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'F.O.M.O. (Fear Of Missing Out)': Anatomía de una nueva ansiedad

miércoles 14 de marzo de 2018, 18:01h

La ubicuidad e instantaneidad de las redes sociales están propiciando en el hombre del siglo XXI -sobre todo entre nuestros jóvenes de 15 a 30 años-, un extraño síndrome de pérdida de algo de lo que se podría estar disfrutando aquí y ahora. La traducción real del fenómeno es que, por ejemplo, un tranquilo y relajado fin de semana lleno de naturaleza, de lectura o de tertulia entre un grupo de amigos, puede acabar transformándose en un momento lleno de ansiedad, de angustia, de zozobra personal por no disfrutar de algo que está sucediendo también ahora mismo, pero lejos de donde uno está, por no ser omnipresente, por no poder estar en varios sitios a la vez y así no perder ninguna posibilidad de pasarlo bien.

Hablamos de lo que se conoce por F.O.M.O., acrónimo de la expresión inglesa “Fear of missing out”, que es tanto como decir el “miedo a perderse algo” o el “miedo a quedar excluido”. Con este mismo título, ‘F.O.M.O.’, acaba de estrenarse un nuevo montaje en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero de Madrid, una dramaturgia resultante del laboratorio de investigación teatral Colectivo Fango. La coordinación de esa dramaturgia la ha llevado a cabo Sergio Martínez Vila, y la dirección del montaje corre a cargo del director y actor argentino Camilo Vásquez.

La fábula que se cuenta en ‘F.O.M.O.’ tiene, desde luego, una base real, y ha sido construida por las reflexiones conjuntas del Colectivo Fango que, además del director y el coordinador dramatúrgico, lo integran también los intérpretes, Ángela Boix, Fabia Castro, Rafuska Marks, Trigo Gómez y Manuel Minaya.

El público rodea un escenario rectángular que desemboca en una pantalla en forma de móvil gigante donde se proyecta el chat que, en tiempo real, están manteniendo los intérpretes de la pieza, sentados en medio de los espectadores (la escenografía es idea de Silvia de Marta y Álvaro Millán, y la creación técnica de Juan Miguel Alcarria). A partir de ahí, se suceden varios cuadros escénicos sin aparente conexión entre sí, que retratan un estadio social tan realista como alarmante: Fabia Castro hace un casting a través de una videoconferencia en el que ríe, llora, vomita, enseña el culo a cámara, se rompe interiormente y se entrega en cuerpo y alma a las pretensiones del equipo seleccionador (una pareja de jóvenes, él y ella). Rafuska Marks, progresivamente obsesionada con sus propios movimientos, parece alcanzar el orgasmo contando el número de seguidores (followers) que tiene en sus redes, ofuscada, obsesa, histérica. Ángela Boix, totalmente desnuda, vomita un monólogo lleno de fuerza en favor de la emigración y sobre la situación de los refugiados sirios, y su postura contradictoria frente al fenómeno -le duelen a la vez que le importan “una mierda”-.

Pero es que antes, poco después del chat, Ángela Boix y Trigo Gómez exploran, cámara del móvil en mano, hasta su geografía corporal más íntima (fosas nasales, pubis, cielo del paladar y escroto incluidos). O, después de una ligera degustación de un bocado de ceviche de lubina salvaje, que prueban muchos espectadores, a los que después se les recuerda que posiblemente esos peces hayan ingerido también algo de los cadáveres de los náufragos en alta mar; o una perorata sarcástica sobre las bondades de los alimentos macrobióticos y las maldades de las bebidas hiperazucaradas en forma de refrescos de cola, y de una ducha de avena, el elenco entero se enreda dentro de una piscina plástica, inundada también de granos de avena, en una bacanal autofilmada y transmitida a las redes…

Los distintos cuadros en los que se divide el montaje, que pueden (o no) escandalizar o herir la susceptibilidad del espectador, como se advierte de antemano en la web del teatro, creemos que no llegan a construir un todo armónico orientado al fin que pretende el mismo, el de invitar a la reflexión del público en torno a esta reciente patología social que supone esta persecución obsesivo convulsiva -casi paranoica- del disfrute permanente y continuado.

Hay que volver a recurrir a Zigmunt Bauman (Modernidad líquida, Amor líquido, Tiempos líquidos), el sociólogo de origen polaco visionario del miedo y el mundo líquido en el que está inmersa la realidad de nuestro mundo actual. Un mundo en el que todo se vuelve incierto y precario, y en el que esta idea de lo líquido sustituye a lo sólido, cuando los compromisos y paradigmas comienzan a disolverse en una era de vínculos cada vez más frágiles, si no inexistentes. Una falta de compromiso que va desde el amor a lo social y lo político. Aún estamos a tiempo de descubrir que las redes son solo una trampa que, además e inevitablemente, nos conduce casi siempre a terminar en un gran almacén, como si las compras compulsivas fuesen el bálsamo de Fierabrás de esta nueva ansiedad.

‘F.O.M.O (Fear Of Missing Out)’

Autoría: Colectivo Fango

Dirección: Camilo Vásquez

Coordinación dramatúrgica: Sergio Martínez Vila

Intérpretes: Ángela Boix, Fabia Castro, Trigo Gómez, Rafuska Marks y Manuel Minaya

Creación técnica: Juan Miguel Alcarria

Escenografía: Silvia de Marta y Álvaro Millán

Vestuario: Elisa Vidal Riezu

Producción: Colectivo Fango

Diseño cartel: Javier Jaén

Teatro María Guerrero, Madrid

Hasta el 25 de marzo 2018

(La obra contiene escenas y expresiones que pueden herir la sensibilidad del espectador).

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