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Estados Unidos da inicio a la era post Bush

martes 15 de enero de 2008, 19:04h

La impaciencia por saber quien será el próximo presidente (¿o será presidenta?) de Estados Unidos, hará que el año 2008 transcurra en un suspiro. Cada mes que pase irá desvelando el nombre del representante demócrata y republicano que finalmente competirán en noviembre por el enorme trabajo que supondrá rescatar al país de los desaciertos de George Bush.

Dos preguntas fundamentales se formularon a principios del 2007, una vez que la ex primera dama y senadora por el estado de Nueva York Hillary Clinton, y el senador por Illinois Barack Obama, acabaron con las especulaciones y confirmaron su candidatura a la presidencia de Estados Unidos, ambos por el partido demócrata: ¿está el pueblo estadounidense preparado para tener una mujer o un afroamericano en la Casa Blanca?

Por el momento, todo parecer que sí lo está.  El apabullante apoyo que ambos precandidatos están recibiendo en las elecciones primarias de cada estado indica que los estadounidenses se encuentran dispuestos a darle un giro radical a la forma como se manejan las cosas en el país. 

Hillary Clinton y Barack Obama le han dado color y brío a una carrera presidencial que ya partía como una de las más importantes del último siglo, no sólo para Estados Unidos, sino para el resto del mundo. El impacto económico, cultural y social que las iniciativas del gobierno estadounidense tienen fuera de las fronteras del país es tan abarcador, que  muchos piensan que a la hora de escoger un presidente para este país, el resto de las naciones también deberían votar.

En el 2004, los estadounidenses estaban todavía demasiado asustados para dejar ir al hombre que tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 le declaró abiertamente la guerra al terrorismo. Pero hoy están ya demasiado cansados de George Bush; de sus guerras, de los muertos de estas guerras, y de los millones de dólares que el actual presidente ha gastado en sostener campañas bélicas, mientras en Estados Unidos aumenta el desempleo y la crisis inmobiliaria está a punto de causarle la pérdida de sus viviendas a una clase media que también teme perder el balance.

Los economistas pronostican que cuando Bush deje la Casa Blanca el 20 de enero de 2009, Estados Unidos estará sumido en un crisis económica de grandes proporciones.

Nunca el dólar estuvo tan bajo, la gasolina tan alta y los estadounidenses, los mayores consumistas del mundo, tan temerosos de gastar.

Bush favoreció durante su mandato a los ricos, a quienes regaló un masivo recorte fiscal en junio del 2001, al que le siguió otro en el 2003. Mientras tanto, la clase media sobrevive con presupuestos mucho más bajos de los que tenía la gente considerada clase media hace treinta años. Además, unos 5,3 millones más de estadounidenses viven ahora en la pobreza que cuando Bush fue elegido presidente.

Bush también le dio la espalda a la ciencia y al medio ambiente. Mientras que otros países desarrollados invierten dinero para hacer de la investigación científica una fuente de desarrollo y protegen sus recursos naturales, el gobierno de Washington se negó a aumentar los fondos estatales para investigación, convirtió el tema de las células madres en un asunto moral y tras haber dejado pasar años sin apoyar ninguna de las iniciativas internacionales para combatir el calentamiento global, finalmente sucumbió a la presión en la Cumbre de la ONU en Bali y se sumó al consenso general.

De allí que, después de ocho años de George Bush, la gente se haya lanzado con entusiasmo a participar en una contienda política que empezó con demasiados aspirantes, aunque las derrotas en las primeras contiendas estatales ya empiezan a aclarar el panorama.

Los demócratas son los grandes protagonistas de la campaña y los que ofrecen un verdadero cambio de política en Washington. Los republicanos, por su parte, y sin que sea otra cosa lo que se espera de ellos, se inclinan a seguir el camino ya establecido en la Casa Blanca, aunque ninguno mencione a George Bush. El desprestigio del actual presidente puede ser un lastre para cualquiera de ellos.

Todavía está por verse si el anunciado giro que dará el voto latino hacia los demócratas, cuando históricamente la comunidad hispana de Estados Unidos ha favorecido a los republicanos. Las propuestas de campaña de los candidatos del partido rojo incluyen severas restricciones a los inmigrantes, mientras prometen combatir con fuerza a los indocumentados, una postura que corta de raíz la esperanza de millones de latinos de alcanzar prosperidad en el país de los sueños.

Aunque podría esperarse que será un demócrata el que entre en el Salón Oval en enero del 2009, la historia ha demostrado que en este país de 300 millones de habitantes cualquier cosa, desde una lágrima hasta un comentario desatinado, pueden cambiar el rumbo pronosticado.

Sea quien sea el ganador, el mundo esperará que el próximo presidente de Estados Unidos ponga en marcha una política exterior más cónsona con la tendencias internacionales, mientras que los estadounidenses esperarán por nuevos motivos para volver a creer.

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