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Crucero por el Danubio; mil kilómetros de inigualables y maravillosas bellezas

Crucero por el Danubio; mil kilómetros de inigualables y maravillosas bellezas

jueves 20 de septiembre de 2018, 10:36h
Una excelente manera de visitar varias grandes ciudades europeas es por medio de un crucero fluvial. Estos barcos ofrecen comodidad, tranquilidad, buena gastronomía, diversión a bordo y un sinfín de paisajes hermosos y variados, contemplados desde los ventanales de los cómodos camarotes, los sillones del salón principal o las tumbonas dela cubierta. Además, ofrece una ventaja adicional muy importante: No hay que hacer y deshacer maletas, y si un día uno prefiere no salir de excursión se puede quedar a descansar en el barco.Una excelente manera de visitar varias grandes ciudades europeas es por medio de un crucero fluvial.
Estos barcos ofrecen comodidad, tranquilidad, buena gastronomía, diversión a bordo y un sinfín de paisajes hermosos y variados, contemplados desde los ventanales de los cómodos camarotes, los sillones del salón principal o las tumbonas dela cubierta. Además, ofrece una ventaja adicional muy importante: No hay que hacer y deshacer maletas, y si un día uno prefiere no salir de excursión se puede quedar a descansar en el barco.En muchos tramos del crucero, se navega por la noche para amanecer al día siguiente en la próxima ciudad de la ruta, con el viajero descansado y listo para emprender la visita turística. Como muchas de las grandes capitales nacieron a las orillas de un río, al bajar la rampa del barco nos encontramos a menudo casi en el centro de cada urbe.Tras hacer un crucero por el Rin el año pasado, desde Amsterdam, decidimos hacer otro por el Danubio. La ruta del Rin es una maravilla, porque un sinfín de castillos, fortalezas, iglesias, palacios, frondosos bosques, viñedos y pequeños pueblos pintorescos desfilan delante de nuestros ojos desde el barco.El río Danubio, que nace en la Selva Negra y desemboca en el Mar Negro, es el segundo cauce fluvial más largo de Europa después del Volga. Tiene una longitud de 2.860 km y sus aguas bañan un total de diez países: Alemania, Austria, Eslovaquia, Hungría, Croacia, Serbia, Rumania, Bulgaria, Moldavia y Ucrania. El trayecto que comentaremos recorrerá unos 1.033 kms y pasará por tres países: Austria, Hungría y Eslovaquia, cruzando por cuatro esclusas que hacen el río navegable y que nos permite recorrer más de un tercio de su extensión. Embarcamos desde Viena, una ciudad con una enorme lista de lugares de interés por visitar, que realmente merece más tiempo que el día y medio que nos permite el crucero, pero el viajero siempre puede alargar su estancia en la capital austriaca en un hotel.Zarpamos de noche y amanecemos en Melk, un pintoresco pueblo que posee un bello casco histórico sobre el que asoma la impresionante abadía benedictina de Lambach, fundada en el año 1089,con nueve largos siglos de historia. En el siglo XII se creó una escuela y realmente notable es la biblioteca que amasa manuscritos de incalculable valor. Esta abadía fue la inspiración para la famosa novela En el nombre de la rosa, del escritor italiano Umberto Eco, convertida en una película de gran éxito protagonizada por Sean Connery y Christian Slater.El siguiente atraque es en Dürnstein, una pequeña localidad medieval, sobre la cual asoman las ruinas del castillo de Kueringer, donde estuvo preso Ricardo Corazón de León a su vuelta de las Cruzadas en el siglo XII, hasta que Inglaterra pagó un formidable rescate por su liberación. Dürnstein nos da la bienvenida a la región austriaca de Wachau, un fértil valle, donde se cultiva el albaricoque, fruta que se emplea también en la elaboración de un riquísimo licor llamado Marillen.Dejamos atrás Austria para conocer a Bratislava, antigua capital de Hungría, y actualmente la de Eslovaquia, y aquí visitamos el castillo de Devín, del siglo XVII, la Puerta de San Miguel, del siglo XIV, una de las antiguas entradas a la vieja ciudad amurallada, y la Catedral de San Martín, donde se coronaban los reyes de Hungría. Seguimos nuestro viaje y pasamos por la maravillosa capital de Hungría, pero de noche,que constituye una de las vistas más inolvidabledel crucero:Budapest, la antigua joya del imperio austrohúngaro, iluminada con toda su grandeza, se contempla desde el barco: El impresionante Parlamento, los puentes, la plaza de los Héroes, el Bastión de los Pescadores, el Balneario Gellart… son algunos de los monumentos que se pueden admirar.Kalocsa fuefundado por San Esteban, el primer rey de Hungría, en el año1009, yaquíestá elpalacio del arzobispo y la catedral. Este pueblo es famoso por sus cultivos de pimentón en las extensas llanuras que rodean la ciudad. Hay la posibilidad de visitar un Puszta, una típica granja, donde se puede disfrutar de un espectáculo ecuestre, realmente original y simpático, mientras se degusta el rico pan de centeno con mantequillay cebolla y una copa de aguardiente de albaricoque; e incluso dar una vuelta por el campo en una calesa. Budapest es una de las ciudades más hermosas de Europa. Su historia y su cultura han sido marcadas por un largo rosario de guerras, invasiones y ocupaciones: celtas, romanos, hunos, mongoles, eslavas…, hasta el siglo IX cuando el Príncipe Arpad fundó el país. Sería su bisnieto Esteban I quien sería considerado “el gran héroe nacional”. Proclamado rey en el año 997 y elevado a santo por el papa al convertir el país al catolicismo, Esteban I fue el responsable de hacer de Hungría uno de los centros culturales más notables del mundo. La capital de Hungría ofrece muchísimas posibilidades para turismo de día y diversión de noche. En sus orígenes, se constituía de dos ciudades diferentes: Buda al este del Danubio, sobre la montaña, y Pest en la orilla oeste, pero se pudieron fusionar ambas en una gran metrópolis con la construcción del Puente de las Cadenas, también conocido como el de István Széchenyi, por un héroe del país, en 1849, el primero de los cinco que unan los dos lados del río. En Buda, la parte más antigua, hay que ver: El Castillo, al lado del cual está la preciosa Iglesia Mátyás y el Palacio Real, construido en el siglo XIV, que ahora alberga el Museo de la Ciudad, la Galería Nacional de Arte y la Biblioteca Nacional Széchenyi. La Ciudadela, construida por los Habsburgo después de la Guerra de la Independencia en 1849, ofrece una vista espectacular de Pest, desde el Bastión de los Pescadores. Pasando frente al Parlamento se encuentra el imponente Puente de Margarita, con sus estatuas y estructuras de piedra, que nos lleva a la Isla del mismo nombre, el frondoso lugar de recreo para los de la capital y un paraíso para practicar toda clase de deportes. La isla tiene su historia: El rey Bela IV rezó a dios para una victoria contra los mongoles y prometió que, si su país sobreviviera la invasión, él construiría un gran convento en la isla y mandaría a su primogénita a vivir allí el resto de su vida.Domina el otro lado del río en Pest, la zona más moderna y comercial, el Parlamento neo-gótico, que nos recuerda muchísimo del Palacio de Westminster de Londres. El de Budapest fue construido entre 1885 y 1904 por Imre Steindl y merece ser contemplado tanto por fuera como por dentro, donde se exhibe la corona de Esteban I quien fundó el estado de Hungría en el año 1000 y lo convirtió al catolicismo. También está la Basílica de San Esteban, en húngaro: Szent István, dedicado al fundador. Su cúpula con una altura de 325 pies llega a la misma altura que las torres del Parlamento y son visibles en toda la ciudad. La Sinagoga de la Calle Dohany es una de las más espectaculares del mundo, con un aforo para 3,000 fieles, y bellas galerías superiores donde se sientan las mujeres según la tradición judía ortodoxa. Es la sinagoga más vieja y más grande de Europa, y solo la Sinagoga Emanuel de Nueva York lo excede en tamaño. Alberga el Museo Judío y el Centro Memorial del Holocausto y de Documentación. Los Nazis mataron más de 300,000 judíos húngaros durante la segunda guerra mundial y un recuerdo impresionante es la fila de zapatos fundidos en bronce colocada al borde de la orilla oeste del Danubio, replicas del calzado de hombres, mujeres y niños, que fueron matados y tirados al rio porque el ejército hitleriano no tenía tiempo detrasladarles a campos de exterminio. Se dice que el Danubio Azul se tiñó de rojo ese día con la sangre de los inocentes.El Primer Ministro de Hungría, Gyula Andrassy, fue el responsable de trazar la larga avenida arbolada que lleva su nombre en el siglo XIX, flanqueada por majestuosos edificios y mansiones para dar a la capital una apariencia cosmopolita y, de hecho, guarda cierto parecido con la Champs Elyseés de Paris. Corre por debajo de la Avenida Andrássy el metro, el más antiguo de Europa continental, construido en 1896, precedido solamente por el de Londres, que data de 1890, y luego el de New York de 1904, mientras que la primera línea del metro de Madrid fue inaugurada en 1919. Se comenzó la construcción del edificio de la Opera en 1875 con la ayuda del emperador austriaco y húngaro Franz Joseph y la emperatriz Sissi, quien se quedó especialmente prendada de la belleza de la ciudad. También hay que visitar la impresionante plaza de los Héroes, la cercana Parque Municipal, con el Zoo de Budapest, la sala de conciertos Petofi Csarnok y los baños termales de Széchenyi. No se debe marchar de Budapest sin disfrutar de uno de sus spas: el de Széchenyi, al aire libre, o el cubierto Geller, famoso gracias al anuncio de los yogurts Danone, o los viejos baños turcos.Es siempre interesante visitar los mercados y en el Gran Mercado encontramos el producto local: los salamis, patés, encurtidos, quesos, vinos…, y también objetos de artesanía y suvenires. Budapest tiene también mucho que ofrecer de noche, sobre todo en los “Ruin Bars” en el barrio de Erzsébetváros, que son patios de una decoración ecléctica y llamados precisamente así porque están alojados en unos edificios en otra hora majestuosos, pero que han caído con el paso de los años en un estado medio ruinoso. Vueltos al barco, seguimos nuestra ruta y llegamos a Eszertom,orgulloso de su Basílica, la iglesia más grande del país y de toda Centroeuropa, en la cual destaca su bello altar del mármol rojo. En la colina está el castillo de Arpad, donde se dice nació San Esteban el primero rey húngaro y él que empezó la cristianización del país. Al salir de Esztergom, ponemos rumbo a Viena, el final de nuestro trayecto, pero donde nos espera muchísimo que ver.La capital de Austriatiene una larga historia, que fue marcado por el reinado de los Habsburgo, que empezó en 1278 y que duraría 640 años. Gran parte del aspecto barroco actual se debe a la época del reinado de la emperatriz María Teresa. Para visitar la ciudad con comodidad, aunque Viena tiene un buen sistema de metro, marcado con la U de Underground, se puede coger el autobús “Hop On -Hop Off”para hacerse una idea general de las atracciones más destacadas de Viena. La primera visita obligada es el impresionante Palacio Schönbrunn, la residencia estival de los Habsburgo que data del siglo XIX, con sus preciosos jardines. También conocido como el Versalles Vienés, es uno de los más destacados edificios históricos y culturales del país, y fue nombrado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1996.El palacio tiene 1.441 habitaciones, pero ¡no se visitan todas!, aunque destacan la Gran Galería, el Salón Chino Circular o el Salón del Desayuno. Si decimos que la emperatriz María Teresa tuvo nada menos que 16 hijos, entenderemos -un poco- porque necesitaba tantas habitaciones.El otro Palacio Imperial, el Hofburg, era donde residía el emperador Francisco José I y su bella esposa, la emperatriz Elisabeth -Sissi-, inmortalizada en el cine por Romy Schneider. Si la emperatriz María Teresa instituía la educación obligatoria para su pueblo, Franz Joseph promocionaba la música en la Corte Imperial y compositores como Gluck, Salieri y Mozart estaban siempre presentes, convirtiendo a Viena en la capital de la música. Podemos admirar edificios notables como la Ópera Estatal (desde donde se retransmite para todo el mundo el espléndido Concierto de Año Nuevo en el que no podría faltar el famoso vals de Johann Strauss, “El Danubio azul”, considerado el oficioso himno austriaco), el Museo de Bellas Artes, el Museo de Ciencias Naturales, el Parlamento Austriaco, el Ayuntamiento de Viena, el Museo de Artes Aplicadas, la Iglesia Votiva o el Teatro Nacional. El Prater de Viena es un enorme parque de 600 hectáreas, en el cual encontramos la famosa Noria Gigante, que lleva dando vueltas desde 1897, ofreciendo a los visitantes unas vistas espectaculares de la ciudad. Fue inmortalizada en el famoso thriller “El tercer hombre”,de Orson Welles.Llega el momento inevitable de “zarpar” con rumbo al aeropuerto para volver a casa, pero la verdad es que cuando uno descubre el encanto, la comodidad y el placer de los cruceros fluviales europeas, es muy fácil que lo repita… como lo he hecho yo.
Muriel Feiner
Para más información: www.croisieurope.com o agencias de viajes.
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