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'Otelo a juicio': la inocencia reducida a slogan
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'Otelo a juicio': la inocencia reducida a slogan

miércoles 12 de septiembre de 2018, 19:44h

Reescribir a los clásicos –más aún si el clásico es William Shakespeare- no es cosa que agrade a todo el mundo. Para unos, el hecho se convierte en una osadía que roza la petulancia y que, además, y al menos, sería merecedora de la vieja Cárcel de papel que instaurara la revista satírica La codorniz. Para otros, por el contrario, nada ni nadie es intocable, y los clásicos no constituyen excepción alguna a esa norma. Ramón Paso, dramaturgo y director de escena, es de estos últimos y acaba de estrenar en el Teatro Fernán Gómez de Madrid su ‘Otelo a juicio’, una versión del clásico de Shakespeare, traída a nuestros días para abordar en ella, además de la envidia, la traición y los celos, asuntos tan cotidianos en estos tiempos y en nuestra sociedad como la violencia de género, los derechos de la mujer, el miedo al diferente, las noticias falsas, la falta de ética, la lucha de clases o el racismo.

Ya hizo Paso algo parecido en la temporada pasada con su versión de 'Usted tiene ojos de mujer fatal... en la radio' (https://www.diariocritico.com/teatro/critica-usted-tiene-ojos-de-mujer-fatal), reescribiendo a su bisabuelo Enrique Jardiel Poncela, y el resultado fue, al menos, interesante y divertido. Ahora, su nuevo empeño tiene la virtud de abordar dos historias paralelas en torno al personaje de Otelo que permite diferenciar claramente la fábula clásica contada por Shakespeare –por cierto, sin grandes cambios-, con la paralela desarrollada por el dramaturgo madrileño, que sitúa la acción en un bufete de abogados. Allí, Silvia (Ana Azorín) recibe a altas horas de la madrugada a un cliente llamado Otelo (Francisco Rojas), un hombre de negocios que acude al despacho en busca urgente de ayuda legal porque acaba de estrangular a su mujer. Con la asistencia de una inteligente becaria (Ángela Peirat), muy pronto el espectador descubrirá que Silvia es una mujer ambiciosa, que sabe muy bien como estirar los límites de la ley para tratar de exculpar a quien tiene el dinero suficiente para intentarlo.

Paralelamente, discurre la historia del XVII en donde Otelo, general moro al servicio de Venecia, consigue enamorar a Desdémona (Inés Kerzan), con quien se casa, en contra de la voluntad de su padre. Yago (Jorge Machín), alférez al servicio de Otelo, se siente despechado porque su lugarteniente, Casio, no le parece que tenga méritos suficientes para el cargo (Felipe Andrés y Jordi Millán completan el elenco). Yago trenza entonces su venganza urdiendo toda una trama para que el general se convenza de que su esposa le es infiel con su teniente.

Rojas construye un Otelo inseguro, convincente y reconcomido por un claro sentimiento de culpa. Inés Kerzan reviste de inocencia, de bondad y de pasión a su Desdémona. Ana Azorín tiñe de una frialdad y una ambición desmedidas a la joven abogada a quien no le ha hecho falta acudir a la Juan Carlos I para completar un máster, que ha sustituido por la estancia durante unos meses a las órdenes de un abogado de prestigio, con el colmillo retorcido y que se las sabe todas. Y Jorge Machín le pone a su Yago una dosis suficiente de maldad y envidia taimadas como para repartirse con Otelo las iras del público juez de la tragedia.

La escenografía está constituida básicamente por elementos metálicos para subrayar la frialdad de sus personajes, y está delimitada por dos espacios. En uno de ellos, el despacho de Silvia; en el otro, la antesala del mismo. Una mesa, algunas sillas y un archivador son elementos suficientes para, en combinación con la luz de Pilar Velasco, delimitar claramente los espacios físicos y temporales (siglo XVII o siglo XXI) en que se desarrollan las escenas sucesivas. Por último, el vestuario, diseñado por Inés Kerzan y Ángela Peirat, combina los vestidos de época con trajes actuales, y colabora también muy eficazmente en la identificación de épocas y personajes. El espacio sonoro recibe al espectador con música isabelina, para tensar después la acción en escena con temas rock, que pronuncian la violencia que se vive en escena.

En definitiva, este ‘Otelo a juicio’ funde el conocimiento profundo y el respeto del adaptador y director del montaje por la figura de Shakespeare con su voluntad de trasladar la tragedia de Otelo a la realidad de nuestros días, y lo hace de forma seductora y cautivante para el espectador que no se baja del ciclón al que asiste en escena durante los más de 90 minutos de función. Muy interesante.

'Otelo a juicio'

Autor: William Shakespeare

Dramaturgia y Dirección: Ramón Paso

Intérpretes: Francisco Rojas, Ana Azorín, Jorge Machín, Inés Kerzan, Ángela Peirat, Felipe Andrés y Jordi Millán

Traducción: Sandra Pedraz Decker

Iluminación: Pilar Velasco

Vestuario: Inés Kerzan y Ángela Peirat

Diseño gráfico: Ana Azorín

Fotografía: Lucía Lera

Vídeo: Víctor Rebollo y Ramón Paso

Ayudantes de dirección: Blanca Azorín y Daniel San Miguel

Compañía: PasoAzorín Teatro

Teatro Fernán Gómez, Madrid

Hasta el 14 de octubre de 2018

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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