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¡Señora, sí, señora!

sábado 12 de abril de 2008, 13:00h
Carmen Chacón bate todos los records al llegar al ministerio de Defensa: La primera mujer, embarazada y la más joven que ha pasado hasta ahora por Castellana 109. Las primeras “quinielas” de los medios de comunicación señalaban a Elena Salgado, pero estamos acostumbrados a cambios de última hora en esta cartera. De haber sido cierta la filtración de que en un primer momento fuese la titular de Administraciones Públicas la que estaba en las listas de Zapatero, cabe pensar que alguna sugerencia de la alta magistratura del Estado pueda haber influido en el  cambio. Siempre se ha dicho que el Rey, por razones de costumbre no de norma escrita, a veces hace esta sugerencia, como pudo ocurrir en el caso de Eduardo Serra en el primer Gobierno de Aznar o con el propio José Bono en el de Zapatero. Sea como fuere, este ministerio de gran peso hace historia al ser designada una mujer para dirigirlo.

 Desde que se comenzó a hablar de la posibilidad de que una mujer obtuviera esta cartera, muchos se han preguntado cómo lo tomarían los militares, cuando la realidad es que, desde hace muchos años, el mando militar ha demostrado solamente una cosa ante los nombramientos en su ministerio: fidelidad. Y fidelidad, incluso, cuando algunos de sus titulares no eran precisamente santos de su devoción, no tanto por su perfil político, sino por su manera de actuar a lo largo de su mandato, creando problemas donde no los había o con decisiones que no han beneficiado, ni mucho menos, a la “cosa militar”. Será pues esta misma fidelidad la que se encuentre Carmen Chacón desde el primer momento en que haya jurado su cargo.

Para las fuentes militares que se han consultado, el ministro debe ser un buen gestor – y Carmen Chacón tiene las características para serlo - que sepa rodearse de dos figuras muy capaces como sus manos derecha e izquierda y serán el secretario de Estado y el subsecretario los que lleven el peso de planificaciones, propuestas y decisiones que deba hacer o tomar el ministro. Evito las cuestiones de género en la gramática porque siempre me parecieron espurias y por supuesto que se entiende que esos cargos también pueden ser ocupados por hombres como por mujeres.

Con la fidelidad de “la parte militar” asegurada, como decíamos, Carmen Chacón y sus colaboradores tendrán que enfrentarse a retos importantes en el campo de la Defensa y de la política militar. Quizás el mas importante sea el desarrollo de la recientemente aprobada Ley de la Carrera Militar, con todo lo que conlleva. Afecta al personal de manera muy directa y aunque ya prevé, por ejemplo, la reducción del generalato y el aumento de empleos de menor rango, debe apresurarse en su desarrollo para que, por ejemplo, no se den casos de mandos que en poco tiempo pasan a la situación de disponibles con todo lo que eso conlleva, por los cambios de legislación.

En este apartado se debe también tener en cuenta el voluntariado para el ingreso en las Fuerzas Armadas. Aunque ya comienzan a casi cumplirse las previsiones, algo hay que hacer para borrar ese casi y llegar a los efectivos necesarios sin que tengan los militares que hacer frente a sus misiones en una precariedad constante que la llegada de emigrantes a los ejércitos ha venido a paliar pero no a resolver.

En cuanto al material, casi todo está encaminado, pero es un sector de primera importancia al que siempre debe prestarse especial atención y cuya renovación e investigación son prioridades en la gestión del ministerio, íntimamente ligadas a la industria militar. Habría que preguntarle a la ministra si tiene algo que decir en cuanto ala venta de armas y municiones, que proporcionan divisas, pero que a veces van a parar a países donde el respeto de los derechos humanos no es precisamente una de sus características.

Defensa juega también un papel importante en la Política exterior española y las relaciones de su titular con el ministro de Asuntos exteriores deben ser, incluso, más fluidas que entre las que son de obligación entre miembros de un mismo gabinete. La presencia de nuestras tropas en misiones en el extranjero han sido hasta ahora ejemplares y para que sigan siéndolo, la atención del ministro en este asunto tendrá que ser también de primera magnitud.

La Ley de Defensa, en uno de sus apartados, ordena la elaboración de la Ley de Derechos y Deberes de los Militares, extremo a la que hasta ahora nadie se ha atrevido a “meter mano” por lo delicado de el asociacionismo militar que los mandos militares temen que se convierta en sindicación. Este último extremo, además de inadmisible a mi juicio, es imposible por mandato constitucional, pero sí se debe resolver el asunto del asociacionismo, en la práctica caminando por los vericuetos que les proporciona la ley y por sentencias a favor del Tribunal Constitucional. En unos días se reúne en España el Euromil que agrupa a todas las asociaciones de los ejércitos europeos – más de doscientos mil afiliados, según sus datos – y puede ser un momento para que la AUME, principal asociación profesional militar en el Ejército, deje claro que sus reivindicaciones no caminan por la senda sindicalista ni siquiera camuflada. Pero es más importante que Defensa haga frente a esta prioridad, la Ley de Deberes y derechos y que se agilice la de las nuevas Reales Ordenanzas ya casi finalizada.

Un gato al que hay que ponerle cascabel -y no es gato fácil -es al CNI,(Comunidad nacional de Inteligencia) cuyo director, Alberto Sáinz fue hombre de confianza puesto por Bono y mantenido por Alonso, pero que el ministro Rubalcaba no parece ver con buenos ojos habida cuenta del poco rédito que ha sacado de ese organismo en la lucha contra el terrorismo, según el ministerio de Interior. El cargo de director del CNI “quema” mucho y no es difícil pensar que será uno de los cambios a los que deberá enfrentarse Carmen Chacón. Ningún ministro, salvo quizá Serra y Bono, han controlado a los espías españoles, y este asunto, salvo que prefiera mirar a otro lado, cosa poco recomendable, debe estar en la agenda de la nueva ministra entre los primeros lugares.

En definitiva que nadie se preocupe por la actitud de los militares ante una mujer al frente de defensa, por mucho que algunos medios tratarán, y espero equivocarme, de buscar tres pies al gato. Si fuésemos militares americanos, no tendríamos empacho a gritar desde el primer tiempo del saludo¡”Señora, sí, señora”! Lo que sucede es que esa expresión, por aquí no se lleva.
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