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Pero ¿qué pinta Manolo Chaves en Madrid?

martes 07 de abril de 2009, 15:33h
Me precio de conocer bien tanto a Elena Salgado como a Manuel Chaves, los dos nuevos vicepresidentes del gobierno. Tengo una magnífica opinión de ambos, de su honradez política y de sus cualidades como gestores, aunque al segundo estas cualidades le van a hacer menos falta que a la primera. Comparto, no obstante, la expresión de un viejo militante socialista -aventaja en edad al propio ya virtual ex presidente andaluz- que, al difundirse los rumores de que dejaba la Junta en Sevilla y se “iba para Madrid”, me preguntaba: “Pero, ¿qué pinta Manolo Chaves en Madrid?”.

Yo tampoco comprendo muy bien qué pinta Manuel Chaves en Madrid, abandonando precipitadamente nada menos que la presidencia de la Junta andaluza para integrarse como vicepresidente tercero en un gobierno en el que sus tareas se explican, de manera un tanto difusa, como de coordinación autonómica. ¿Acabarán al fin las diecisiete leyes distintas de caza?¿Arreglaremos ese sudoku de la financiación de las autonomías?

Yo solamente sé que la primera lectura, algo apresurada sin duda, es la de que Zapatero ha metido en el gobierno central al presidente del PSOE. El hombre que más tiempo lleva en cargos políticos, el único superviviente, en primera línea de coche oficial, del ‘clan de la tortilla’, aquel grupo de amigos que, a finales de los sesenta y encabezados por Felipe González, acabarían por hacerse con el poder en el socialismo y luego en España. ZP lo coloca por detrás de dos mujeres que van a marcar las pautas política -Fernández de la Vega, la cara amable del Ejecutivo- y económica -Elena Salgado, el rostro adusto de la contención del gasto y del rigor-. Pero ambas tienen menos ‘pedigrí’ político que ese peso pesado que es Chaves.

Veremos con qué se come ese cóctel. Lo primero que salta a la vista, sobre todo al comprobar las incorporaciones de José Blanco y de Trinidad Jiménez, es que se refuerza el papel del ‘aparato’ del partido precisamente en unos tiempos en los que los sondeos dicen que la calle quiere más apertura y entendimiento con otros sectores políticos. En lugar de gran coalición, gran cierre de filas.

Ortodoxia política y puede que heterodoxia económica -sigue la dualidad Vicepresidencia económica-Industria; pero ahora Salgado ganará a Sebastián- podrían ser las primeras definiciones de un equipo no tan nuevo, si bien se mira, porque algunos de los iconos clásicos resisten. Un equipo bien reforzado en Educación por el rector Ángel Gabilondo y la cineasta Ángeles González-Sinde; ambos sustituyen a unos desgastados Mercedes Cabrera y César Antonio Molina. No se entiende la presencia de Trinidad Jiménez, que ya se ve que lo mismo sirve como candidata a alcaldesa de Madrid que para secretaria de Estado de Iberoamérica o ministra de Sanidad, en un cometido, velar por nuestra salud, al que es ajena. Y que me expliquen mejor de lo que lo ha hecho Zapatero en su rueda de prensa por qué no se han suprimido algunos ministerios ‘menores’, para los que bastaría una Secretaría de Estado, y cuyos titulares también me parecen ‘quemados’.

La gran pregunta que me hago en esta hora es: ¿bastarán estos seis movimientos -solamente dos básicos- en el tablero del gobierno para hacer frente a las crisis económica y políticas que tenemos planteadas los españoles? Personalmente, me he decantado siempre por dar pasos hacia algo que los Obama, los Sarkozy y, desde luego, la señora Merkel en Alemania, ya han hecho: la incorporación al gobierno de independientes, o incluso de personas identificadas más o menos con la oposición. Pero ya se ve que la decisión del hombre a quien le corresponde llevar el timón ha sido exactamente la contraria. Ojalá no se haya equivocado.
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