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El parque temático del PP

domingo 15 de abril de 2018, 11:54h
Ruth Benedict era una eminente antropóloga y escritora norteamericana que destacó por sus estudios sobre el comportamiento de las culturas, que plasmó allá por 1934 en sus Esquemas de cultura, obra en la que definió metodológicamente la compleja relación entre la individualidad y un determinado modelo cultural. En dicho trabajo analiza por un lado tres culturas distintas que, en su diversidad y de modo muy general, pueden caracterizarse por un complejo ceremonial y por una amplia tolerancia. La tolerancia es característica de la primera. La segunda presenta unas relaciones sociales de hostilidad permanente, con un valor normativo y la tercera ofrece un sentido patológico del prestigio social. Su tesis es que cada cultura valora y privilegia ciertas conductas y tipos de personalidades. Así, uno no puede evaluar una cultura usando los estándares de otra. La cultura de cada pueblo es única y sólo puede ser comprendida desde sus propios términos. Ella también señaló que cada cultura ejerce presión en sus miembros para conformar los patrones de la sociedad y tiende a premiar a quienes lo hacen. En definitiva, define la cultura como "una norma más o menos consecuente de pensamiento y de acción", de manera que la concibe como determinados patrones de conducta que se transmiten a lo largo de los tiempos.

Sirva este preámbulo para introducirnos en aquello que forma parte indivisible del comportamiento ideológico que a su vez, como bien enunciaba Ruth Benedict, la cultura de cada pueblo, y yo diría también por extensión, de cada ideología. Esta es única y solo la comprenden quienes forman parte activa o pasiva, de un determinado colectivo o población. Según expertos politólogos, las conductas de los miembros de los partidos, superan a veces incluso con sus comportamientos, los principios ideológicos y éticos más arraigados, distorsionando la visión que de ellos se pueda tener. Si nos paramos a estudiar ciertas conductas, el Partido Popular responde a estos parámetros antropológicos y a unos estereotipos muy bien definidos siendo fácil clasificarlos. En el PP se encuentran las tres culturas. La de la tolerancia (también denominado "mirar hacia otro lado") como ocurrió con Ignacio González o Granados, hasta que un juez puso su foco en lo que estaba pasando y que como el cornudo, aparenta normalidad cuando todos saben lo que ocurre….menos él ¿o no? La segunda de las culturas analizadas por Benedict nos habla de la hostilidad permanente, algo en lo que son maestros. Nadie como el PP para hacer oposición, sacar partido de los errores del contrario y hacer ruidos. Esta acción de hostilidad viene acompañada del enorme influjo que los populares tienen en los medios de comunicación, antiguo reducto de la izquierda en la época de la transición, tan añorada por algunos. Pero de la última cultura, aquella que tiene un sentido patológico del prestigio social, algo de lo que han hecho gala en muchas ocasiones basado en algunos de sus principios conservadores, se están distanciando a raíz del bochornoso caso de la aún presidenta de la Comunidad de Madrid.

Extender la definición de que el partido popular es la formación política de la corrupción, puede ser tendencioso y tal vez injusto, pues esto incluiría también a todos sus afiliados y votantes, según aquella clasificación primaria. No son los partidos los que hacen a los corruptos, pero si es cierto que son los corruptos los que arrastran con su inmundicia a los partidos. Es por esto que visto desde fuera, la trayectoria del Hommos Corruptos, tan de actualidad en los últimos años, sea digna de estudiarse y yo diría aún más, de exhibirse en un parque temático donde observar sus hábitos y costumbres, analizando el desarrollo de él como uno de nuestros ancestros menos virtuosos. Si esto se pusiera en marcha, el teórico Parque Temático de la Gaviota, seria todo un referente capaz de presentar atracciones diversas donde contemplar gran variedad de casos. Dirán los lectores que también se podrían empezar a diseñar parques temáticos de los otros partidos, pero nada comparable con este que vendría a ser como el Disneyland de la golfería. Visitar y tomar apuntes sobre lo exhibido en este parque temático de la corrupción, facilitaría el hacer un magnífico trabajo fin de master pero de verdad, no como el nunca encontrado de Cristina Pinocho Cifuentes.

No están los tiempos para sacar pecho y menos el Partido Popular donde parece que al fin sus votantes empiezan a ponerse lentillas, quitarse la pinza de la nariz y se guardan la mano en el bolsillo si ven una papeleta electoral con sus siglas. Ante este desatino, no olvidemos que el prestigio de nuestra nación, sufre un menoscabo importante tras tanto escándalo. Mucho me temo que del caso Cifuentes, pasaremos al caso Universidad Rey Juan Carlos (URJC) y eso sería un golpe muy dañino para la comunidad universitaria, pues viendo el ranking mundial de universidades, situaría a dicha institución al mismo nivel de la escuela a la que iban los personajes de 'Los Picapiedra'.

Cuando aquellos que dicen "tolerancia cero con la corrupción" y son capaces de manejar los hilos para falsear todo un expediente académico como ha hecho Cifuentes contando con la complicidad de algunos miembros de la propia URJC, cuando ha mentido reiteradas veces en público obteniendo fuertes ovaciones de sus correligionarios, esto por extensión descalifica a todo el partido. No es que haya mentido en su currículo como han podido hacer otros, es que ha obtenido un master al estilo república bananera sin presentarse a clase ni examinándose, llegando a afirmar que "los profesores se han adaptado a mis circunstancias" ¡Pero esto que va a ser! Nos toma a todos por idiotas y a los estudiantes y profesores también y eso no se puede consentir. Si no tienes tiempo para ir a clase Cristina, no te matriculas en el máster y todos tan decentes y honrados como los cientos de personas que quisieran estudiar y por falta de recursos económicos o de tiempo disponible, declinan hacerlo. Un respeto para todos ellos.

La cúpula dirigente debería haber fulminado inmediatamente a la de la coleta rubia sin esperar a su dimisión, que irremediablemente vendrá en los próximos días, pues el PP sabe que continuar con este lastre, le resta cada vez más apoyos ante las urnas. No nos merecemos esto. Este es un país serio. Es urgente que se vayan y la democracia tiene herramientas para regenerar la vida política española, solo hay que tener voluntad de hacerlo. La izquierda lo quiere, pero ¿y Ciudadanos? ¿De verdad están por cambiar y limpiar la corrupción? De momento solo quieren dar más oxígeno al PP pidiendo que propongan un nuevo candidato de entre sus filas, pero Rivera ¿vas a investir a alguno/a de los que en pie aplaudían efusivamente a Cristina Pinocho Cifuentes en la Asamblea de Madrid cuando defendía que ella no había mentido? Solo puede salir de esos escaños el sustituto/a……¡menuda tropa! Me parece que Ruth Benedict, reestudiaría parte de sus postulados, visto lo visto.
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