Dragó, Reverte y la mala educación

miércoles 27 de octubre de 2010, 10:25h

Éramos pocos y parió la abuela, como se suele decir. No había terminado de aterrizar mi mente, intranquila, ante la mala educación de Arturo Pérez Reverte, cuando me topo con el libro de Fernando Sánchez Dragó, en el que, como ya sabrán, relata su vivencia sexual con dos menores de edad japonesas. Da igual, evidentemente, la nacionalidad de ellas. Pero la gravedad del caso es extrema. Primero, porque no se trata de un error al confundir a una joven de la que se pueda dudar sobre su mayoría de edad o no, como le podría haber ocurrido en otro de sus exóticos viajes por países lejanos. No. Esto dice que le ocurrió en Tokio, donde está bien claro en lo que uno se mete. Ahí es donde doy importancia al factor de la nacionalidad de las mencionadas.

"En Tokio, un día, me topé con unas lolitas, pero no eran unas lolitas cualesquiera, sino de esas que se visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rimel, tacones, minifalda... Tendrían unos trece años. Subí con ellas y las muy putas se pusieron a turnarse. Mientras una se iba al váter, la otra se me trajinaba". Esto dice en su libro 'Dios los cría...', y ha supuesto la indignación de muchos sectores sociales, pero sobre todo del Comité de Empresa de Telemadrid, que exige su salida del canal autonómico madrileño, donde Dragó presenta 'Las Noches Blancas'.

Indignante es. Lo mismo que el caso de Jesús Neira. Vale que ahora el profesor esté gravemente enfermo de nuevo y puede parecer algo duro realizar críticas sobre él. Pero el caso es que con niños se acuesta, meado se levanta, dice otra frase popular. Es lo que sucede con estos personajes que Esperanza Aguirre incluyó en su entorno cercano. No fue grave que Neira entrara en el observatorio que se creó contra la violencia de género, sino que no le pidiera explicaciones por ir por las tertulias despotricando contra Zapatero y la izquierda, sin tener mesura ni

conciencia de su responsabilidad y de su cargo público. Luego, como ya saben, tuvo que salir por la puerta de atrás porque dio positivo -y muy positivo- en un control de alcoholemia.

Si de algo puede servirle este incidente a Aguirre a modo de enseñanza es para que lo aplique ahora con Dragó, quien debería ser inmediatamente apartado del canal público que todos los madrileños costean con sus impuestos. Y esto vale para cualquier famoso, periodista, político o comentarista que confunda la libertad de expresión con conductas incívicas o incluso delictivas, como es el caso de las menores de 13 años con las que se acostó Dragó. Todo trabajador de una empresa pública debe dar el doble de ejemplo que cualquier otro ciudadano. Y que no se llegue a percibir esto es lo realmente grave.

Lo mismo se debería aplicar con los que tienen micrófonos públicos. Es decir, con los que saben que detrás de cada palabra, cada artículo, cada afirmación pública que hagan, tienen detrás a una masa social detrás. Lo digo por Reverte, que lejos de retractarse por llamar "mierda" a Moratinos y decir que su actitud es de falta de "huevos" -¡qué pena que entonces las mujeres no puedan tampoco ponerlos!-, presumió cual gamberro de barrio de su fechoría. De nuevo usó su perfil en Twitter para decir que si llega a saber que tendría tanta trascendencia sus palabras, lo hubiera hecho antes. Y encima, le ríen la gracia.

Ayer, cuando escribí un artículo de opinión en Diariocrítico cuestionando a Reverte, algunos lectores, y recalco lo de algunos, amparados en su libertad de expresión, que yo defiendo a ultranza, decidieron cargar las tintas contra el mensajero. En este caso, aquí, servidor. Se comentaron cosas como que debería yo dejar el "carnet del puto psoe en el cajón" o directamente, esto: "Sr. director, D. Pablo Beleña, es usted un mierda. Atentamente, por supuesto (...) es usted un mierda de los grandes". Hubo algunos comentarios críticos hacia mi trabajo que respeto y agradezco como aportaciones de los lectores escritas desde la libertad de expresión. Pero continuamente se demuestra que los que defienden a soeces y maleducados como Reverte, en este caso, cojean de la misma pierna...

Y no, no tengo carné del PSOE ni de ningún partido político. No pasaría nada, por supuesto, pero creo que es bueno que un periodista carezca siempre de cualquier ligazón de este tipo para realizar su trabajo, sobre todo si se dedica al periodismo de actualidad y político. Además, les recordaría a los que me tachan de 'izquierdoso' poco objetivo que leyeran mi opinión sobre la huelga general, que también me hizo ganar críticas de personas cercanas a ese sector ideológico.

¡Ah por cierto! Me recordaban, amablemente, que una de las acepciones de la palabra "mierda" es la de persona de poco valor. Vaya, y yo creyendo que Reverte llamaba mierda a Moratinos porque le comparaba con un excremento... Gracias por la lección lingüística.

NOTA DEL AUTOR:
Esta mañana del miércoles, Sánchez-Dragó ha escrito un artículo publicado en Elmundo.es donde aclara algunos puntos del suceso relatado en el libro mencionado.

Dragó dice lo siguiente: "(...) es cierto que me gustaron y me excitaron. ¿A quién no? Eran monísimas, simpatiquísimas y coquetísimas (...) No tenían trece años. Eso es seguro, porque trabajaban, o eso me dijeron, en una empresa. Todo el mundo, en Japón, parece mucho más joven de lo que es, y aquellas chicas no eran excepción a la regla. Es muy difícil calcular la edad de un japonés. A ellos también les cuesta trabajo calcular la nuestra (...) ¿Por qué les asigné esa edad? Por nada importante. Era una forma de hablar y un pellizco de pimienta en mi relato. Lo mismo podía haber dicho doce, o quince, o dieciocho".

En el fondo es una matización que a pocos dejará satisfecho. Sigo diciendo lo mismo que cuando escribí este artículo: el caso es que ante la duda, uno no puede caer en las redes de una posible menor de edad. Y menos cuando es la lujuria la que mueve al autor de tal acto.

Pablo M. Beleña
Director Diariocrítico.com