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Maquillaje digital

Maquillaje digital

viernes 21 de noviembre de 2008, 19:02h
TITO B. DIAGONAL
Barcelonés de alta cuna y más alto standing financiero, muy apreciado en anteriores etapas de este diario, vuelve a ilustrarnos sobre los entresijos de las clases pudientes
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En todas partes cuecen habas, amadísimos, globalizados, megaletileonorisofiados y photoshopeados niños y niñas que me leéis. Pongamos que entramos a saco Paco, como le gustan a muchos de la canallesca, en Paris de la France, en el gobierno de Nicolas Sarkozy. Pues la progresía periodística se está poniendo las botas. Os lo cuento.

    La desaparición de un anillo ¿de compromiso? de la ministra de justicia, Rachida Dati, de un valor de 15.600 euros, ha precipitado una tragicomedia político-mediática. La ministra había decidido responder públicamente a las protestas escritas de un colectivo de 534 magistrados que habían denunciado «la incoherencia de la política penal». Y concedió una entrevista exclusiva al matutino Le Figaro, tan sarkozyano. Esta entrevista se publicó con una excelente fotografía igualmente exclusiva, realizada por un reportero gráfico del matutino conservador. La ministra no convenció precisamente a los magistrados que denuncian su política penal.

    Y, para colmo, L’Express, un órgano de la progresía francesa, ha revelado que Le Figaro había “maquillado” la mano izquierda de Rachida Dati, haciendo desaparecer un anillo del modelo Liens (en francés, lugares, tomad nota), en oro gris y diamantes, de la marca Chaumet, de un valor de 15.600 euros, que para los de las clases bajas sigue siendo una pastizara.

    La revelación de L’Express ha atizado una cierta polémica. La redactora en jefe de Le Figaro asume ser la responsable de la desaparición: “No queríamos que ese anillo se convirtiese en motivo de polémica. Y decidimos suprimirlo, para dar la sola imagen de la ministra”. Y es que con el Photoshop se pueden hacer auténticas maravillas...  Y claro, el “maquillaje” y la desaparición han tenido un automático efecto perverso. Los magistrados interpretan la decisión de Le Figaro como una “prueba evidente” de la influencia del gobierno del marido de Carla Bruni, el buenazo de Sarkozy en la redacción del periódico. Talmente como cuando Aznar, el marido de Ana Botella, marcaba el rumbo editorial del más mundial de sus diarios amigos.

    Porque esto de las correcciones mediáticas no viene de ahora, pequeñines/as míos/as. Es algo que se sabe –y se practica—en nuestra bienamada España. Le Figaro ayuda a Sarkozy, del mismo modo que el diario Público (el apéndice impreso de La Sexta) le echa una manita a nuestro ZetaPé. Y no se va a hundir el planeta por ello, claro. O como cuando, en Onda Cero Radio, ponen una alfombra de micrófonos a Marianito Rajoy. Por no hablar de Tele Madrid doblando la bisagra lumbar ante Esperanza Aguirre, la lehendakarisa de la Comunidad.

    Y si hablamos de “presentaciones favorables” de los medios de comunicación españoles, que, al fin y al cabo, alguna justificación (la del agradecimiento sans aller plus loin, sin ir más lejos) tienen para quienes, de una u otra forma, son sus patrocinadores, pensemos en los automaquillajes que practican todos los partidos políticos. Por ejemplo, el Partido Popular de las Españas, el PePé. No tienen complejos allá donde gobiernan para ejercer de neoliberales (que es la sublimación inteligente de la derecha de toda la vida), pero se presentan como de centro reformista, que no conviene lucir públicamente la gruesa y carísima sortija ideológica en el dedo anular de la mano derecha. No se enseña y Rajoy se fuma un puro, por supuesto.

    Otro tanto sucede con Izquierda Unida, tras su Asamblea Federal del pasado finde. Tres grupos que aspiraban a obtener la coordinación general de la formación y que no consiguen ponerse de acuerdo. Desunidos que andan, aunque ellos digan que están más unidos que nunca para hacer honor a su nombre. O sea, que su logotipo aparece más pintado que una puerta...
¿Y de los sociatas hoy en el Gobierno de las Españas qué? Pues como que se automaquillan tanto que, a este paso, van a tener su propio departamento de estilistas a lo Llongueras o Vidal Sasoon. La crisis que no se podía llamar como tal... El crecimiento negativo... Las soluciones habitacionales (los minipisos, el chabolismo vertical de cuando Maria Antonia Trujillo era ministra de la Vivienda)... Y así hasta agotar el diccionario de sinónimos y antónimos de la lengua española... Otra cosa no, pero hasta la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, a base de bucear en los diccionarios y estrujarse las meninges en busca de eufemismos, puede llegar a utilizar correctamente nuestra Lengua Común, que es el castellano, si exceptuamos, claro está el internetero y el inglés.

    O sea, amadísimos/as de mi paterno corazón, que los españoles no tienen nada que envidiar a los franceses a la hora de maquillar la realidad. Y tampoco es tan de extrañar cuando a la separación matrimonial de una Infanta de España se le llama “cese temporal de la convivencia”, ¿verdad?...
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