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Según revela el libro "El Zapaterato. La negociación: el fin de ETA"

Lo que 'pasó de verdad' en las negociaciones Gobierno-ETA

lunes 24 de mayo de 2010, 13:08h
“¿Hubiese sido honesto que habiendo posibilidades de llegar a la paz, no se hubiese explorado el camino?”, dijo Zapatero. Así se recoge en el libro de Fernando Jáuregui y Manuel Ángel Menéndez "El Zapaterato. La negociación: el fin de ETA", que acaba de publicar Península y del que ofrecemos una segunda entrega.

En esta ocasión, nos hemos centrado en los negociadores, en "algunas cosas que pasaron de verdad" en el proceso fallido de negociación con ETA entre 2004 y mayo de 2007. Lo que sigue a continuación es un extracto del libro.

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Algunas cosas que pasaron ‘de verdad’

Dirigentes internacionales como Tony Blair; o sacerdotes, como Etxegaray, Segura y Reid; o diplomáticos españoles, como Bernardino León, o británicos, como Martin Griffiths; o negociadores, como Jesús Eguiguren, Javier Moscoso y José Manuel Gómez Benítez; o colaborares directos de Zapatero, como José Enrique Serrano, Vidal Zapatero, Francisco Caamaño... y, desde luego, Alfredo Pérez Rubalcaba, van a desfilar por la siguientes páginas como protagonistas, urdidores o simples espectadores bien informados de un largo proceso negociador con la banda terrorista ETA que constituyó lo más destacado de la primera legislatura del ‘zapaterato’ y que aún coleaba sobre la segunda.

(...)

Pero lo que ‘pasó de verdad’ es que Pérez Rubalcaba fue el coordinador -un coordinador peculiar, por cierto- del proceso negociador; que un militante socialista que llegó a tener un alto cargo en la Policía hizo de eventual ‘cartero’ con ETA; que antes, durante y después actuaron como negociadores o interlocutores con Batasuna Francisco Egea, Jesús Eguiguren, Rodolfo Ares y José Antonio Pastor –este último, de forma más eventual-; que se sentaron a negociar directamente con ETA Eguiguren, Javier Moscoso y José Manuel Gómez Benítez; que Francisco Caamaño preparó jurídicamente partes del proceso negociador, incluyendo planes para la liberación de presos.

También pasó que Juan Fernando López Aguilar, Mariano Fernández Bermejo y Cándido Conde-Pumpido prepararon o pusieron en práctica la decisión salomónica de ilegalizar sólo la mitad de las candidaturas abertzales para las elecciones municipales de 2007, después del atentado de Barajas; que en el proceso de paz se implicaron periodistas y diplomáticos amigos de Zapatero, y que Zapatero siguió hablando con ETA y con Batasuna después del atentado de la T-4... pese a que reiteradamente declaró lo contrario.

Lo que ‘pasó de verdad’ es que el proceso lo iniciaron en el caserío de Txillarre Eguiguren y Egea en el año 2001, mientras Zapatero –que ignoraba lo que los dos militantes vascos hacían en aquellos momentos- había negociado o negociaba con Aznar el pacto antiterrorista, la ley de partidos políticos y la ilegalización de Batasuna; pasó que desde 2004 hasta la tregua de ETA (marzo de 2006), PSOE y Batasuna se reunieron en 25 ocasiones; que Eguiguren negoció en junio, noviembre y diciembre de 2005 con ‘Josu Ternera’ la declaración de tregua y hasta la posterior declaración de Zapatero; que Eguiguren siguió negociando con ETA en junio, septiembre, octubre y diciembre de 2006; que Javier Moscoso se incorporó a las negociaciones en junio de 2006 y que Gómez Benítez lo hizo el 26 de septiembre de ese mismo año; que Gómez Benítez negoció, probablemente ya en solitario, en tres encuentros en 2007 –marzo, abril y mayo-, y que Gómez Benítez y el etarra ‘Thierry’ pusieron fin al proceso con una durísima polémica, acompañada de gritos, ante la incredulidad de los mediadores internacionales de la fundación internacional Henry Dunant.

Pasó también que el proceso negociador, que Zapatero consideró como su obligación emprender a la vista de que ETA ofrecía la paz, llegó a un abrupto final. Y no por culpa de Zapatero o del Gobierno español. Ni por culpa tampoco de la oposición del PP, de sectores mediáticos, judiciales y sociales, de la Iglesia o de la Asociación de Víctimas del Terrorismo que tan crispadamente dirigió Francisco José Alcaraz. El proceso fracasó exclusivamente por culpa de ETA, la banda que, con sus cincuenta años de lúgubre historia, lleva ya casi un millar de asesinatos a sus espaldas.

(…)

Puede, incluso, que Zapatero no siempre haya estado completamente informado de la marcha de las negociaciones. Eso explicaría algunos de sus errores de apreciación. Cuando decimos “no completamente informado” no queremos decir, desde luego, que haya estado desinformado o que se haya desinteresado en momento alguno de lo que estaba ocurriendo en este oscuro, misterioso, apasionante proceso, al que el propio Zapatero, en solitario, dio luz verde. Pero cabe la posibilidad de que el presidente haya ‘dejado hacer’ en alguna ocasión a quienes se ocupaban directamente de los contactos con ETA o a quienes recababan la información más especializada de los servicios de inteligencia: no todo era absolutamente controlable, como es de suponer.

“¿Hubiese sido honesto, perdonable, que, habiendo posibilidades de llegar a la paz, no se hubiese explorado el camino?”, dijo en una ocasión el presidente del Gobierno español a un interlocutor. Probablemente, tenía razón: no hubiese sido concebible haber rechazado lanzarse a explorar la vía. Ocurre que quizá la exploración no se llevó a cabo de manera siempre afortunada. Pero debemos insistir: si no hubo acuerdo fue por culpa exclusiva de la banda terrorista.

Luego, en el País Vasco ocurrirían muchas cosas: por ejemplo, que Ibarretxe se marchase de la política sin haber podido llevar a cabo su famosa ‘consulta de autodeterminación’ y que el socialista Patxi López, en una alianza informal con el PP de Antonio Basagoiti, llegase a Ajuria Enea para gobernar. Era el primer socialista al frente del Gobierno vasco, apoyado por los jóvenes de la derecha ‘posibilista’ de Basagoiti, que en el PP de Euskadi había tomado el relevo de los ‘duros’ encabezados por Jaime Mayor Oreja y María San Gil. Qué duda cabe de que este cambio de signo en el Gobierno vasco ha tenido una influencia muy notable en lo que está ocurriendo en el seno del mundo abertzale.

Fuera del País Vasco también han acontecido cosas conectadas con lo ocurrido en Euskadi y, en concreto, con la lucha contra el terror. Por ejemplo, ha habido relevos en la máxima responsabilidad de la Policía y la Guardia Civil, recayendo la dirección general conjunta en un funcionario poco amigo de protagonismos, pero con fama de eficaz y muy vinculado a Rubalcaba: Francisco Javier Velázquez (Castilblanco de los Arroyos, Sevilla, 1951), bajo cuya dirección, y con el juez y fiscal Antonio Camacho (Madrid, 1965) como secretario de Estado de Seguridad, se han dado importantes golpes a ETA.

Lo que sigue a continuación constituye un relato pormenorizado que va del caserío Txillarre, en 2001, a esa última reunión con ETA el 16 de mayo de 2007 en Ginebra en la que se rompió, definitivamente ya, todo el proceso... y todo está tan documentado como es posible hacerlo en estos casos...

VEA LA ANTERIOR ENTREGA DE "EL ZAPATERATO. LA NEGOCIACIÓN: EL FIN DE ETA":

- ETA quería amañar un referéndum en Navarra

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