El conjunto de Van Marwijk es un concentrado de talento y velocidad. Sus dos líneas de ataque aspiran, en todo momento, a la fantasía futbolística con un nombre propio: Wesley Sneijder, carburante insustituible de una Oranje que pretende conseguir, a la par que España, su primer cetro mundial con la memoria de los Mundiales del 74 y del 78 en la retina, aunque a años luz de la brillantez futbolística de los Cruyff o Neeskens. En ambas ocasiones, la Naranja Mecánica, concluyó el campeonato como subcampeón, una ‘gloria’ agridulce que enaltece la cita del domingo. Les desgranamos, pieza a pieza, los hombres contra lo que tendrán que luchar los pupilos de Del Bosque:
La retaguardia: la línea más débil
En la portería, Stekelenburg ha conseguido dilapidar las dudas tras la retirada de Van der Saar. Combina agilidad y reflejos teniendo un dominio total de la situación. Quizá, su único pero es el juego de piernas. Ante Brasil, Robinho se aprovechó de una duda del holandés, que se quedó a media salida, y consiguió batirle por bajo. Ante Eslovaquia, en un error defensivo, improvisó una atajada que terminó en penalti. Se muestra inseguro en este aspecto.
En la retaguardia juegan con una línea de cuatro formada por Van der Wiel y Giovanni Van Bronckhorst en los laterales y la pareja Heitinga-Mathijsen como centrales. Ambos laterales apuran y ayudan sobremanera en el ataque holandés. Van der Wiel es una de las grandes sensaciones: mucho talento, velocidad, capacidad para regatear con soltura y de llegar a zonas de peligro. El del Ajax se ha convertido en uno de los laterales derechos más cotizados de Europa: el Bayern de Munich ya le sigue los pasos. Tiene un magnífico sentido de la colocación y una elegancia extrema, a pesar de haber jugado en la zona central toda su carrera. En el otro bando, ‘Gio’, ex del Barcelona, revive su segunda juventud. El increíble gol ante Uruguay –un zapatazo desde 25 metros que se coló por la escuadra- deja a las claras su peligrosidad cuando se marcha al ataque. La pareja de centrales es reconocida por el ex Atlético Heitinga –ahora en el Everton-, con escasa velocidad pero gran contundencia. Junto a Mathijsen forma una de las parejas más solventes del Mundial, a pesar que en ocasiones no hayan sabido tapar los huecos centrales. Es la línea más débil holandesa.
Creatividad y desborde en la vanguardia
El medio del campo es la gran línea en la que se sustentan los de Marwijk. Descansan en Van Bommel, un jugador capaz de repartir a diestro y siniestro y encargado de hacer el juego sucio oranje. Cuando se le permite la opción de salir con el balón controlado lo hace con criterio, aunque sufrirá con las rápidas triangulaciones de los españoles. Delante de él, con más libertad, actúa el verdadero cerebro de los holandeses: Wesley Sneijder. El ahora jugador del Inter de Milán ha hecho su mejor temporada en Italia tras un paso nimio por el Real Madrid. Es el talento, la creatividad y el motor del ataque holandés. Sus magníficas llegadas desde segundo línea le han hecho pichichi del Mundial, empatado a goles con David Villa. Un peligro también en las jugadas a balón parado. Es el director de orquesta, acompañado por De Jong, jugador del Manchester City que ayuda, con evidente menos brillantez, la labor de Wesley.
Las bandas garantizan desequilibrio y mucha guerra. Robben es un futbolista descrito en innumerables ocasiones: extremo a la vieja usanza, eléctrico, rompedor, vertical, excesivamente individualista pero decisivo como nadie. Su talla es de jugador mundial. Depende en demasía de ser asistido por Sneijder: si no le llegan balones y se le mantiene lejos del área su peligro disminuye considerablemente. Será necesario que Xabi Alonso o Busquets ayuden a Joan Capdevilla en el flanco izquierdo, ya que Arjen es muy superior en velocidad al lateral del Villarreal. Kuyt, un delantero reconvertido a extremo, hace una labor de equipo descomunal. Alejado del área se ha centrado en bregar por sus compañeros: presiona como el que más y nunca se desinfla.
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En el ataque el peligro viene del jugador del Arsenal, Van Persie. Lo peor es que todavía no ha dado un nivel alto en el Mundial, y que éste está por llegar. Ha madurado en los últimos años cuidando la velocidad y atrevimiento que le hizo saltar a la fama la pasada Eurocopa. Sin embargo, se aleja del estereotipo de juego holandés que había asentado el magnífico Van Nistelrooy. Ha perdido en capacidad aérea y en opciones de juego si le impiden combinar.
En el banquillo también hay nombres interesantes que pueden dar un aire fresco a los holandeses: los ex madridistas –es curiosa la relación del club merengue con el combinado neerlandés con cuatro nombres que salieron por la puerta de atrás de Chamartín-, Van der Vaart y Huntelaar, ofrecen dinamismo el ataque. Huntelaar no está teniendo gran participación, pero sólo su presencia y capacidad de remate asusta. También está tomando el mando Elia, joven jugador, rapidísimo con el balón y un futuro envidiable.
En principio, la Holanda finalista de Sudáfrica no se acerca a la brillantez del 74 y 78. A favor de España está que el único juego que saben desplegar es apostar por la posesión del balón: defendiendo exhiben carencias preocupantes, mientras que con el control del esférico merman esa posibilidad. Si Sneijder es inutilizado, España tendrá el partido con total seguridad. Los de Van Marwijk tienen una dependencia apremiante en su fútbol y en su talento; viéndose (ante Japón, Brasil y Uruguay) beneficiados de errores rivales que han decantado la balanza a favor quizá cuando menos lo esperaban. Tienen mérito y baluartes trascendentes, pero su fútbol, como ha dicho Van Nistelrooy, está a años luz del juego “inalcanzable” español y de una generación llamada a escribir con letras de oro la historia y el orgullo de todo un país.
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