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'Ahora todo es noche': 'De tanto esperar un mañana, me quedé sin futuro' (La Zaranda)

'Ahora todo es noche': "De tanto esperar un mañana, me quedé sin futuro" (La Zaranda)

martes 24 de abril de 2018, 08:49h

Iconoclasta, lúcida, intelectualmente provocadora y estéticamente impecable, el Teatro Español estrena ‘Ahora todo es noche’, la última creación colectiva de La Zaranda que, como en los últimos años, vuelve a levantar un impresionante monumento teatral a partir del delicioso texto de su dramaturgo de cabecera, Eusebio Calonge, y bajo la siempre acertada dirección de Francisco Sánchez, Paco de La Zaranda. Si no quieres perderte la posibilidad de volver a asistir a un teatro siempre vivo, sorprendente, conmovedor, honesto y valiente a la vez; si necesitas volver a formar parte de una liturgia tan vieja y tan nueva como la del teatro en su esencia más pura, no retrases esta cita porque La Zaranda solo estará unos días en el viejo teatro de la madrileña plaza de Santa Ana.

La paradoja es la fuente de donde bebe La Zaranda desde hace cuatro décadas. Más en concreto, de una paradójica España que satisface con creces la necesidad creativa de cualquiera. Y debe de ser que esta dieta rejuvenece porque La Zaranda está más guapa cada día, más lúcida, más libre y más suya porque nunca ha querido seguir modas, ni parecerse a nadie, ni siquiera a sí misma. Por eso, cada nueva cita en los escenarios parece siempre la primera que afronta el legendario “Teatro inestable de ninguna parte”, como ahora se autodenomina la mítica compañía andaluza.

Cuando aún no se ha borrado de nuestra memoria la huella de El grito en el cielo, su montaje anterior, se funde hoy con ‘Ahora todo es noche’, que no deja de ser también otra antesala de la muerte. ¿Qué otra cosa, si no, es la vida? Y es que cada nueva propuesta de La Zaranda sitúa al hombre frente al abismo de vivir, frente al vacío de un mundo cada vez menos habitable por insolidario y narcisista.

Y para este empeño, bastan un par de carritos metálicos de esos que hay en los aeropuertos, en donde los viajeros trasladan sus impecables maletas, unos cartones y unos cubos de basura. Entre ellos viven tres personajes al borde del abismo. No tienen nada, ni esperanzas de tenerlo nunca. Se saben parte de las sobras de esta sociedad de la opulencia y, aunque gritan porque creen tener derecho a hacerlo, saben que su queja no llegará jamás a ninguna parte. Son tres hombres, tres despojos atrapados en la pobreza -nadie espera llegar hasta ahí, inconscientes del delgado muro que separa la normalidad y la indigencia-, cuyas escasas pertenencias caben en uno de esos carritos metálicos multiusos, que lo mismo valen de maleta que de casa o de arma protectora frente al mundo. Ahí se enmarca la tragedia, el esperpento, la negrura de vivir aislados y rechazados por todos.

En ese entorno, los ricos y los triunfadores transitan a su lado sin mirarlos siquiera. Tres perdedores, pobres de solemnidad, que se sienten como el rey Lear, que hablan de teatro (naturalismo, realismo, surrealismo, modernismo, postmodernismo…), se desesperan, gritan contra la injusticia y, como en todas las guerras, no les faltan tampoco las ganas de seguir viviendo a pesar de todo. Y el humor negro, el esperpento, es el marco que envuelve todo ese mundo trágico de La Zaranda. Se hace, incluso, más necesario para sobrevivir.

Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez, dice el programa de mano que son los componentes del reparto. Si he de ser sincero, sobre el escenario del Español, yo no vi ni más ni menos que a tres hombres indigentes que, de forma genial, magnífica, sutil, ponen un espejo invisible ante los espectadores para que se vean allí reflejados (“El teatro vive, Lear vive; si Lear vive, todos los personajes viven; y si los personajes viven, nosotros vivimos. La Zaranda vive!”). Lo consiguen, ¡vaya si lo consiguen! Porque entre nosotros anida ya el vértigo de la derrota, del revés inesperado, del abismo de la soledad, porque un buen día, sin comerlo ni beberlo, de pronto sabemos ya que podemos vernos formando parte de ese ejército de excluidos, de marginados, que fabrica a diario la sociedad capitalista.

En medio de una escenografía mínima, con una luz intensa que ilumina el centro de la escena, pero que resalta, a su vez, la espectral negrura del entorno, la palabra vuelve a reinar. La poesía de Calonge, envuelta en esos deliciosos juegos de palabras, se expande como el incienso y ocupa el teatro entero. Y el sabio Paco de La Zaranda, demiurgo en medio de su propio sueño, mueve el cotarro para que el espectador salga otra vez conmovido, transformado y seguro de que el teatro vuelve a ser el espacio donde cabe todo: la denuncia social y la poética más cálida.

Este es, desde luego, un montaje imprescindible de la cartelera madrileña, un acto poético y vivencial que remueve hasta las entrañas del espectador más escéptico, que reconcilia al hombre con sus semejantes y con el teatro porque “si hemos llegado al final y no sabemos salir del drama, tendremos que buscar un argumento”.

‘Ahora todo es noche’

Autor: Eusebio Calonge

Dirección: Paco de La Zaranda

Reparto: Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez

Iluminación: Eusebio Calonge

Espacio Escénico: Paco de La Zaranda

Regiduría: Eduardo Martínez

Fotografías: Gerardo Sanz

Producción Artística: Eduardo Martínez

Una coproducción de La Zaranda y Teatre Romea

Teatro Español, Madrid

Hasta el 29 de abril de 2018

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