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Ahora, Camps debe cambiar sus métodos

lunes 03 de agosto de 2009, 13:18h
Este periódico ha repetido -y no siempre los lectores nos han acompañado en nuestro punto de vista- que el ‘caso Camps’ era un exceso desde el punto de vista jurídico-penal. La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Valencia nos ha venido a dar la razón: demasiado escándalo por tres trajes y demasiado ruido de togas para una vista oral -¡con jurado!- que, de haberse producido, y de haber sido hallado culpable el señor Camps, le habría valido una multa inferior a 3.000 euros.

Así que damos la enhorabuena al presidente de la Generalitat, que ha salido indemne de un asunto pringoso por estar incurso en la 'trama Gürtel', donde no cabe la menor duda de que hay actitudes corruptas por parte de los principales implicados y también por parte de algunos alcaldes y altos cargos del Partido Popular. Era difícil inmiscuir a Camps y a los otros tres imputados valencianos en el mismo saco que a los alcaldes madrileños o al tesorero del PP, por citar algunos ejemplos, aunque este último no verá sustanciado su tema en los tribunales hasta este otoño. La honradez de Camps, como la de la alcaldesa Rita Barberá -a la que también se acusó de haber recibido unos bolsos, encima parece que falsos, de regalo-, nos parecen incuestionables. Y no puede mancillarla el haber recibido un regalo a cambio de nada, que es de lo que trata esa extraña figura del cohecho impropio, que exige su urgente reforma en el Código Penal.

Esto es una cosa. Otra es cómo se ha gestionado en la Generalitat esta crisis. ¿Mintió o no mintió Camps cuando dijo que había comprado los trajes de su bolsillo? La sentencia judicial parece abonar su tesis, si bien el texto no parece entrar a fondo en el asunto; el presidente de la Generalitat tiene, en todo caso, derecho a la presunción de inocencia, y ahora más que nunca. Y no vale decir si tal magistrado era o no amigo de Camps, porque eso sería casi tanto como acusar a ese magistrado de prevaricador, lo que resulta siempre en exceso arriesgado.

Sin embargo, pensamos que el señor Camps debe modificar algunos métodos, especialmente los relacionados con la comunicación, y acaso habrá de remodelar algo el plantel de sus más inmediatos y elevados colaboradores, que, por decir lo menos, creemos que no le han dado buenos consejos.

Entendemos la irritación de los responsables de la Comunidad Valenciana con algunos medios de comunicación, que han llegado a explotar incluso la publicación de nombres que habían recibido regalos navideños de Orange Market por valor de cien euros. Y que probablemente han extremado su ardor purificador hasta más allá de lo razonable. Pero eso no justifica los excesos del canal autonómico de televisión, y mucho menos los silencios del propio Camps y de sus colaboradores frente a la prensa.

Pensamos que hoy es un día de alegría para Francisco Camps, pero también una jornada en la que debe reflexionar muy a fondo: no basta con ganar elecciones -sobre todo, cuando enfrente no hay casi nada- para tener convencidos a los electores, como no basta con votar cada cuatro años para considerarse en una democracia.
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