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Demócratas y Demócratas

Demócratas y Demócratas

martes 12 de febrero de 2008, 02:13h
La muerte de Volodia Teitelboim Volosky tuvo el mérito de poner en los medios un tema cuyo tratamiento pareciera encontrarse en desuso entre nosotros:  la democracia. En forma unívoca la prensa nacional no lo considera.  Como en su abrumadora mayoría presenta un cariz ideológico monocorde, la agenda no contiene algunas cuestiones valóricas complejas. 

Decidí escribir esta nota al leer una columna de opinión  en la revista El Sábado, de El Mercurio. Se trataba de un homenaje.  Sólo que apareciera allí algo que pretendía ser laudatorio para el líder desaparecido, era un aporte generoso.  Y su autora lo remarcaba. 
  
Sin embargo, cada cierto número de caracteres recordaba que Volodia, pese a todas  sus bondades, no era un demócrata. Había muerto un comunista.  Alguien que respetaba el sistema, pero que no compartía, por ejemplo, el respeto de los Derechos Humanos.  Jamás denunció su atropello en regímenes del signo de la ideología que él profesaba.

Creo que la actitud de Volodia puede tener muchas explicaciones.  Lo conocí en términos profesionales y siempre fue grato compartir con él. En una oportunidad abordamos el tema de la URSS y se explayó acerca de su desmoronamiento. Su conclusión era una sola:  los líderes no habían estado a la altura de las circunstancias. La opacidad de Brezhnev era casi el símbolo.  Y se desprendía de sus palabras que las estructuras del aparato político estaban anquilosadas. El pueblo había sido dejado de lado.  ¿Por qué no hizo estos señalamientos públicamente? ¿Era necesario que los  hiciera?

Pero la actitud de Volodia es una excusa para abordar el tema de la democracia.  No pretendo defenderlo, sería una desmesura. Simplemente quiero decir que la democracia es un sistema político que pone al pueblo en el primer plano.  En sus manos ubica los hilos del poder que manejan el gobierno.  Eso es, en teoría, la democracia.

Los sistemas, con su estructura valórica, normalmente son influenciados y orientados por los contenidos políticos que acompañan a quienes los manejan. El socialismo privilegia la igualdad, mientras el capitalismo privilegia la libertad. ¿En qué pie quedan los DD.HH.?  En ambos esquemas se los privilegia, al menos en la utopía.  Por eso es que los regímenes socialistas hablaban de democracias populares para diferenciarlas de las democracias representativas capitalistas.

Me explico que el tema no esté en la agenda de los medios de comunicación locales.  Es mejor no plantearse frente a una cuestión tan espinuda.

¿Qué respuesta tendríamos aquí para la participación que la ciudadanía exige? ¿A usted le preguntaron si quería pagar en las autopistas?  ¿O si estaba dispuesto a ver que se dispararan las cuentas de los servicios básicos, debido a las privatizaciones?  ¿O si le gusta que la educación tenga varias categorías, dependiendo de los ingresos? ¿El sistema electoral es equitativo con todas las visiones que coexisten en un país? ¿Los chilenos creen realmente que la Justicia es igual para todos?  Las encuestas dicen que no.

Todas estas son zonas en que los DD.HH. se encuentran presentes y que la democracia debería resolver de manera adecuada. Me dirán que: “Mal de muchos es consuelo de tontos”. No me quedaría más que coincidir con quienes me lancen tal aserto.  Pero tal como condeno que el ciudadano no pueda viajar fuera del país por disposición oficial, me parece tramposo sostener que la democracia chilena si aporta esa libertad sometida sólo a la disponibilidad de medios. Ahí entramos en el reparto de la riqueza.  Y ese es un DD.HH. que aquí no se menciona. No es tema.

Desde la perspectiva democrática también rechazo el atropello al derecho esencial a la libertad de expresión.  Problema que no tenemos en Chile, me respondería la articulista que me inspiró.  Pues, se equivoca.  Lo tenemos.  ¿O es libertad de expresión contar con una prensa que sólo da las versiones que un sector ideológico considera necesario que conozcamos?

La democracia pone en manos del pueblo su destino. Y le otorga las herramientas indispensables para que guíe la barca hacia el mejor futuro que crea puede alcanzar. En Chile esa teoría no se cumple.  Aquí hemos perdido las riquezas básicas, vendidas a precio vil.  Si el cobre es de todos los chilenos ¿por qué tiene que venir una transnacional y llevárselo dejando sólo un gran hueco en la geografía y en las esperanzas de la gente?

No, no coincido con la columnista mercurial.  En Chile no podemos dar clases de democracia ni de respeto a los DD.HH.  La humildad nunca es mala compañera para los pueblos, sobre todo cuando éstos vienen saliendo de realidades atroces. Pero eso la derecha no lo comprende.  En dictadura y en democracia sigue exhibiendo la misma soberbia.  Tal vez porque en ambas ejerce el poder.

Volodia me permitió hablar de democracia. Los grandes tienen la eternidad para esperar.  Él, sin embargo, intentó llevar adelante sus sueños en este aquí y ahora tan poco utópico.  Un esfuerzo en el que nunca cambió de ruta.  Y fue urdiendo un tramado lleno de pasión, generosidad y mesura.  Un gran manto en el que arropó su existencia  y trató que extenderlo a tantos chilenos que en su larga existencia pasaron por este mundo con pocas esperanzas y menos felicidad. ¿Fue un demócrata?

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Wilson Tapia Villalobos
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