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Mi pronóstico para Cataluña

jueves 11 de febrero de 2010, 12:16h
Acabo de realizar una corta ‘inmersión política’ en Cataluña. Está que hierve el panorama político, tensionado como pocas veces estuvo el habitualmente pragmático y tranquilo mar ciudadano catalán. Las elecciones de este otoño -aunque la campaña electoral está ya en plena marcha- se perciben como más importantes y decisivas que nunca, hay aires de cambio y, para colmo, la sombra de la sentencia del Estatut sigue planeando sobre todas las cabezas, porque nadie sabe con exactitud qué efectos acabará teniendo.

Mis impresiones, como mero comentarista político habituado a todo tipo de sorpresas, que tantas veces contradicen la lógica y hasta la matemática de las encuestas (así que todo puede fallar), son las siguientes:

-Primero, que la gente tiene poca confianza en el actual Govern tripartito. Demasiadas contradicciones, demasiadas ambigüedades. El president Montilla lo va a tener difícil para renovar la confianza no solo del electorado en general, sino de su propio partido en particular; ha generado muchos recelos en el seno del PSOE y sospecho que el inquilino de La Moncloa no le quiere demasiado, aunque no tenga que ser Zapatero quien decida ni quién vaya a ser el candidato del PSC ni hasta dónde hayan de apoyarlo los socialistas del resto de España.

Por otra parte, parece claro que Esquerra Republicana de Catalunya tocó techo hace tiempo y, bajo la dirección átona de Puigcercós, su destino es perder peso ante las urnas: será de poca ayuda para formar un nuevo tripartito, sobre todo si, como parece, el PSC se estanca en el apoyo del electorado.

-Segundo, que la ciudadanía se ha instalado en una atmósfera de cambio, como antes señalaba. Eso, desde luego, favorece las posibilidades de los nacionalistas moderados de Convergencia i Unió, que acaban, por otro lado, de dar una muestra de que desean cooperar a la gobernabilidad del Estado y ayudar a sacar a España de la crisis.

-Pero, tercero, Artur Mas y Josep Antoni Duran i Lleida, cuya sintonía mutua no es demasiado buena -por decir lo menos-, tendrán que convencer al electorado de que pueden gobernar en solitario, sin hipotecarse con otras fuerzas. Una ‘sociovergencia’ (coalición de CiU con el PSC) parece hoy imposible a casi todos: daría la sensación de fraude al electorado que quiere mudanzas de caras, de ideas, de proyectos, de lenguaje. Y no habrá cambio sin el PSC en la oposición y sin una figura que sustituya a José Montilla al frente de un socialismo catalán que, a diferencia de sus predecesores, ni cultural ni sociológicamente se entiende con las elites de Convergencia i Unió.

-Además, en cuarto lugar, a CiU lo que más le interesa, además de ganar las elecciones autonómicas de octubre de este año, es hacerse con la alcaldía de Barcelona, para lo que, ante la escasa talla política del actual regidor, Jordi Hereu, está muy bien situado el convergente Xavier Trías. Un pacto de convergentes y socialistas, previo a esas elecciones locales de mayo de 2011, resultaría muy perjudicial para los intereses de Trías.

-Así que, quinto punto, lo más probable, supuesta una victoria en votos y escaños de los convergentes este octubre, será que Mas trate de alzarse con la Generalitat en una segunda sesión de investidura, y trate de obtener un apoyo ‘a distancia’ del Partido Popular, olvidando viejos agravios, rencores y hostilidades; al fin y al cabo, el PP se vio forzado a pedir ayuda a Jordi Pujol cuando Jose María Aznar, con mayoría insuficiente, ganó las elecciones nacionales en 1996. Ahora pasaría algo similar: CiU se apoyaría tácitamente en el PP en Cataluña a cambio de prestar apoyo a Mariano Rajoy en 2012, en el caso, que las encuestas ven bastante verosímil hoy por hoy, de que los ‘populares’ ganasen, por mayoría insuficiente, las elecciones legislativas de ese año.

Cataluña sigue siendo, como siempre, el gran laboratorio político donde se tejen todos los pactos y acuerdos. El punto clave para alcanzar el poder a escala nacional. Habrá que estar muy atentos a lo que suceda en los próximos meses en la autonomía sin duda más complicada, sociológica y políticamente más rica y sofisticada, de toda España. Ojalá que las cosas, con respecto a Cataluña, se hagan mejor ‘desde Madrid’ de lo que han venido haciéndose hasta ahora.

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