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Benedicto XVI rompe su silencio sobre la pederastia en la Iglesia
(Foto: EFE)

Benedicto XVI rompe su silencio sobre la pederastia en la Iglesia

jueves 11 de abril de 2019, 16:22h
El Papa emérito Benedicto XVI ha publicado un artículo en el que explica el origen de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia así como algunas causas, pero no aporta nuevas propuestas para erradicar la pederastia y se limita a decir que esta lacra ha alcanzado tales proporciones "ante la ausencia de Dios". Para Joseph Ratzinger, la culpa recae en la "moral laxa" de la Iglesia ante la "revolución sexual del 68".

Joseph Ratzinger, el Papa emérito Benedicto XVI, ha publicado un escrito de 18 páginas sobre los abusos sexuales en la Iglesia, apoyándose en la cumbre del pasado mes de febrero en el Vaticano. El escrito, titulado, 'La Iglesia y los abusos sexuales' consta de 3 partes en las que analiza la crisis de la pederastia así como sus posibles causas.

El pontífice emérito comienza ofreciendo un relato sobre el contexto de los años 60, para afirmar que "ante la revolución sexual de mayo del 68, la teología moral católica sufrió un colapso que dejó a la Iglesia indefensa ante estos cambios en la sociedad".

"Parte de la fisionomía de la Revolución del 68 fue que la pedofilia también se diagnosticó como permitida y apropiada", afirma tajantemente Benedicto XVI. Por ello, según denuncia, hubo un periodo de decadencia moral en el seno eclesiástico, que agravó la incidencia de los abusos, que alcanzaron tales proporciones "ante la ausencia de Dios".

A su juicio, "hasta el Concilio Vaticano II, la teología moral católica estaba ampliamente fundada en la ley natural", pero a partir de entonces, "se exigió una teología moral basada enteramente en la Biblia", y explica que se impuso el pensamiento de que 'el fin justifica los medios'.

En su texto también sostiene la existencia de una "justicia garantista" con los sacerdotes acusados de abusos sexuales, que permitió la impunidad y evitó castigos severos para los clérigos.

Esa justicia "garantista" imperó hasta la llegada del papa Juan Pablo II, cuando según cuenta, se decidió "asignar estas ofensas a la Congregación para la Doctrina de la Fe para poder imponer la pena máxima: la expulsión del estado clerical, que no se habría podido imponer bajo otras previsiones legales".

Aunque no plantea medidas concretas para luchar contra esta lacra, Ratzinger se refiere a la cumbre en el Vaticano como. "Fue necesario enviar un mensaje fuerte y empezar de nuevo para que la Iglesia vuelva a ser creíble como luz entre los pueblos y como una fuerza contra los poderes de la destrucción".

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