Porque como muchos periodistas siempre he sentido la fascinación de contar... Ese afán por contar queda satisfecho en lo diario con el relato de la actualidad, con el informativo... pero de alguna manera hay historias que te atrapan y se quedan latentes, esperando para ser contadas. Ése fue el caso de la historia de Leo y del Profesor Rossum -los protagonistas de Te regalaré el mundo... Su historia se quedó enredada en mi imaginación y se convirtió en novela.

Laura, somos del mismo club. Franzen es uno de los mejores autores no sólo de su generación. Por forma, por fondo, por profundidad, por agudeza. Soy una admiradora rendida de la generación de Franzen y de sus 'padres literarios', los DeLillo, McCarthy, Vonnegut, Doctorow. Y por su puesto de su Patrocrator, San Thomas Pynchon... que es mi escritor favorito.

¿Se destaca eso en las reseñas? Le voy a contar un secreto... Me hubiera encantado publicar el libro con pseudónimo... aunque tenemos que ser realistas, escondido bajo un oscuro nombre de reminiscencias anglosajonas no creo que el manuscrito hubiera pasado de la pila eterna de ninguna editorial. No se puede negar que el nombre del autor ayuda a que el libro nazca. Después sólo cabe esperar que a ese libro le quede mucha vida propia, independiente del apellido de su creador. En mi caso un apellido bien normal: Fernández!

Oh! Carlos! Qué más quisiera que tener influencias de Pynchon. No tengo más que la admiración de quien disfruta infinitamente con su lectura... Pero ya que me pide nombres de escritores vivos, vamos allá... Lo difícil va a ser dejarlo en cinco: Safran Foer, Foster Wallace, T.C. Boyle, Comulm McCann y Rodrigo Fresan. Ay.. si ellos me hubieran influido... qué felicidad.

Muchísimas gracias por disfrutar con esos huevitos de Pascua literarios. Rossum es una amalgama de algunos científicos que siempre me han impresionado por ese cruce de un genio asombroso con una terrible mala suerte. El primero que viene a la cabeza el Tesla. Ese cerebro brillantísimo marcado por la fatalidad. Supongo que algo de Turing -del que leí mucho a propósito de su test- se quedó también en el personaje del genio solitario. Aunque el inspirador primero de Rossum fue Descartes y una anécdota entre real y apócrifa de su vida que tiene que ver con su hija Francine.

Estimado Mister Cocreto, en estos tiempos inciertos heredamos bibliotecas y dejamos en legado 140 caracteres. Por lo menos tengo la ventaja de que no tengo hijos que me vayan a heredar. Demasiados límites nos pone la vida como para ponérselos a la creatividad. La mía es demasiado desbocada. Le aseguro que no se deja embridar tan fácilmente... Ya ve usted.

Algo organizaremos, claro que sí. Pero eso de las cañitas suena mucho mejor.

Mozart sobre todas las cosas. Mozart como el que es fiel de una religión. Y la ópera, porque lo tiene todo. Porque es el espectáculo total. Porque cuando funciona, no hay nada que pueda reunir tanto genio, tanto talento, tanta pureza, tanta sensibilidad. Porque la ópera consigue el milagro de fundir el tiempo y paralizar los relojes y quedarse en algún lugar de la memoria para, algún día, volver. (Sí, soy muy feliz en los teatros... Muy feliz)

La cámara, lo dice uno de los personajes de Te Regalaré el Mundo, lo ve todo. No bastan una facciones equilibradas o una buena sonrisa. "Puedes engañar a tu mujer, pero no puedes engañar a la cámara". Y créame los objetivos y las audiencias no se conforman con hermosos muñecos -hombres o mujeres.

Precisamente porque causa revuelo decide Pedro Sánchez intervenir en Sálvame. Porque sabe que va a tener más repercusión que si entra en un programa político al uso. Porque nos encanta lo inesperado, lo que nos sorprende. Es evidente que el equipo del nuevo Secretario General lo sabe. Y sabe que es una manera de reforzar su imagen... Sin embargo, mire qué frágil es la memoria televisiva, ya casi nadie se acuerda de lo que prometió.

Me incluyo en la tribu de los descreídos, en general. O de los escépticos, casi mejor... Y los escépticos sabemos que siempre ha habido poderes que han intentado manejar el cuarto poder. Esto es así desde que Larra arrastraba sus pobres huesos por el mugriento Madrid romántico. Pero afortunadamente el escepticismo también sirve para no convertirse en marioneta de los demás.

No lo creo. En el caso de los políticos somos nosotros -los periodistas- quienes les ponemos ante el objetivo. Tanto a los políticos canónicos como a las figuras emergentes. Ellos lo saben. Conocen el poder de la televisión y lo utilizan. En cuanto a los escritores: No son todos los que están. Ni están todos los que son. La televisión ni sacraliza ni inhabilita para la vida. Es sólo un reflejo de la vida.

¿De verdad, Biel? Qué buen. Supongo que es pasión que yo tengo se cuela en las páginas de la novela. Me gusta mucho la historia de este "poblachón manchego" que no se sabe muy bien por qué termina convertido en capital. Siempre me gustó imaginar el Madrid de otra época, el de Lope, el de Velázquez, el de Farinelli y buscarlo más allá de las fachadas y las farolas. Y algo de eso hay en Te regalaré el mundo. Y gracias por leerlo y compartirlo.

He conocido medios en los que no existía. Pero en el medio que trabajo actualmente tiene toda la libertad. Un redactor, un reportero, un corresponsal y un presentador.

¿Sustituto? ¿A estas alturas? Pero hombre, Suso, si Cintora lleva más de un año al frente de esa nave. Ha encontrado su estilo y su programa. Y eso, en estos tiempos es un triunfo.

No. No me gusta evadirme de la realidad, ni necesito desenganchar del periodismo. Pero sí quería poder trabajar de otra manera con las palabras... Un periodista de televisión se pasa el día corriendo cien metros lisos y de vez en cuando apetece meterse a correr el maratón.

Éste que me inventado en este libro: un mundo de padres, de hijos, de lo que buscamos, de lo que necesitamos, de lo que queremos, de lo que perdemos; un mundo de clavecines y engranajes, de autómatas y partículas subatómicas. Un mundo donde la física de cuántica puede convivir con Farinelli.

Le confieso que no pertenezco a ninguna. En esto soy como Graucho Marx.

La falta de profesionalidad. La falta de talento. En algunas ocasiones le hemos sido infieles a nuestra profesión y ahora pagamos ese pecado capital.

Creo que hay que informar. Sin más. La opinión no debe escaparse de su lugar, de los editoriales, las columnas y las viñetas.

Precisamente porque soy escéptica como usted, una de las pocas cosas en las creo es en la objetividad. Me dirá, con razón, que los humanos somos subjetivos y únicos y todo lo pasamos por nuestro tamiz y por nuestros matices... Pero quizá por eso deberíamos aspirar a la objetividad, como quien aspira a la perfección, al Paraíso, a la belleza o la bondad. Deberíamos aspirar a mirar, a escuchar, a escribir y a describir sin deformar. Llámeme escéptica y sentimental.

Creo Gabriel que somos de la misma generación. Y que Carl Sagan cambió nuestras vidas. Precisamente este fin de semana se cumplía el aniversario de la primera emisión de Cosmos en 1980. Él despertó en toda una generación la curiosidad por saber dónde estamos, de dónde venimos, que es el este "pale blue dot" en el que está todo... Escribo de ese momento de Cosmos y me emociono. Ya lo creo que me emociono.

He aprendido lo mucho que me gusta escribir. Lo mucho que disfruto ante la página en blanco. Llenándola de letras negras y volviendo a borrarlas. Así me he acercado a la escritura -no desde la terapia, ni desde el dolor- sino desde la felicidad de ver crecer una historia en el teclado del portátil.

No me gustan los lugares comunes, ni los topicazos, pero una cosa he aprendido en estas charlas: que hablar con los lectores, con esos amigos tan cercanos y tan lejanos al mismo tiempo, es un placer y un privilegio. Sólo puedo añadir una cosa: gracias por estar a ese lado del papel...