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Todo lo que nos une (1º parte)

El Secretario General Iberoamericano, Enrique V. Iglesias, analiza las relaciones América Latina-Unión Europea

El Secretario General Iberoamericano, Enrique V. Iglesias, analiza las relaciones América Latina-Unión Europea

domingo 02 de mayo de 2010, 20:49h
Con motivo del V Congreso de Nuevo Periodismo, que se celebra entre los días 14 y 16 de mayo en Comillas, Cantabria, la revista política 'Más', hermanada con Diariocrítico, publica un especial sobre las relaciones entre España e Iberoamérica. Este ciclo comienza con el artículo que, a continuación, reproducimos para ustedes: el que ha escrito Enrique V. Iglesias, Secretario General Iberoamericano.

Todo lo que une a América Latina y Caribe con la Unión Europea


* Enrique V. Iglesias. Secretario General Iberoamericano


Hace algo más de diez años, en Río (1999), América Latina y la Unión Europea dieron un paso histórico al comenzar una alianza estratégica en razón de sus fuertes lazos históricos, culturales, económicos, y de su diálogo político regional, subregional o bilateral.

Desde entonces, se han celebrado cinco Cumbres que, con sus luces y sombras, nos han permitido escuchar las necesidades del otro, reconocer nuestras diferencias y trabajar en lo que nos une.

Cada Cumbre trajo logros y avances. En Río se puso en marcha la Asociación estratégica UE-América Latina-Caribe y se abrieron las negociaciones con MERCOSUR. En Madrid se anunció el Acuerdo UE-Chile y se pusieron en marcha el Programa ALBAN y el Espacio Único de Enseñanza Superior y Conocimiento. En  Guadalajara (México) empezó el Programa Eurosocial. En Viena arrancaron las negociaciones UE con América Central, con la CAN y se creó la Asamblea Parlamentaria  EUROLAT. Y en Lima (2008) nació la Fundación EUROLAC y se entabló un diálogo global sobre Migración.

El mundo ha cambiado mucho desde 1999. Hemos vivido transformaciones cruciales de diversa índole que nos han afectado, tanto a ambas regiones como al mundo en su conjunto. Una de las más devastadores es la crisis financiera y económica que irrumpe en 2007, la mayor desde la gran depresión de los años 30. La crisis nos desafía a encontrar un nuevo paradigma donde ni la sociedad, ni su economía, ni las relaciones internacionales entre los países van a ser las mismas.

América Latina,  gracias a las buenas políticas macroeconómicas aplicadas en los últimos años, a una mayor confianza en si misma y a un más amplio enfoque en sus relaciones internacionales está logrando superar la crisis con menor daño del imaginable. Por primera vez en mucho tiempo, América Latina no ha sido ni la región detonante de la crisis, ni la víctima principal de la misma, sino más bien una parte esencial de la solución.

La Unión Europea también ha cambiado. Desde los 90 se han dado cambios sustanciales en la UE que influyen en el futuro de nuestra relación. La Unión Europea se ha ampliado a 27 países; el Tratado de  Lisboa ha motivado la necesidad de reformar una arquitectura interior de gran complejidad;  la propia agenda internacional ha traído prioridades como la lucha contra el terrorismo y la atención sostenida a Oriente Medio, lo que ha podido detraer esfuerzos e interés respecto de otras áreas geográficas.

Europa es el segundo socio comercial y el principal inversor económico y donante en la región latinoamericana. El interés de Europa por América Latina tiene hoy aún más sentido que hace diez años por el creciente peso económico y político de la región, especialmente en los países grandes.

La revisión de la agenda entre ALC y la UE debería contar con los activos ya construidos en la relación entre ambas regiones y encauzarse hacia un diálogo global con intereses muy precisos, entre ellos:

-    Apoyo al cambio productivo
-    Búsqueda de soluciones para el cambio climático. Ojo a la biodiversidad de Latinoamérica, que concentra buena parte del poder ecológico del planeta.
-    Transformación institucional a favor de la gobernanza democrática.
-    Atención  a las culturas ancestrales y afrodescendientes, principalmente en sus aportes sociales, culturales y económicos.
-    Avances en la regulación de los flujos migratorios con la debida  protección a los derechos de los emigrantes.
-    Sanear los déficits que aún permanecen en América Latina, como lo es el caso de la seguridad.
-    Actuación coordinada en situaciones de emergencia y reconstrucción, como en el caso de Haití.
-    Potenciar el uso de las TICs. Según la CEPAL (2008), el 73% de la población latinoamericana tiene cobertura en telefonía móvil; el 27% cuenta con Internet, pero sólo el 5% a la banda ancha.

En conclusión, nuestras dos regiones, que suman cerca de mil millones de personas, tienen la oportunidad de labrar un futuro de un enorme beneficio mutuo, económico, social y cultural.

Esta década consolidará un nuevo orden, con nuevos actores, reglas e instituciones. Es el tiempo de que se asocien los Estados, pero también los grupos sociales, universidades, ONGs, sindicatos, empresas, fundaciones, organizaciones internacionales y otros poderes de nuestro tejido civil.

Se trata, en definitiva, de lograr un multilateralismo igualitario que será complejo, que exigirá tiempo y esfuerzo, pero que, al final, puede ser muy eficaz para todos.
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