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Washington pasa de su “contundente” apoyo a Zelaya y dejar que entre en juego la diplomacia

Washington pasa de su “contundente” apoyo a Zelaya y dejar que entre en juego la diplomacia

viernes 10 de julio de 2009, 20:49h
Que Barack Obama y Manuel Zelaya no coinciden en muchos aspectos a nadie debería extrañarle. Lo dijo el propio presidente estadounidense hace escasas horas desde Rusia. “No apoyamos a Zelaya porque estemos de acuerdo con él. Lo hacemos porque respetamos el principio universal de que los pueblos deben elegir a sus propios líderes, coincidamos con ellos o no”. Pero una cosa es que tengan sus diferencias y otra muy distinta que el actual inquilino de la Casa Blanca no sepa quién es el gobernante legítimo de Honduras.
Contrariamente a lo ocurrido en otros momentos de la historia, en los que Washington no sólo apoyó abiertamente a otros líderes golpistas en el continente -desde Pedro Carmona en la Venezuela de principios de este siglo hasta Pinochet en el Chile de los convulsos años setenta- sino que alentó a su antojo otras asonadas militares orquestadas por la CIA, ahora es la primera en muchos años en que Estados Unidos ha mostrado su apoyo irrestricto al “orden constitucional” en Honduras.

Desde el mismo Obama hasta Hillary Clinton pasando por el responsable del Departamento de Estado para América Latina, Thomas Shanon, el embajador Llorens y los asesores internacionales de la Casa Blanca , las manifestaciones de solidaridad hacia Mel Zelaya no sólo se han traducido en palabras de apoyo de Washington desde el ‘minuto cero’ en que empezaron a llegar noticias confusas procedentes de Tegucigalpa sobre un golpe cívico-militar.

Mensajes claros y contundentes

Incluso la jefa de la Diplomacia estadounidense ha llegado en esta ocasión a recibir en su despacho a Zelaya, ignorando por otro lado, al menos en público, a la delegación enviada a Washington por el gobierno de facto encabezado por Roberto Micheletti para intentar explicar lo inexplicable, que lo ocurrido el pasado 28 de junio no fue un golpe de Estado sino un “solución constitucional” a la crisis política que vive su país.

El mensaje de la Administración Obama ha sido en estas semanas claro y contundente. “Estados Unidos sólo reconoce a Zelaya como único presidente constitucional de Honduras”.”Nosotros  no vemos a otro presidente”. “El arresto y la expulsión del presidente Zelaya viola los preceptos del carácter democrático interamericano y debería ser condenado por todos”. “Es importante entender que Zelaya no es el ex presidente, es el presidente legal y constitucional”.

Mensajes claros y contundentes que sin embargo no esconden otra realidad. Que la apuesta de Washington para solucionar el entuerto en el que está inmerso Honduras siempre ha pasado por la necesidad de establecer un diálogo. Lo adelantaba Clinton en sus primeras declaraciones después del golpe, cuando pedía a todas las partes que se comprometieran a resolver “pacíficamente” sus disputas políticas a través del “diálogo”.

Pronunciamientos más suaves

Se sentaban así las bases de lo que ahora parece ser la principal baza para resolver la crisis, una salida diplomática que pasa inevitablemente por una negociación que estará dirigida por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, premio Nobel de la Paz y respetado por la comunidad internacional por su aporte a la pacificación del istmo centroamericano. A partir de ahora, una vez que ha entrado en juego la diplomacia, es más que probable que los pronunciamientos de Washington sean más suaves.

Pero no todo el mundo en este país comparte con el mismo ímpetu la actuación de la Casa Blanca en lo que a todas luces se ha convertido en la primera gran crisis latinoamericana de la era Obama. Desde ciertos sectores republicanos, ligados a la comunidad cubanoamericana, se ha criticado la contundencia del Gobierno a la hora de expresar su apoyo a Manuel Zelaya, dejando entrever su rechazo al presidente hondureño por su cercanía a uno de los enemigos declarados de Estados Unidos: Hugo Chávez.

Habrá que esperar a ver cómo transcurren las conversaciones en la residencia de Arias en San José. Aunque las declaraciones previas de los principales actores en escena no invitan a la esperanza. Zelaya ha dicho que no va Costa Rica para negociar con un “gorila” que debería ser juzgado por un delito de “traición” que no prescribe, mientras que Micheletti insiste en que tampoco va a “negociar” sino a establecer un “diálogo”.
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