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¿Hasta cuándo la sordera de ZP y Rajoy?

viernes 12 de febrero de 2010, 08:53h
Habló el Rey en Nochebuena -bien es verdad que el mensaje, de tan repetido, deja de causar impacto- de la necesidad de que nuestras fuerzas políticas se unan para atajar, juntas, la crisis económica que cada día pone a tres o cuatro mil personas más en la calle, sin empleo. Entonces, los grandes partidos, como quien oye llover. Claro que la clase política estaba iniciando sus largas vacaciones navideñas, como si nada estuviera ocurriendo, y no se la podía molestar con discursos manidos. Ahora, Don Juan Carlos ha vuelto a su cantinela, que por cierto es la que muchos compartimos, según dicen las encuestas y las conversaciones en la calle: hay que hacer un pacto para sacar a España del atolladero. Para que los ciudadanos recuperen la confianza en las soluciones de sus representantes. Para que los españoles asuman como necesario que acaso tengan que pasar por un período de ‘sudor y lágrimas’ y que probablemente las cosas tardarán mucho tiempo en ser aquel paraíso artificial de paella y ladrillos que fue.

Claro que todo esto no lo ha dicho el Rey, que se ha limitado a dar un nuevo toque de atención, en el sentido de que hace falta más unidad y menos alfilerazos entre los partidos. Pero tampoco, nos tememos, ha servido de mucho. Zapatero ya nos dijo, equivocándose gravemente, que el acuerdo sobre economía era imposible por motivos ideológicos. Rajoy, errando el tiro también, busca todos los pretextos para no llegar a una verdadera aproximación, que sería naturalmente coyuntural, con el Gobierno socialista (nadie dice que aquí debe acabar el juego democrático).

Sin embargo, pese a todos los mensajes que se envían desde La Zarzuela y desde la calle, nadie tiende verdaderamente la mano, si exceptuamos a Convergencia i Unió, que una vez más se ha engrandecido desde su relativa pequeñez, ofreciéndose oportunamente (que no oportunísticamente) a ser el cemento de un gran acuerdo.

Quien primero dé los pasos hacia el acercamiento, con firmeza, credibilidad y voluntad de consenso, habrá ganado las elecciones próximas, no tengan ustedes dudas de ello.Pero, hoy por hoy, las pierden todos. Hace falta volar alto y dejarse de pretextos y partidismos electoralistas. Las encuestas sacrosantas, que deberían merecernos mucha más atención que los editoriales cambiantes del ‘Financial Times’, califican desastrosamente a la clase política en general. Y algunos diputados aún se permiten ir por los pasillos de las recién abiertas Cortes reprochando a los periodistas que hayan criticado sus oceánicas vacaciones navideñas. Andan por la estratosfera de la realidad, culpando al mensajero, hablando de que los ciudadanos están mal informados, de que la opinión pública es una veleta. Buscan pajas en cualquier ojo que no sean los suyos, cegados por la viga. Ésta es la verdadera tragedia de España, que es mucho más que una tragedia griega. 


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