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Los políticos dan la espalda al espíritu de la selección nacional

Los políticos dan la espalda al espíritu de la selección nacional

jueves 15 de julio de 2010, 14:07h
Resulta demasiado fácil la comparación entre el estado de ánimo vivido desde el domingo a cuenta del enorme éxito de la Selección Nacional de Fútbol y el que se deriva del debate del estado de la Nación.

   ¿Por qué los políticos no tienen en cuenta lo que supone que un país se eche a la calle a celebrar un triunfo mundial de unos jugadores de fútbol y lo aduzcan a que se trata de una manifestación de ardor deportivo cuando cualquiera que se ponga delante de un televisor puede comprender que esos millones de personas, en gran parte jóvenes, están enviándoles un mensaje bastante claro? Porque ellos están a lo que están. Escuché ayer, tras la intervención del presidente Rodríguez Zapatero, las primeras opiniones de los diferentes portavoces de los partidos políticos. Como si fueran declaraciones de jugadores tras un partido de fútbol, las podríamos haber inventado sin gran esfuerzo. Cada partido sabía perfectamente lo que quería decir de antemano y lo soltaba sin más. Con lo cual el debate resultaba a priori totalmente estéril y, a posterior, peor.

   ¿Nadie en los partidos políticos que representan a los ciudadanos de este país se ha parado por un momento a intentar entender lo que significa ese mensaje nítido que han enviado las gentes, insisto, en su mayoría jóvenes y por lo tanto machacados por la crisis más que sus mayores? Quizá pequé de ingenua pero viéndoles, alegres y desinhibidos por un triunfo nacional en los cuatro puntos cardinales de la Península, pensé que nos estaban enviando un mensaje a las generaciones que hemos vivido la transición y que nos hemos estancado en una sociedad dividida, como siempre en dos, de la que se nos hace muy difícil salir. Y ayer, viendo el debate del Congreso, comprobé que estamos donde estábamos, sacando la conclusión de que los padres de la Patria son incapaces de avanzar en la lucha contra la crisis económica.

   ¿Ustedes piensan que esos millones de personas que vieron el partido y que lo celebraron en sus hogares o en la calle no sufren las consecuencias de esta situación tan terrible por la que atravesamos? Conozco gente de mi generación que nunca había llevado una bandera de España por motivos muy obvios, pero que en esta ocasión lo ha hecho, con cierto recelo inicial pero con mucha alegría. Tiene su explicación, pero lo más importante ha sido comprobar que esas multitudes que han sublimado el triunfo de la selección hasta en los lugares más conflictivos de este país, lo han hecho porque saben perfectamente distinguir sus sentimientos: se puede ser andaluz, vasco, catalán o extremeño hasta las cachas, pero manifestar perfectamente el orgullo de tener unos representantes del deporte más mayoritario de la tierra que juegan como los ángeles. Se puede ser de izquierdas o de derechas pero todos hemos arrimado el hombro desde nuestras casas para que esos jóvenes jabatos consiguieran lo que resulta tan preciado y tan difícil: el campeonato del mundo.

   Y si los políticos no comprenden que en ese mensaje espontáneo que les ha enviado la sociedad hay algo más que la simple alegría de celebrar un gol y un triunfo, será verdad que no se enteran de nada y que en las próximas elecciones se van a quedar sin su voto. Me temo que los mayores no estamos entendiendo el mensaje que nos envía la nueva sociedad española: la que tiene menos rencores, y las ideas bastante claras y, eso sí, tienen muchas necesidades, entre ellas la de que todos arrimemos el hombro para intentar salir con bien de la mala situación en la que nos encontramos. Tomen nota señores políticos, tomemos nota señores y señoras.
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