Albert Rivera es el líder nacional más tocado y hundido con la repetición electoral y todos parece indicar que toda su estrategia política le ha salido mal desde abril. Si bien entonces, en la primera cita en la urnas, celebraba sus 57 escaños, casi empatando con el PP, que logró 66, ahora las encuestas entierran su futuro.
Rivera apostó por una línea dura basada en castigar al PSOE, evitando cualquier pacto pese a que era el único que cuadraba tanto en acercamiento ideológico como en escaños para formar gtobierno. El líder del partido impuso a Ciudadanos un veto a los socialistas y lo extendió a las autonómicas y municipales de mayo, evitando ejecutivos de concentración con el PSOE en regiones como Madrid, Castilla y León, Murcia... Asimismo, se negó a acordar la alcaldía de Madrid con los socialistas, y sólo el verso suelto de Manuel Valls en Barcelona permitió un pacto por ese lado.
Rivera sólo se alió con el PP y Vox, imponiendo una derechización del partido, lo que provocó numerosas dimisiones y renuncias de miembros del mismo, incluso de importantes fundadores de Ciudadanos. Pero nada le hizo temblar el pulso y con mano de hierro dejó clara su ruta, sólo modificada a última hora, ofreciendo a Pedro Sánchez su abstención para facilitar la investidura en septiembre a cambio de entregar Navarra, imponer el artículo 155 en Cataluña y no subir impuestos.
Actualmente Rivera podría ver cómo toda su estrategia se va al traste con la repetición electoral. Querer sustituir al PP le ha salido mal y los de Pablo Casado ahora mismo están bien señalados en las encuestas, con casi 100 diputados, mientras que los naranjas perderían sus 57 escaños actuales para pasar a 35-45, como en los últimos sondeos. Su partido dejará de ser determinante y tendrá casi el mismo valor de nuevo que Unidas Podemos, como hace 2 legislaturas.
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