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La encrucijada estratégica del Partido Popular

domingo 15 de diciembre de 2019, 10:49h

La intervención de Pablo Casado en la comida de Navidad del PP de la Comunidad de Madrid, este sábado 14 de diciembre, ha constituido un verdadero alegato político. En ella ha hecho un recuento de las razones que le llevan a elegir una de las dos opciones estratégicas que se le presentan al PP, de cara a la investidura de Pedro Sánchez. Ha sido una intervención densa, donde ha hecho un balance del último año, aunque también del período que va desde Rodríguez Zapatero a Pedro Sánchez, para señalar la dinámica profunda del PSOE que explica ese reciente apoyo plebiscitario al acuerdo con Podemos. También ha ratificado la posición favorable del PP a asistir a esa ronda de consultas con los presidentes autonómicos que ha planteado Sánchez, aunque sepa que lo ha hecho “para camuflar la reunión con Torra que le ha exigido ERC”. En realidad, el discurso de Casado se dirigía tanto a sus votantes como hacia el interior de su propio partido. En el fondo, ha tratado de anticipar el resultado de su reunión solicitada por Sánchez este lunes, para que propios y ajenos no se sorprendan del rechazo del PP a la investidura del líder socialista.

Al defender una de las dos opciones, Casado no ha tenido mas remedio que compararla con la otra alternativa. En síntesis, la encrucijada que enfrenta el PP puede sintetizarse así: a) se ofrece para hacer una “abstención patriótica” que permita a Sánchez hacer un gobierno que no dependa de Podemos, pero sobre todo de los independentistas; b) vota en contra de la investidura del candidato socialista y deja que éste busque los apoyos con los nacionalistas, haciendo para ello las concesiones que considere necesarias.

La primera opción tiene hipotéticamente dos versiones. Una, más rotunda, ofreciéndose a formar una gran coalición de gobierno, que sería normal en Alemania, pero poco verosímil en España. La otra, más ligera, consistiría en eso que reclama insistentemente Sánchez, una abstención del PP que permitiría al PSOE no depender del voto de los secesionistas. En principio, esta opción supone una mayor seguridad de operar dentro de los márgenes de la Constitución, por lo que muchos populares han planteado que el PP debería estar dispuesto a sacrificarse por la estabilidad y la gobernabilidad del país. Sobre todo, teniendo en cuenta que el PP ha subrayado que está dispuesto a apoyar al Gobierno resultante mediante pactos de Estado sobre los presupuestos, la cuestión territorial, la política europea, entre otros. Si el PP iniciara una ofensiva en este sentido, ofreciendo la abstención a cambio de un proceso de negociación programática, además de sorprender a Sánchez, poniéndole en un brete, se libraría de la acusación de ser el principal factor de bloqueo, que, además, podría conducir a unas indeseables nuevas elecciones. Cierto, hay un riesgo de que, en este contexto, Vox quiera apoderarse del papel de verdadera oposición. Pero también es cierto que el PP tendría, desde esa perspectiva colaboradora, más facilidad para pescar en el caladero del voto de centro que perdió Ciudadanos.

Sin embargo, la otra opción (votar en contra de la investidura de Sánchez) también presenta ventajas apreciables. El perfil opositor del PP queda más claro, algo que en principio le puede favorecer en términos partidarios de alternativa de gobierno. Además, tendría a Sánchez en el lugar que tanto el PP como Cs siempre han querido: cociéndose en su propia salsa con populistas y separatistas. Es decir, gestionando un gobierno Frankenstein, lleno de cesiones y contradicciones, tremendamente fácil de cuestionar desde la oposición, que no duraría mucho y podría facilitar el retorno triunfante del PP al Gobierno.

Desde luego, el costo de este gobierno Frankenstein, mientras durara, podría ser considerablemente alto para el país. Por eso parece a primera vista más patriótica la opción de abstenerse. Contra esta idea ha dirigido Casado sus argumentos más afilados. El dirigente popular ha puesto especial énfasis en subrayar que el principal problema de esta opción es que tendrían que confiar en Sánchez durante la legislatura y eso es algo utópico tratándose del mayor tramposo de la política española. ¿Quién nos garantiza, dice Casado, que Sánchez cumpliría los acuerdos con las fuerzas constitucionalistas realizados a cambio de abstenernos en la investidura para que se mantenga en la Moncloa?

Y hay que reconocer que no le falta razón al dirigente de los populares. Ahora bien, la cuestión es que ese riesgo de incumplimiento también estaría presente en los pactos de Estado que el PP está dispuesto a hacer luego de que Sánchez obtuviera la investidura con Podemos y los nacionalistas. En realidad, la mayor debilidad argumental de Casado refiere precisamente al tema que ha estado ausente en su importante intervención: no ha dicho una sola palabra del posible escenario que se plantearía si Sánchez no consiguiera el apoyo de ERC. La idea de la posibilidad de unas nuevas elecciones ha brillado por su ausencia en su discurso.

Es decir, su afirmación de que el PP adopta su posición sobre la base de principios, principalmente constitucionales, debe relativizarse. También es sensible a las ofensivas mediáticas y la presión de las redes sociales. Por ello, ha buscado una salida por la calle del medio, al sugerir que, si Sánchez no logra los apoyos para su investidura, debería dejar paso a que otras fórmulas políticas lo intenten. Pero eso es, en el fondo, una cortina de humo. Sabe que Sánchez no accedería a ello y que antes estaría dispuesto a forzar esas indeseadas terceras elecciones.

Es decir, Casado opta por el rechazo a la investidura de Sánchez tanto si el dirigente socialista consigue el apoyo de ERC como si no lo consigue. Lo cual significa que encaja la posibilidad de tener que ir a una nueva cita electoral, aunque no quiera ni mencionarlo.

Casado ha realizado un balance del PP en 2019 fundamentalmente positivo, como el año de la remontada. Puede que no le falte demasiada razón. Pero en lo que se equivoca es en afirmar que el PP ya tiene las condiciones aseguradas para no temerle a las turbulencias que aparecen en el horizonte político inmediato. Elegir cualquiera de las dos opciones estratégicas en la presente coyuntura tiene sus ventajas y sus inconvenientes. En definitiva, salir bien de la presente encrucijada depende de muchos factores y no solo de la manifiesta determinación que muestra el líder del Partido Popular.

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