Fueron las exigencias de Europa: todo lo necesario para acelerar el rescate griego y que por tanto ese país aprobara los recortes, el rescate y el resto de medidas anti-crisis. Papandreu, tras su amago par convocar un referéndum, lanzó un órdago que acabó siendo su sentencia ante líderes europeos como Angela Merkel o Nicolas Sarkozy. Por todo ello, el primer ministro griego anunció la noche del domingo su renuncia al cargo tras reunirse con el presidente de la República, Carolos Papulias, y el líder de la oposición, Antonis Samaras, para buscar una salida a la crisis que vive el país.
Papandreu volverá a reunirse con
Samaras, líder de la formación de centro-derecha Nueva Democracia, para negociar la formación del nuevo Gobierno. La coalición de izquierdas Syrizi y el Partido Comunista ya han anunciado que no formarán parte del nuevo Ejecutivo, mientras que Alianza Democrática e Izquierda Democrática podrían quedar fuera por proceder de escisiones de otros partidos y no haberse presentado nunca a las elecciones.
El diario griego To Vima especula en su edición digital con la posibilidad de que el nuevo primer ministro sea
Lucas Papademos, ex vicepresidente del Banco Central Europeo.
El Gobierno de unidad gestionará el rescate El nuevo Gobierno tendrá que hacer frente a un paro del 16%, una deuda cercana al 170% del PIB y una dependencia límite del dinero exterior para su supervivencia. Su primer reto será conseguir aprobar en el Parlamento el segundo plan de salvamente financiero del Estado, acordado en el Consejo Europeo del pasado 26 de octubre, y negociar con Bruselas y el Fondo Monetario Internacional una nueva ola de ajustes sociales.
La caída de Papandreu se precipitó la semana pasada cuando, sorprendiendo a los líderes europeos y a su propio Gobierno, anunció que iba a someter a referéndum el acuerdo alcanzado con la UE, que supone para las arcas griegas una inyección de 130.000 millones de euros y una quita del 50% de la deuda que el país tiene con la banca.
El anuncio, que ponía en riesgo la aplicación del auxilio económico, desató una rebelión interna en su propio Ejecutivo y en su partido, en el que diputados disconformes amenazaron con votar en su contra en una moción de confianza. Finalmente, el pasado viernes superó una moción de confianza en el Parlamento, pero bajo la promesa de dejar paso a la formación de un Gobierno de unidad.
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