ETA insiste en estar presente en la campaña y a Urkullu le resuenan los oídos

A estas alturas, ya a nadie sorprende este tipo de advertencias de la banda terrorista. A ETA hay que interpretarla por sus atentados y acciones terroristas, no por su retórica. Ya sabemos que quiere seguir existiendo, que seguirá castigando a toda una sociedad, que tratará de continuar extendiendo el miedo mediante la colocación de bombas o pegando tiros en la nuca. Lo sabemos porque ETA asesinó a un ciudadano vasco que no se plegó a sus exigencias aún no hace dos meses, a Inacio Uria, en Azpeitia, o colocó un coche-bomba, en Bilbao, contra el edificio en que tienen su sede EiTB y otros medios de comunicación, hace exactamente un mes. ¿Necesitamos más para saber que ETA no quiere desaparecer y dejarnos en paz?

También sabemos que quiere seguir estando presente en las instituciones vascas, esas instituciones autonómicas que tanto detesta, y para ello ha presentado dos listas en el proceso electoral abierto en la Comunidad Autónoma Vasca, las de D3M y Askatasuna, que la Fiscalía y la Abogacía del Estado van a tratar de demostrar que son las herederas de la ilegalizada Batasuna.

Y en éstas estamos cuando la precampaña avanza y, en las últimas horas, el protagonismo de los medios lo ha conseguido el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, por la aparición de un libro de la periodista María Antonia Iglesias, “Memoria de Euskadi” en el que se airean, en boca del propio Urkullu, las desavenencias políticas y personales que mantuvo con el lehendakari Juan José Ibarretxe por su “aventura” de la consulta popular y el fuerte “desgaste personal” que le supuso controlas la situación interna del partido.

Evidentemente, para ningún observador un poco atento de la política vasca pasó desapercibida aquella situación, que ahora se puede leer en palabras del propio Urkullu, y en clave de lamento, recogidas el pasado verano por María Antonio Iglesias. Como no podía ser de otra forma, ayer mismo los dos protagonistas de esta historia, Urkullu e Ibarretxe, comparecían de la mano en un acto público para tratar de desmentir que aquella situación siguiera abierta en estos momentos y ya que el presidente del EBB no podía negar la mayor, porque está recogida en ocho horas de grabación, expresar su queja de que “uno no puede expresar sus sentimientos más humanos porque son utilizados”.

Parece mentira que Urkullu, que lleva en política, ocupando cargos internos del PNV, desde que llevaba pantalón corto, se dé cuenta ahora de que todo lo que se cuenta a un periodista tarde o temprano se traslada a la letra impresa, a las ondas hertzianas o a internet. Es la obligación de todo periodista cuando la historia que se le traslada es de interés público. Forma parte de las reglas del juego.