Los datos que ayer se publicaban en la zona euro y Reino Unido van a complicar las futuras decisiones de sus bancos centrales. La economía de la zona euro registró un crecimiento del 2,5% en 2017, lo que supuso una sensible aceleración respecto al 1,8% registrado en 2016 y representó el mayor ritmo desde 2007. El comienzo de año, sin embargo, no ha sido tan bueno y se esperaba que la recuperación se materializase en el segundo semestre. Pero parece que, por el momento, habrá que esperar. En mayo, según el indicador de actividad PMI, el crecimiento de nuevos pedidos en el sector privado se debilitó, las contrataciones mostraron tasas de crecimiento más lentas y las empresas se volvieron menos optimistas respecto al futuro. El índice cayó a un mínimo de 18 meses, en 54,1, quedando por debajo de lo esperado. Para el BCE los datos podrían significar el aplazamiento de la decisión de reducir las compras de activos. La reunión de junio está demasiado cerca como tomar cualquier decisión sobre el futuro de la política monetaria. Ahora también habrá que esperar a ver en julio. Mientras, en Reino Unido la inflación cayó en abril al nivel más bajo en 13 meses, acercándose al objetivo del 2% del Banco de Inglaterra. El ritmo de aumento de los precios bajó del 2,5% en marzo al 2,4%. Tras el dato, la libra alcanzó su nivel más bajo de este año frente al dólar, al mismo tiempo que la probabilidad asignada por el mercado de un aumento de los tipos de interés en agosto descendió al 41% desde el 47% del martes.