Pudimos ver esta performance el año pasado por estas mismas fechas cuando todavía estaba en pleno proceso de creación (https://www.diariocritico.com/teatro/critica-y-el-cuerpo-se-hace-nombre-festival-surge-madrid).Y digo esto en la conciencia de que una pieza vinculada a las artes escénicas está siempre en constante evolución, es decir, que nunca alcanza la perfección que persigue. Hoy, que ha subido por unos días a las tablas de El Pavón Teatro Kamikaze, es ya un montaje más pulido, más redondo, más trabajado, aunque en esencia ‘Y el cuerpo se hace nombre’ sigue siendo lo mismo: una pieza inclusiva, interdisciplinar y multiartística (en ella confluyen teatro, música, danza, pintura, performance…) en la que se reflexiona sobre el tema de forma dolorosa, otras descarnada, otras con un fino sentido del humor y, casi siempre, con un lenguaje poético.
“…bajo este cielo no hay palabra que nos nombre”, concluye taxativa Consuelo Trujillo, directora de este proyecto artístico, en su presentación. No le falta razón a la actriz, maestra, dramaturga y directora porque ‘’Y el cuerpo se hace nombre’ va a transmitir sensaciones muy diversas a los espectadores que se acerquen al Kamikaze los próximos diez días (no lo dejes para el final porque puedes quedarte sin verlo), en función de su experiencia personal, de su sensibilidad y de su grado de empatía.
Lo que conviene conocer antes de nada es que aquí se habla de transexualidad y que aquellos seres humanos que se han embarcado en adoptar una decisión tan radical como esa, han sufrido personal y socialmente (“…Yo bailo para detallar minuciosamente el dolor que me ha traído hasta aquí… /…Yo bailo para trazar la cartografía de mi desamparo / Yo bailo para remover la tierra y plantar semillas de esperanza donde solo parece haber un baldío… / Yo bailo para darme forma / …Yo bailo para darme un nombre/ …Yo bailo para no olvidar quien soy…).
Son voces de todos los creadores de este espectáculo que pretende remover las conciencias dormidas de nuestra sociedad en un asunto tan delicado como este. Ellos son David Darife, Elizabeth Duval, Celeste González, Borja Maestre, Iñaki Rubio, Consuelo Trujillo, Ángela Villar y Andrés Waksman Entre todos se reparten (en mayor o menor medida), la creación, interpretación, dirección, coreografía y sonido. Y a ellos hay que añadir los nombres de Eugenia Gusmerini (vestuario) y Nacho Gómez (iluminación). Una creación verdaderamente colectiva en donde a todos importa mucho más el resultado que el hecho de que su nombre figure un poco más arriba o un poco más abajo en los carteles.
Y si el comienzo de la performance es sorprendente, el final transforma al espectador, ya totalmente atravesado por un mar de emociones, con esa versión de Cowboy boogie que todos los intérpretes bailan despojados de todo –hasta de sí mismos- en una esperanzadora visión del mañana que se acerca: “Y no me iré hasta que haya dicho lo que vine a decir” (https://www.youtube.com/watch?v=-bdiYpIpock).
‘Y el cuerpo se hace nombre’
Dirección del proyecto
|
Consuelo Trujillo
|
Dirección escénica
|
Andrés Waksman
|
Creación e interpretación
|
David Darife, Elizabeth Duval, Celeste González, Borja Maestre, Iñaki Rubio, Consuelo Trujillo y Ángela Villar
|
Didáctica de la danza
|
Andrés Waksman y Celeste González
|
Textos/Transtextualización
|
Ana Rossetti, Elizabeth Duval y Consuelo Trujillo
|
Espacio sonoro
|
Iñaki Rubio
|
Artista plástico
|
David Darife
|
Vestuario
|
Eugenia Gusmerini
|
Iluminación
|
Nacho Gómez
|
Coordinación de producción
|
Beatrice Binotti
|
Diseño gráfico
|
Rafael Villeta
|
Fotografía y vídeo
|
Eva Rodríguez
|
Teaser
|
Nacho Garbe
|
Música teaser
|
Pablo Drexler
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
El Pavón Teatro Kamikaze, Madrid
Del 20 al 30 de junio de 2019