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Los estragos del electoralismo

viernes 05 de julio de 2019, 16:44h

Las recientes elecciones municipales y autonómicas e incluso las generales están dejando muy tocadas y en crisis a varias fuerzas políticas de izquierdas y del espectro progresista. En esta ocasión, excepto en Cataluña y el País Vasco el PSOE se ha impuesto en todas partes, con mejor o peor suerte final. Los gurús políticos de Unidas Podemos, IU y otras fuerzas de izquierdas, siempre han medido mal la implantación del socialismo en España, nunca han sido conscientes de las dificultades de liquidar “su” problema.

Cierto que el PSOE renovado no se comporta más que en contadas excepciones como un partido socialista y menos obrero, pero tal vez a pesar de sus barones y dirigentes, lo es. Así lo percibe gran parte del electorado de izquierdas. Luego la solución es ser socialista y serlo de convicción. El socialismo internacional, en contra de lo que los media sistémicos nos hacen ver, tiene síntomas de reverdecer y ahí están los casos británico y estadounidense e incluso el de Portugal. Pero esto no se ve insisto, por parte de ciertos asesores. Vamos a construir el llamado “socialismo millennial”, por cierto, muy clásico.

Yo entiendo que es muy duro para cierta izquierda reconocer esta realidad que desde 1921 se trata de imponer. El PCI (partido comunista italiano) si fue consciente y por eso actúo como un partido socialista, de hecho lo era y sus peores decisiones fueron las realizadas siguiendo instrucciones de la URSS.

No lo digo porque yo crea que el comunismo, está a la izquierda del socialismo, no lo está, pues el estalinismo no fue izquierda, fue otra cosa y con mucho de ultranacionalismo patriótico y los partidos comunistas cuando han gobernado en democracia, lo que han hecho ha sido implementar medidas socialdemócratas. En mi opinión el programa más a la izquierda que ha habido en el mundo tras unas elecciones, fue el de los laboristas británicos de 1945 con sus nacionalizaciones industriales, la creación de la sanidad pública y un ambicioso y exitoso programa de vivienda obrera que ejecutó un ministro que es el maestro de Corbyn.

Por eso, cuando tras las elecciones de mayo de 2019 gran parte de la izquierda clásica catalana (ICV, EUIA) entra en una profunda discusión y en no saber muy bien qué hacer, taponada entre el PSC y ERC, creo que tan solo un socialismo democrático por la libre federación de los pueblos, puede ser el revulsivo que aclare a tanta descolocación. Por otra parte el momento actual de búsqueda de una solución independiente para Cataluña, no es nueva, sería la quinta vez y esto también lo han y hemos de analizar y actuar en consecuencia.

Pero también IU del resto del Estado está en una profunda crisis. Deben decidir entre el populismo, seguir y fenecer o el socialismo, entendido como tal, no como socioliberalismo. En el socialismo clásico podemos encontrar muchas respuestas. El sistema si lo sabe, por eso su primera ocupación en la transición fue secuestrar al PSOE.

Pablo Iglesias y los socialistas fundadores tardaron décadas en convertir el PSOE en una opción electoral de éxito. Tardaron tiempo en levantar un partido con votantes. Eso ¿Porque ocurrió? Era su mensaje malo o no interesaba a la clase obrera, podemos preguntarnos. No, afirmo, era el sistema electoral, el caciquismo, el fraude, la corrupción. Era un muro ¿Acaso ese muro en todavía peores condiciones no existe hoy? Eso es lo primero, ser conscientes de que el fraude, la corrupción, el dinero, el poder de los ricos existe y jamás va a favorecer a quienes queremos acabar con la desigualdad, con la corrupción sistémica y conseguir que haya democracia.

La democracia no llegó a este país sino con la II República, antes no existía. La historia es la maestra de la vida. Esa fue la clave de los partidos socialistas hasta los años cincuenta del siglo pasado, saber que solo con elecciones no se cambia nada y que sin tejido social, organización politica e intervención en las reivindicaciones obreras, feministas, sindicales, sociales y culturales, no cambia nada, ni se pueden ganar elecciones.

Creyeron en el partido y su fortaleza, en la organización, en que sí que hay clases. La clase trabajadora necesita su partido y hoy la clase es la del siglo XXI claro, pero existe y en condiciones que vuelven a ser las mismas que las de los inicios del siglo XX, eso sí con comida basura muy barata y con camisas y camisetas muy baratas fabricadas en Asia.

Que nadie busque soluciones dejando al 80% de la izquierda fuera.

Carlos Martínez García

Politólogo y ex portuario. Miembro de la plataforma socialista pro PSF.

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