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¡Que se vayan!

¡Que se vayan!

viernes 16 de abril de 2010, 17:33h
El Tribunal Constitucional ha embarrancado en el quinto intento de emitir sentencia sobre el Estatuto de Cataluña. Nuevo fracaso, y nada hace pensar que el cambio de ponente –Guillermo Jiménez- desencalle el 6 a 4 que se manifiesta desde hace tiempo. La mayoría de medios de comunicación hablan de frentes conservador y progresista. Yo más bien hablaría de frentes “España una y no 51” y “España unidad de destino en lo universal pero con reconocimiento de la diversidad”, respectivamente. Lo que les obsesiona es el uso que se pueda hacer de la palabra “nación”, una cuestión semántica, por encima de las cuestiones competenciales.

Un Madrid en estado de crispación –ambiente de corrupción generalizada, un juez estrella encausado en el Supremo, con manifestaciones de adhesión inquebrantable al mismo tiempo, el chivatazo del caso faisán, ¡ya sólo nos faltaría una acción terrorista!, etcétera- no es el mejor escenario para el sosiego que requiere una sentencia trascendental.  Porque, ¡alerta!, la del Estatut no es una sentencia cualquiera que se ventila con una votación con prisas –“es viernes, en fin, y nos queremos ir de fin de semana”- porque nos jugamos el modelo de Estado por muchos años, quizás para siempre. Aquí el modelo no es Monarquía o república, sino la España una y única o la España en que, sin romper nada, todos se puedan sentir cómodos. Ya que Cataluña está condenada a la conllevancia en el sentido más orteguiano, déjennos que no nos sentamos como unos okupas en un país que no nos quiere ni tampoco como unos ocupados sin derecho al pataleo.

Encontrar el mínimo común denominador que posibilite darle la vuelta a la correlación de fuerzas actual y posibilite que se emita sentencia no sé si puede estar en manos de los actuales magistrados. Entre una vacante por fallecimiento, uno apartado por conflicto de intereses y unos cuantos prorrogados en el mandato ya finito, quizás lo mejor sería renovar la alineación.

Cinco intentos baldíos les tienen que tener más que agotados. Más que a ustedes y a  mí. Ya no cuento las presiones que les deben llegar del sistema político, que es a fin de cuentas quien les ha catapultado en la élite de su carrera. De modo que lo mejor sería hacer tabla rasa de lo hecho hasta ahora, enviar a casa a los que han culminado su mandato y proveer las vacantes. A ver si con sangre fresca y una lectura partiendo desde el principio posibilitan que el alto Tribunal emita su veredicto.  Y si es fuera del contexto preelectoral, mejor. Claro que esto será difícil. A PSOE y a PP les interesa una sentencia que corte las alas a ciertos afanes de defensa de la identidad, pero el contexto político les separa en la estrategia. Dejarlo para después de las elecciones de noviembre sería un respiro para unos y otros. Unos porque defendieron el texto que puede salir mutilado –PSOE-PSC, CiU, IC-, otros porque lo rechazaron o por demasiado corto –ERC- o por extralimitarse –PP-.

Por cierto, una aclaración: el Estatuto está plenamente vigente, no está en suspenso. Mientras no nos digan lo contrario, seguimos haciendo como si nada. Hasta 41 leyes y disposiciones se han desarrollado ya en Cataluña al albur de la carta de naturaleza autonómica. De modo que, por nuestra parte, no hay ninguna prisa ni ningún interés en que haya nunca una sentencia.

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