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'Esta breve tragedia de la carne': Angélica Liddell vuelve a dinamitar los patrones escénicos en Madrid

'Esta breve tragedia de la carne': Angélica Liddell vuelve a dinamitar los patrones escénicos en Madrid

sábado 26 de mayo de 2018, 12:24h

Sólo los dioses, y acaso los poetas del abismo -aquellos que se atreven a escudriñar en la íntima relación existente entre la creación y la vida-, son dueños de su destino. La actriz y dramaturga Angélica Liddell tiene algo de lo uno (diosa de la transgresión escénica) y mucho de lo otro (poeta hasta el tuétano), así es que hace muy bien en no querer conceder entrevista alguna, o en haber estado cuatro años, desde 2014, sin querer pisar ni uno solo de los escenarios españoles.

Solo Álex Rigola y Natalia Álvarez Simó, los artífices de esta gloriosa temporada de los Teatros del Canal de Madrid, han sido capaces de convencer a la artista de que el silencio eterno solo es la muerte. Y ese argumento, unido al inmenso respeto que los entonces directores de los Teatros de la Comunidad de Madrid profesan por Angélica Liddell (Figueres, 1966), han sido capaces de materializar el milagro de su vuelta a España y, en una semana, podrá verse en ellos su Trilogía del infinito.

La primera de esas tres piezas es Esta breve tragedia de la carne’, que ha podido verse en la Sala Verde el 23 y 24 de mayo. Se trata de una performance creada íntegramente por Liddell, inspirada en la poeta Emily Dickinson. Las dos piezas restantes podrán verse en los mismos Teatros del Canal los días 26 y 27, ¿Qué haré yo con esta espada?, y 29 y 30 de mayo Génesis 6, 6-7.

Esta breve tragedia de la carne’, estrenada en 2015 en el Festival La Bâtie de Ginebra, está atravesada por la belleza y el erotismo que, como todo lo humano, está llamado a tener un final, la muerte. Para la actriz, directora y dramaturga española, Emily Dickinson no es un hombre ni una mujer “sino una tierra de indios, de raptos, asesinatos y canibalismo, donde cada persona es un fusil cargado, donde el Dios de la ira alimenta la ira de los hijos de Dios. Emily desafía al mundo racional con su inteligencia y su encierro, con el enigma, rompiendo la ley de la comunicación, indiferente a la cronología mundana. A más encierro más contacto con el infinito. No fue amada porque nadie acepta ser amado por un fusil”.

Diálogo entre poetas

Y, a partir del enunciado tan íntimo como críptico de una poeta (Angélica) sobre la otra (Emily), Liddell plantea esa concepción sobre el escenario con personajes, símbolos, música, imágenes, algunas palabras (fundamentalmente sobreescritas en una pantalla), y belleza plástica a raudales…

Casi en la más absoluta oscuridad, una música atronadora (entre punki y heavy), toma la sala y siembra la inquietud, la zozobra y la tensión en el espectador. En el escenario, una silla en medio. Detrás, en la pared, una pantalla en forma de abanico. A ambos lados de la silla, y colgadas del techo, dos grandes esferas sobre las que penden sendas lámparas que cuando bajan y llegan a su altura, una de ellas se enciende sola y la otra, la prende Angélica. Más tarde, un hombre de baja estatura extiende las dos sábanas que Angélica ha colocado debajo de las lámparas. Una de ellas aparece con un círculo quemado en el centro…

A esa primera música atronadora sucede ahora otra angelical (Haendel). Sentada en la silla, Angélica se queda en camisón, se lo sube hasta más arriba de la cintura. No lleva ropa interior. Se sienta en la silla e introduce en su vagina con las piernas muy abiertas un consolador dorado que posaba en la silla. Tose y expulsa sangre por la boca que le va cayendo por las comisuras hasta mancharle las piernas, brazos y camisón... Poco después, en escenas sucesivas, aparecen varios hombres y mujeres (algunos con síndrome de Down, otros con discapacidades físicas en las piernas o en los brazos…), unos vestidos de apicultores, otros con capas y sombreros negros, danzas de sioux en pantalla y escenario, y dos bailarinas con trajes largos rojos y dos compases grandes, con los que hacen círculos imaginarios en el suelo. Danzan. Mientras, Angélica va arrastrándose por el suelo con sus partes íntimas al descubierto hasta perderse entre bambalinas, vestida con el camisón blanco. En sus manos lleva el pene dorado que antes había envuelto en un gran paño blanco.

En nuevas escenas, los cinco apicultores entran con un ataúd blanco. Lo ponen en el suelo y lo aporrean. Le tiran pétalos de flores. Luego, el más alto, sin discapacidad, echa tierra sobre el ataúd. Más adelante el hombrecillo entra con un panal al que conecta un micrófono para que se escuche en la sala el intenso zumbido de las abejas faenando. Entre tanto, un chico y una chica Down -dos nuevos Romeo y Julieta- se besan tiernamente, y las dos bailarinas juegan, ríen y bailan con el hombre de baja estatura. Sin solución de continuidad, el apicultor alto vuelve a escena empujando una cabina acristalada. Sale Angélica vestida con suéter y falda beige, zapatos negros y guantes del mismo color hasta el codo. Se introduce en la cabina. Mira al hombrecillo que yace en el suelo. Mientras tanto, el apicultor se desnuda, dejándose una máscara roja, que le cubre la cara. Dentro de la vitrina, Angélica libera de otra pequeña hornacina transparente, a decenas y decenas de abejas con las que juega intentando atraparlas en sus manos, mientras sonríe. Al mismo tiempo, de la vitrina se desprende y se hace añicos un doble cristal, con un gran estruendo. Cuando cae, Angélica exclama: “you are Romeo”. Un sonido de agua que corre se adueña de la sala. La escena funde a oscuro. Fin…

Nadie podrá dudar ya que Angélica Liddell rompe cualquier patrón clásico, moderno o contemporáneo de la escena. Su arte despierta las más encendidas pasiones y los más airados desprecios pero ella, Angélica Liddell, es una diosa y una poeta. Es dueña de su arte y de su destino.

‘Esta breve tragedia de la carne’

Texto, escenografía, vestuario y dirección: Angélica Liddell

Con: Angélica Liddell, Fabián Augusto, Sindo Puche, Javier Carcedo Lobeto, Sandra García Coronas, Javier Palacios Alonso, Llara Menéndez Valle, Rubén Martín Rodríguez, Sara Cabello Schoenmakers, Paola Cabello Schoenmakers, Patrice Le Rouzic y Sylvestre Dechosal

Escultura silla: Enrique Marty

Máscara: specialfx-alienanlone.com

Iluminación: Carlos Marquerie

Regidor de escena: Roberto Baldinelli

Productor: Gumersindo Puche

Producción: laquinandi, S.L.

En coproducción con La Bâtie-Festival de Gèneve, Laboral- Centro de Arte y Creación Industrial

Con el apoyo de Ministerio de Educación, Cultura y Deporte - INAEM

Teatros del Canal, Madrid

23 y 24 de marzo de 2018

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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