Los límites de la ética periodística

Hay circunstancias donde la frontera entre el derecho a la información y la protección a la intimidad se vuelve borrosa. Sobre todo, ocurre en casos donde el protagonista de un suceso es una persona con proyección pública, como es el caso de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, a cuenta de su operación de cáncer de mama.

Evidentemente, no hay duda de que a la opinión pública le importa y mucho el estado de salud de una dirigente política en activo como es el caso de Aguirre, por la propia repercusión que puede tener en el gobierno autonómico. Sin embargo, el interés informativo se convierte en morbo si a los datos puntualmente ofrecidos por la propia presidenta regional, que anunció su retiro temporal, y por el Ejecutivo autonómico, que ha publicitado la evaluación del Hospital Clínico en cada momento, los medios necesitan publicar en portada una fotografía de Aguirre saliendo en camilla indefensa tras la operación. En concreto, nos estamos refiriendo a la desafortunada imagen que ha robado Ana Bornay para El Mundo, y a la im-presentable actitud mostrada a posteriori ya que lejos de rectificar esta falta de respeto tras los reproches generados, la autora se ha vanagloriado en la edición digital del diario de esta intromisión absolutamente gratuita a la intimidad de la presidenta.

• Indignación por la fotografía de Esperanza Aguirre en camilla

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- Anteriores Im-presentables:

• Zapatero se pone el paraguas
• Algunos comparan unos golpes con otros...
• Villalobos y sus... 'tontitos coloquiales'
• El Rifle Pandiani dispara de nuevo
• Garzón dice que no debió investigar el franquismo
• Ataque aéreo de Gadafi contra su propio pueblo

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Éstos fueron los Im-presentables de las anteriores ediciones de nuestro Premio



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Pues gentes que sin duda merecedoras de respeto, que habitualmente se comportan con normalidad, pero que, ocasionalmente, hacen cosas im-presentables. Gentes conocidas, populares, que a veces se ‘pasan' unos cuantos pueblos. Pretende ser una sección amable. Una cosa es ser (ocasionalmente) im-presentable y otra merecer la condena de la sociedad por acciones repudiables y aborrecibles.