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Historias Ejemplares

Nacho Escobar: "el futbolín cambia el mundo"

viernes 06 de septiembre de 2013, 08:05h
Palabra de honor: el emprendimiento de Nacho Escobar, un madrileño de 45 años que vive en Extremadura, es el futbolín. Dice que "el futbolín ayuda a cambiar el mundo". Es su vida: tiene locales donde fabrica sus futbolines electrónicos en Nanclares y en Miranda de Ebro. No vende sus aparatos: los instala, especialmente en universidades. Tampoco se lucra con las monedas con las que se juegan las partidas: esas cantidades las dona a beneficiencia. Sus ingresos, confía, provendrán de la publicidad y el patrocinio en los futbolines que fabrica.
El futbolín es, oficialmente, un invento del gallego Alejandro Finisterre, allá por 1936. Pero nadie lo había acogido y modernizado hasta ahora con tanto entusiasmo como este emprendedor 'futbolinístico', Escobar, que cree firmemente en las posibilidades de resurrección de este juego/deporte, que poco a poco va desapareciendo de nuestras calles, porque van desapareciendo aquellos locales públicos, los billares-futbolines en los que tantos españoles depositaron sus ocios hace no tantos años.

Un día, le encargaron organizar un campeonato del mundo de futbolín para acompañar las celebraciones del Xacobeo gallego; la cosa no cuajó, pero sí cimentó el plan que ya se planteaba en la mente de Nacho; así que comenzó a buscar posibles emplazamientos para sus 'fábricas' de futbolines. Recorrió Marruecos, México, incluso China. Hoy, las noventa y seis piezas que componen sus futbolines electrónicos vienen de distintos proveedores nacionales. Y el producto es moderno, con electrónica incorporada. El 'cliente', al introducir su tarjeta, queda reflejado: cómo juega, qué campeonatos ha disputado, etc. Así, se pueden buscar contrincantes, compartir experiencias, etc.

Nacho Escobar Pizarro ([email protected]) es un autodidacta que inicialmente estudió informática y que siempre ha sido un emprendedor: antes había montado un periódico de anuncios por palabras 'donanuncio'; luego, una agencia de comunicación; incluso, más tarde, una agencia de museología, una especie de itinerario cultural. Ahora se dedica al cien por cien al futbolín, con una empresa (www.futboling.com) que tiene un solo empleado: él mismo. Aunque colaboran con él, externamente, veintisiete personas. Está en el proceso de montar sus futbolines en diez universidades repartidas por toda España, convencido de que, en efecto, este juego, tan de camaradería, "contribuye a cambiar el mundo". Aunque pierdas la partida, que si encima la ganas...

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