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¡Gracias Europa!

domingo 22 de diciembre de 2019, 10:22h

La sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre la inmunidad de Oriol Junqueras sitúa a la sociedad española ante la necesidad de una reflexión colectiva. Esta resolución judicial coloca a España ante un espejo y la sitúa en el contexto político y cultural de la Unión Europea. Ante esta situación, caben diferentes reacciones. Una, que ha recogido rápidamente Vox, consiste en señalar a la Unión Europea como agresora de nuestra soberanía nacional, desde una perspectiva aceleradamente euroescéptica, cuando no eurofóbica. Pero caben otras visiones. A mí me parece una buena ocasión para entender cómo se produce este hecho y qué aspectos pueden ser provechosos para el futuro. Enumero, pues, las razones por las que puede agradecerse a Europa por esta situación.

Ante todo, gracias Europa, por recordarnos el peso que tiene la justicia europea en juicios nacionales que son aparentemente asuntos internos. Hay que reconocer que el Magistrado Manuel Marchena tenía toda la razón cuando dirigió el proceso y orientó los cargos al proces teniendo en mente la justicia europea. Mantener el cargo de rebelión en medio de críticas de los círculos judiciales europeos era abrir una vía de agua bajo la línea de flotación de la sentencia contra el proces. Puede que, de acuerdo a la legislación española, encajara mejor el cargo de rebelión que el de sedición, pero era necesario blindar la sentencia del Tribunal Supremo, dentro y fuera del país En realidad, hoy se abre una discusión más amplia en la Unión Europea sobre si se mantiene el principio de que son los sistemas judiciales nacionales los que operan las leyes de cada país o bien los tribunales europeos están por encima de los sistemas nacionales.

Gracias también por desacralizar el papel de la judicatura en España y Europa. El núcleo de la sentencia del Tribunal Europeo viene a enmendar el error cometido por el Tribunal Supremo español acerca de cuando comenzaba la inmunidad de eurodiputado electo Oriol Junqueras. Lo cual significa, de hecho, que los jueces no son infalibles y pueden cometer errores gruesos. Esa imagen endiosada del juez, que es infalible cuando emite sentencia, corresponde a siglos pasados. Ahora la potestad judicial la entrega la ciudadanía a través del Estado de Derecho y la aceptación de las sentencias judiciales es un consenso democrático que no guarda relación con la supuesta infalibilidad de los jueces. El error principal del Tribunal Supremo en esta ocasión consistió en no permitir que Junquera acudiera a recoger su acta de eurodiputado, de igual manera que lo había hecho para recoger su acta de diputado de las Cortes. Un error que fue acompañado de otro: solicitar al Tribunal Europeo su opinión sobre el caso. Dos equivocaciones juntas que ahora se han traducido en un lio considerable.

Gracias al TJUE por reflejar la percepción sociocultural de España que aún permanece en diversos ámbitos europeos. Es decir, gracias por dejar claro que todavía hay colectivos europeos que miran por encima del hombro a las instituciones y los procesos judiciales españoles. Se trata de una combinación de supremacía eurocéntrica y de envidia soterrada. España sigue siendo vista como un país con resabios de atraso, que, sin embargo, vive mejor que ellos. Es cierto que tiene mucho desempleo, pero, a sus ojos, siguen tomándose unas cañas de vez en cuando, bajo un sol cálido. Por eso tienen la mayor esperanza de vida de Europa. Y ya se sabe que la interpretación de las leyes por parte de los jueces no solo depende de su correcta lectura sino también de su sana crítica del contexto en que se dan los hechos. Es por ese flanco que los jueces belgas cuelan sus viejas y nuevas aprensiones sobre la justicia española.

Gracias por ofrecernos la oportunidad de dar una respuesta colectiva que defienda al sistema judicial español sin rechazar el europeo. La compleja situación creada permite una ocasión oportuna para que las fuerzas políticas españolas puedan establecer un acuerdo común de defensa del sistema judicial español, sin necesidad de ocultar errores, que fortalezca la sentencia emitida sobre los protagonistas del proces, pero, al mismo tiempo, encaje la sentencia del TJUE. Una especie de pacto de Estado entre las fuerzas políticas para defender los tribunales españoles sin desconocer los europeos. Y, en todo caso, denunciar a quienes debiliten esa defensa a causa de otros factores, como, por ejemplo, el desarrollo de pactos políticos paralelos.

Asimismo, gracias por señalarnos la debilidad de una política exterior que minimice los ataques del secesionismo a la imagen internacional de España. La actitud de la diplomacia española de no darle importancia a la acción del separatismo en el exterior hace muy poco que fue abandonada. La política proactiva actual sigue siendo débil y todavía tiene que convivir con las “embajadas” catalanas en Europa y América. La supresión de tales “embajadas” debería ser el primero de los actos de recuperación de una imagen respetable de España en el exterior, además de impulsar iniciativas como la Marca España y otras.

Gracias igualmente por demostrar, con hechos, quien es el principal beneficiario de la prolongación del conflicto en Cataluña. La ausencia de un detenimiento de la actividad del secesionismo y su consecuente prolongación en términos de conflicto ofrece la oportunidad al independentismo de capturar hechos puntuales que surgen en unos espacios u otros, los cuales son transformados automáticamente en rotundas victorias y enormes alegrías. Mientras el conflicto se prolongue, hechos como esta sentencia del TJUE, alimentarán el discurso secesionista, a la espera de aprovechar cualquier otra circunstancia. Y todo ello mientras los niños y adolescentes educados en catalán contra la España opresora alcanzan los 18 años y el cauce electoral independentista crece progresivamente. Lo dice claramente la ponencia política aprobada en el reciente congreso de ERC. Por cierto, estos picos de gozo secesionista no resultan propicios para intervenir la comunidad autónoma, desde luego. El problema consiste en que los momentos propicios (declaraciones unilaterales del Parlament, días de calles incendiadas en Barcelona, etc.) tampoco se aprovechan para detener la deriva secesionista. Y mientras tanto, la nave va. Un dialogo ficticio acompaña la prolongación del proces, a la espera de la próxima oportunidad favorable.

Y, sobre todo, gracias por reventar la legitimidad de la investidura de Pedro Sánchez. Ya somos legión los que opinamos que esa investidura no tendrá lugar este año. En una nota anterior, apuntaba que las últimas semanas de diciembre están repletas de eventos que hacen más difícil a ERC inclinarse por la abstención en la sesión de investidura. Con la euforia que ha provocado en el independentismo esta sentencia, ERC se ha metido de patas en un pantano de difícil salida: ha conectado el espacio judicial con el espacio político, solicitando a Sánchez que apriete a la Abogacía del Estado y a la Fiscalía para que la sentencia europea opere completamente a favor de los sentenciados. Sin embargo, la ponencia aprobada en el congreso de ERC y el propio Oriol Junqueras desde la cárcel, han optado por una estrategia combinada: mucha dureza y rotundidad en los objetivos (“la independencia es irreversible y un nuevo referéndum inevitable”), pero circunscriben la exigencia al PSOE a un gesto de la Abogacía del Estado para lograr que el Supremo permita la puesta en libertad de Oriol Junqueras. Ello coloca a la Abogacía del Estado ante una difícil encrucijada. Si interpreta la sentencia del TJUE a favor de Junqueras, eso sería divergir del criterio del Tribunal Supremo, que no parece muy dispuesto a variar la situación concreta de Junqueras. Así las cosas, en los próximos días habrá que ver si ERC viste de un camuflaje suficiente su abstención en la investidura, ante la constatación de que Junqueras no abandona la prisión, o bien el Gobierno de Sánchez no se pone límites en la presión al sistema judicial español para satisfacer la demanda de ERC y así, se deslegitima como autoridad del Estado Democrático de Derecho.

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