www.diariocritico.com

La extrema izquierda tampoco entiende la democracia

jueves 06 de diciembre de 2018, 18:46h

Tras comprobar que VOX ha conseguido 12 diputados con las elecciones andaluzas, grupos de extrema izquierda han llamado a manifestaciones en varias ciudades al grito de “¡No es democracia, es fascismo!”. En realidad, no sólo se trata de un despropósito cognitivo, también implica un irrespeto monumental a las reglas del juego democrático.

Nicos Poulantzas, el autor izquierdista que estudió las diferencias entre las dictaduras militares mediterráneas y el fascismo, se habrá retorcido en su tumba al comprobar tamaña tosquedad intelectual al confundir la extrema derecha actual con el fenómeno fascista. Categorizar a VOX como un partido fascista es una clara muestra de ignorancia política interesada. Un programa de derecha radical no constituye necesariamente un partido que pretende un modelo totalitario de Estado basado en un partido único violento. Por otra parte, VOX no surge de la nada: expresa el descontento existente en sectores de la población acerca de la inmigración sin control, el feminismo proclive al sexismo inverso o el ataque a la unidad de España por parte del secesionismo catalán. Y su programa expresa ese descontento de forma extrema y radical. Definitivamente se trata de un programa de extrema derecha. Pero eso no convierte a VOX en un partido fascista, a menos que esa categorización se haga desde una perspectiva interesada: hay que implicarse en un frente antifascista al estilo de los años treinta (como propugnaba el comunismo violento de aquellos años). Dicho de otro modo, VOX como partido fascista es una muestra de las falencias de la democracia española. Y por ese camino se llega rápidamente al desconocimiento de las reglas del juego democrático.

En efecto, los radicales que convocan a estas manifestaciones “antifascistas” lo hacen frente a las instituciones públicas, como si VOX fuera un producto directo de su desempeño. Se trata de una negación del hecho fehaciente de que los resultados de VOX proceden del voto de sectores de la población, que incluye gente que esa extrema izquierda situaría sin dudar como “pueblo”. Así que, en vez de decidir incrementar su capacidad de deliberación en relación con los sectores que han votado VOX, para lograr que no lo hagan en lo sucesivo, la ultraizquierda monta la gresca ante las instituciones democráticas. Algo que no sólo demuestra una confusión política mayúscula, sino –y eso es más peligroso- la percepción conspirativa del funcionamiento de la democracia. No pueden aceptar que la gente ha votado a VOX por decisión propia y que eso hay que respetarlo. Precisamente tal cosa demuestra que la democracia funciona, como ha sucedido con Trump en Estados Unidos o con Bolsonaro en Brasil. Cambiar la deliberación política en el seno de la ciudadanía por el rechazo a la democracia representativa es la vieja tergiversación de los que entienden la democracia de forma utilitaria. Sólo la defienden cuando adopta el color de su propio partido. Admito que tengo la tentación de utilizar la admonición que se hace sobre la economía: ¡Es la democracia, estúpidos!

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
1 comentarios