muro que obstaculiza el avance y penaliza a la mujer. Es necesario romper los lazos que existen con la sociedad patriarcal que se instauró en anteriores generaciones consiguiendo que las tareas domésticas y del cuidado de los hijos recaigan por igual en ambas partes: "En el club #somosequipo porque es una reivindicación de todos".

Gritos femeninos, gritos que piden igualdad. Unos desafíos y una lucha que esta semana adquiere una relevancia especial aunque para Baena, todos los días son perfectos para avanzar en el camino. "Nos sobran los motivos como diría Sabina para visibilizar y luchar por una igualdad en el mercado laboral y en el hogar". Existe la necesidad de unirnos, sostiene, pero considera que se trata de una reivindicación que debería ser "una lucha social de todos y todas". Es el momento idóneo para visibilizar la igualdad y plantearnos que si todas las mujeres del mundo parasen este 8 de marzo, quizás "se pararía el mundo".

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