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Verano del 36: un golpe de estado; soldados y milicianos. Buscando la verdad

lunes 19 de agosto de 2019, 15:33h

Cuando el 17 de Julio de 1936 comienza el golpe de estado propiciado por jefes y generales monárquicos y ultraconservadores, autoritarios, carlistas y algún falangista comienza un hecho histórico, ocultado, disfrazado, romántico, cruel y criminal. Un golpe que el relato construido por el franquismo y que pervive trata como inevitable movimiento salvador y oculta que la República era legitima, había una Constitución vigente y un estado, además de un gobierno electo democráticamente de la coalición del Frente Popular integrado por liberales republicanos, republicanos de izquierda y nacionalistas catalanes, pues en ese momento el partido mayoritario del FP el PSOE y el minoritario el PCE no formaban parte del Gobierno de España aunque lo apoyaban y estaban coaligados.

Cuando el golpe se produce la actuación del gobierno, es caótica y confusa y tan solo le responden casi en su totalidad las fuerzas de seguridad y asalto es decir buena parte de la Guardia Civil, la mayoría clara del cuerpo de Carabineros y la inmensa mayoría de la Guardia de Asalto. Los generales jefes de las divisiones orgánicas (capitanías generales) son fieles prácticamente todos y una parte de los regimientos o bien son fieles o bien están expectantes. La acción golpista inicial la llevan adelante el ejército de África con 47.000 efectivos y que es la flor y nata del ejército de la época más guarniciones como las de Sevilla, Zaragoza, Burgos, Valladolid o Coruña. En Pamplona las milicias carlistas de los tercios del Requeté son imprescindibles tras asesinar Mola al jefe de la Guardia Civil.

Inmediatamente las fuerzas golpistas sitúan en vanguardia a milicias de Falange que así se autodenominaban, carlistas, derechistas monárquicos y miembros de la CEDA. Es decir una base miliciana fascista clave para reprimir, asesinar, sembrar el terror siguiendo un plan establecido. Frente al golpe de estado, los sindicatos CNT y UGT declaran la huelga general y se echan a la calle a ocupar puntos estratégicos y reclamar armas para el pueblo. Tanto UGT como CNT y los caballeristas del PSOE reclaman infructuosamente durante al menos cuarenta y ocho horas unas armas que el gobierno liberal del Frente Popular teme darles. A pesar de eso los primeros grupos sindicales más organizados con apoyo de los guardias civiles, carabineros y guardias de asalto frenan el golpe en las principales ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia y en pocos días se forman las primeras columnas sindicales, al poco tiempo los comunistas forman su Quinto Regimiento en Madrid. En ambas partes hay militares, unidades del Ejército, Guardia Civil y milicianos civiles en armas de organizaciones de una u otra ideología.

En ambos bandos las milicias, los milicianos civiles, ocupan en los inicios de la Guerra tras el golpe de estado fallido, un importante papel en sus operativos. Si bien el Ejército de África juega un importante papel desde el principio en la zona sublevada y es traslado a la península vía Sevilla con el apoyo alemán. También ya incluso con anterioridad la intervención italiana comienza pues Mussolini había subvencionado a la Falange y armado y entrenado a cuadros del Requeté navarro.

Y ahí entra el relato vencedor: los milicianos. La versión franquista es que el “bando republicano” fue sostenido y defendido por milicianos a lo largo de toda la larga guerra civil. Los milicianos republicanos auspiciados de inicio por los sindicatos de forma exponencial, fueron claves en la defensa de la Republica legal y legítima. Pero tras los avances de los golpistas monárquicos y fascistas, así como la previsible duración de la Guerra, el presidente del Gobierno y ministro de defensa Francisco Largo Caballero emite un decreto creando el Ejército Popular, pues para frenar el golpe y torpemente la República había licenciado todo el ejército. Lo hace ya en Octubre de 1936 y se crean las primeras Brigadas Mixtas que será la unidad militar básica republicana, tomando como esqueleto a unidades militares fieles que todavía siguen organizadas y a milicias obreras. Se produce entonces la militarización. Tan solo algunas columnas anarquistas se niegan y conocido es el caso de los valencianos de la Columna de Hierro, que por cierto la acaba aceptando por presiones de la CNT. Pero todas las columnas milicianas, incluida la inmensa mayoría de las confederales, aceptan la militarización. Por tanto todos pasan a ser soldados y militares. Un total de 8.929 oficiales profesionales siguen en territorio de control republicano. De estos con fidelidad probada y con todas sus consecuencias y hasta el final 4.771. La mayoría de los coroneles y generales son fieles a la República. Sostengo pues que la clave de la victoria golpista, no fueron los mandos, sino las graves carencias materiales y de armamento, de transportes y de logística de los republicanos.

Pero en el bando golpista ocurre algo similar, es decir Franco una vez proclamado jefe rebelde el 1 de Octubre del 36 ordena la militarización de las milicias y también sobre todo entre los falangistas encuentra cierta oposición. El jefe falangista Manuel Hedilla se opone a perder el control sobre sus milicianos y es encarcelado. Los requetés la aceptan mejor pues constituyen más un ejército, el carlista, que una milicia en su estructura. Así pues me pregunto ¿Por qué solo a los defensores de la República se les llama milicianos? Es muy sencillo, porque se hace para justificar el golpe afirmando falsamente que fue un golpe militar, del ejército español, y no una asonada de un sector del ejército que el Gobierno legal por cierto, disolvió, expulso del ejército y licencio a las unidades sublevadas. Vale que fue sobre el papel, pero lo cierto es que la legalidad militar facciosa desapareció y por tanto una forma de justificar su orden y legalidad castrense por parte de los sublevados, fue a partir de ese momento hablar solo de milicianos al referirse a al Ejercito Popular. Por cierto en el relato fascista caen muchos progresistas y personas de izquierdas, influidas sin duda por el relato de los vencedores.

Los militares rebeldes eran solo eso, unos facciosos. No pretendemos ignorar ni olvidar que en la zona republicana se produce una revolución social muy importante y olvidada pues el PCE y los sectores liberales republicanos no la apoyaban. Que ambos sindicatos colectivizan tierras y fábricas y el control obrero se hace con numerosas áreas de la producción lo que resulta clave pues muchos patronos huyen, son perseguidos o dejan abandonados sus centros de producción y fincas. La clase trabajadora crea instituciones revolucionarias que hacen cargo de muchos elementos de la distribución, transportes y abastos, por cierto con éxito. Pero el decreto de militarización de Octubre de 1936 emitido por un socialista de izquierdas y obrero que apoya la revolución, como era Largo Caballero fue cumplido y tan solo alguna resistencia menor se produjo.

Por tanto, los milicianos a partir de ese momento constituyen parte del ejército. Muchos de los milicianos iniciales pasan a ser cuadros castrenses y se convierten en gran parte de los sargentos, tenientes y capitanes del ejército leal a lo largo de 1937. A mayor abundamiento los procedentes de la escala de milicias como se llaman los grados de guerra no pueden ascender más allá de tenientes coroneles, por lo que resulta ser mentira los ascensos de leyenda a general de algunos tenientes coroneles del Ejercito Popular que muchos fans de cierto partido otorgan a sus “héroes”, lo cierto es que la República midió mucho sus ascensos y ocurrió como en todas las guerras ocurre que comandantes y tenientes coroneles tanto profesionales, como “en campaña” (de las academias militares de guerra), como de la escala de milicias mandaron brigadas mixtas, divisiones, cuerpos de ejército e incluso algún ejército de los varios que tuvo el ejército popular.

Hay muchas más mentiras, pero todas el mismo día no se pueden silenciar. Por lo pronto ya es hora de reivindicar a aquellos obreros, maestros, abogados, agricultores… Transformados en soldados y que en muchos casos ascendidos a oficiales y jefes dieron su vida por la República y demasiados olvidados algunos por razón de nacimiento (haber nacido en Hellin o Algemesí y no en Lublin, por ejemplo) o militancia sindical y politica, son ignorados. Ellos fueron el ejército. Los otros una partida de facciosos y golpistas.

Por tanto de un golpe de estado, no puede emanar ninguna legalidad posterior y los jefes y oficiales leales deben ver su honor y valor reconocidos. Es más, ellos eran los verdaderos militares.

Carlos Martínez García

Politólogo y ex portuario. Miembro de la plataforma socialista pro PSF.

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