La ruptura del silencio y las voces discordantes con el mensaje de la dirección valenciana han ido apareciendo en los últimos días por boca del presidente provincial alicantino,
José Joaquín Ripoll, quien hizo alusión a la necesidad de “quitar las manzanas podridas”; la ilicitana,
Mercedes Alonso, quien se refirió a “asumir responsabilidades caiga quien caiga”; a los que este jueves se sumaron la alcaldesa de Valencia,
Rita Barberá, y el presidente provincial de Valencia,
Alfonso Rus.
Barberá alentó a la necesidad de dar explicaciones en política, mensaje que puede parecer tibio, pero que no lo es tanto si tenemos en cuenta que la alcaldesa siempre se ha mantenido en la línea con el discurso oficial de Valencia.
El presidente provincial, Alfonso Rus, entrevistado este jueves, reconoció que no se puede proyectar sobre la ciudadanía una sensación de inmovilismo ante el conocimiento de parte de las conversaciones telefónicas con dirigentes del partido.
¿Es casualidad que varios de los líderes se pronuncien a título personal? La respuesta la tiene la propia dirección nacional quien está propiciando esta clase de declaraciones, hielo que rompió Ripoll y al que nadie nunca ha matizado pues, entre otras razones, el alicantino tiene hilo directo con la secretaría general del partido y mantiene la misma postura que
Cospedal respecto a la crisis propiciada por el caso Gürtel.
Diferentes miembros del PP se extrañan en privado que todavía no se haya reunido la junta directiva regional con la finalidad de afrontar la crisis y adoptar una postura común, lo que contribuye a que cada dirigente hable espontáneamente y en voz propia.
La potestad de congregar a la dirección regional del partido corresponde al presidente
Francisco Camps y no será hasta que él lo diga cuando se reúna. Encuentro que no llegará hasta que no se haya producido primeramente los ceses que Génova reclama desde hace días. Sin embargo, existe cierto temor a la reacción que podría esperarse de una dimisión del secretario general, vicesecretario general y tesorera.
El entorno de
Ricardo Costa sostiene que cuando éste llegó a la secretaría general toda la estructura de Orange Market con el partido ya estaba establecida, que él se limitó a seguir las instrucciones de quienes están por encima de él y que los actos para los que se trabajó fueron para el presidente regional y presidente nacional. Dicho de otro modo, y en palabras de un diputado nacional “si Ricardo se va, morirá matando”.
Esa es una de las preocupaciones en el entorno del presidente Camps que, mientras intenta transmitir sensación de normalidad, trabaja en todos los escenarios posibles, aunque sabe que conforme avanzan los días, la crisis política va en aumento.
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