A reforzar el estadillo de siniestras noticias que asolan Estas navidades, viene la de la sustitución de un solvente canal informativo, CNN+, por la emisión continuada en su lugar, 24 horas al día, de ese engendro que atiende al nombre de "Gran Hermano", donde criaturas que renuncian a la libertad y a la intimidad, es decir, a cuanto constituye la esencia de la persona, hacen el gilipollas, también, las 24 horas del día. Movidas del "mercado" en su variante audiovisual han propiciado éste episodio, uno más, del golpe o sedición permanente en que se hallan engolfados los tiburones del dinero ante la pasividad de los gobiernos y la estupefacción de la ciudadanía, o, cuando menos, del pequeño sector no embrutecido de ella. Obviamente, una casa a la que se le ciegan las ventanas que se abren a la realidad, en tanto se le practican otras que dan directamente a los estercoleros, no es una casa, sino, como mucho, una chabola.
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Habrá quien invoque la libertad de las empresas para hacer con sus negocios y sus productos lo que les venga en gana, pero el espacio por el que viajan las imágenes de la televisión, por muy digitales que éstas sean, pertenece, como espacio aéreo que es, a la soberanía nacional. La pena es que, según se va viendo, la soberanía nacional debe ser ya posesión absoluta de las empresas, quienes, en uso de su propiedad, pueden despojar a la gente de su derecho a informarse y a saber si presumen que eso puede darles algún dinero.
España, hoy, es un sitio con un medio de información menos, con doscientos periodistas en paro más y con un canal de televisión de ámbito nacional que vomita segundo a segundo, minuto a minuto, hora a hora, día a día, cantidades ingentes de lo más triste y peligroso del ser humano: la estupidez. Mercedes Milá podrá sentirse más orgullosa que nunca de su "experimento sociológico", que alcanza así sus últimos objetivos de ofensa al buen gusto y de alienación frente al ejército de la cordura, tan derrotado.
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