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Pekín '08: Sin récords y sin derechos humanos

·La capital china albergará los XXIX Juegos Olímpicos desde el 8 de agosto

lunes 14 de enero de 2008, 18:52h

“Los crímenes en contra de la humanidad y los Juegos Olímpicos no deben coexistir en China”. Semejante aserto es el banderín de enganche con que dos asociaciones pro derechos humanos han tratado, sin éxito, de obtener apoyo político en Occidente para boicotear la cita olímpica de Pekín, donde la persecución a los disidentes y el aumento de la censura es denominador común que crece conforme se acerca la fecha. Unos Juegos, que se inaugurarán el 8 de agosto para concluir tres semanas después, en los que el mayor y mejor control antidopaje actual hace que se pronostique un escaso número de nuevos récords olímpicos o mundiales. 
 
Las dos organizaciones que han levantado la voz respecto a la oscura situación de la dictadura china –cuyos desafueros llegan al culmen con miles de condenas a muerte anuales- son ‘la Antorcha mundial pro derechos humanos’, una sección de la más amplia ‘Coalición para investigar la persecución a Falun Gong’, y ‘La Mirada a los Derechos Humanos’. Pero, cual segadores sin cosecha, sus protestas, difundidas ampliamente fuera del gigante país asiático, de nada han servido. Porque, una vez más el negocio y los intereses –creados, como la inmortal obra benaventiana- han estado por encima de las cuestiones éticas individuales y/o sociales. Y eso es lo que manda hoy en cualquier manifestación deportiva planetaria importante, y mucho más en los Juegos Olímpicos que mueven miles de millones de euros.
 
De modo que China, que ha incumplido todas las promesas de apertura, democratización y respeto a esos derechos humanos que hizo cuando en julio de 2001 obtuvo del COI  ser la sede los Juegos de 2008, ganando a Toronto, París, Estambul y Osaka, podrá lograr el doble objetivo que se marcó entonces. En lo político-económico, mostrar su fuerza como la mayor potencia emergente de estos tiempos posmodernos, contando con ese silencio cómplice de Occidente. En lo deportivo, ídem de lo mismo, con un reto difícil pero no imposible: quedar primera en el medallero y acabar con la tradicional hegemonía de EEUU. 
 
De hecho, su ascenso en este aspecto ha sido continuado y en sólo dos décadas, o sea cinco reuniones olímpicas, ha pasado de ser la cuarta en esta tabla, superada además de por EEUU por la URSS o Rusia y Alemania, a ocupar ya la segunda plaza en Atenas 2004, quitándosela a los rusos. Y aunque la diferencia en preseas fue grande ante los representantes de USA, 103 por 63, en las de oro sólo obtuvo tres menos, y es seguro que ahora como mínimo se acortará, pues siempre el país organizador logra un plus especial. Para ello China, contando con la tradicional sumisión del pueblo, en parte merced a la dictadura que éste soporta, ha realizado un ímprobo esfuerzo desde el que ha embarcado, con durísimas y exigentes condiciones, a millones de niños y niñas orientándolos a la especialidad en el que destacaban. 
 
No menor ha sido el esfuerzo en infraestructuras y construcciones nuevas, hasta 17, y remodelación de las antiguas, con obras faraónicas siempre sin ningún respeto al medio ambiente. Contando con esa sumisión obligada, a los dirigentes chinos en nada les ha importado  mover de sus ciudades –para esas obras- a millones de personas. En cualquier caso, con esa filosofía de perfecta mezcla de comunismo –obediencia ciega y ausencia de elecciones- y capitalismo salvaje – condiciones y salarios de máxima explotación- de que el fin justifica los medios, los dirigentes del país asiático ‘pasan’ de todo. De todo lo que no sea lograr un éxito organizativo y deportivo como un espejo más de lo que será y ya es en lo político y económico en este siglo XXI y muy posiblemente ‘per omnia saecula saeculorum’: una potencia mundial, también con aspiraciones a ser si no la primera –y por concluir también con otro ‘latinajo’- la ‘primum Inter pares’.
 
El papel de España 
 
Por  último es menester, justo y necesario dedicar unas líneas al papel que puede y debe desempeñar España. Nuestro país, que ha aprovechado su experiencia democrática tras la caída de su igualmente oprobiosa dictadura para dar un tremebundo y espectacular salto en su situación económica y social a niveles individuales y colectivos, también lo ha hecho en el aspecto deportivo. De ser internacionalmente un paria entre los parias con alguna gloria aislada y fruto del azar y el esfuerzo personal –Nieto, Santana, Ballesteros-, ha pasado a disponer de una incesante y renovada pléyade de estrellas mundiales a título individual -Alonso, Nadal, Gasol, Pedrosa, Jorge Lorenzo, Gemma Mengual, etc.- y colectivo –selecciones de baloncesto, fútbol sala, balonmano, voleibol, equipo de Copa Davis, etc.- 
 
Naturalmente la cita más compleja y variada de deportes, o sea los Juegos Olímpicos, no escapa a esta explosión de triunfos españoles. Sobre todo a partir de Barcelona 92, punto de inflexión en el que empezaron a asegurarse un número de medallas -cuadruplicando la cifra habitual hasta entonces- acordes con nuestro potencial. Si en esa cita del 92, que también significó un éxito organizativo y de imagen para España sin precedentes, con la ayuda de ser el país organizador, alcanzamos 22 preseas, luego, con el pequeño lunar de Sydney -11-, siempre nos hemos encaramado a los altos puestos de la tabla mundial con las 17 de Atlanta y las 19 de Atenas en 2004. Así lo apuntan también las previsiones y proyecciones, de firmas internacionales independientes, nada patrioteras, pues, que suponen que nuestros representantes se cuelguen en Pekín entre 20 y 24 preseas.

A pesar de sus también previsibles escasos récords, a pesar de su más que seguro ínfimo respeto de los derechos humanos, el mejor y más completo espectáculo deportivo planetario está servido: 28 deportes, 37 disciplinas y 302 emocionantes finales nos esperan. Llegan los XXIX Juegos Olímpicos. Amén.

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