Ha comenzado la 'cuenta atrás' para la Diada y no se atisban soluciones al conflicto
> Falta un mes para
la concentración, que será "espectacular", según Mas, y nadie
aporta iniciativas nuevas para resolver la crisis catalana
domingo 10 de agosto de 2014, 09:50h
La cuenta atrás comienza ya
este lunes: dentro de exactamente un mes tendrá lugar la Diada en Cataluña, ese
acto de masas que el president de la Generalitat ha calificado,
anticipadamente, de "espectacular", se supone que por la gran
cantidad de personas que participarán en lo que se ha ido convirtiendo en una
manifestación reivindicativa de tintes crecientemente independentistas. Tanto
en medios del Gobierno central como en los estados mayores de los partidos
catalanes se prevé que muchas cosas, sin especificar, ocurran en estos próximos
treinta días. "Sería impensable que nada ocurriera; sería el preludio de
que puede ocurrir de todo", comentó a DC un destacado político catalán
contrario a la independencia y a las tesis nacionalistas.
Lo cierto es que, en las
últimas semanas, ya han ocurrido no pocas cosas, comenzando con la confesión de
Jordi Pujol, realizada, se comenta, a instancias de su mujer, Marta Ferrusola,
para tratar de salvar a sus hijos de las muchas amenazas judiciales que, por
sus irregularidades económicas, penden sobre ellos. Lo que el matrimonio Pujol
no previó, al parecer, fue la tormenta política que iban a desencadenar: en
Convergencia se pide una refundación del partido, en Unió hay quien piensa en
la ruptura de la eterna coalición y, en todo caso, Duran i Lleida ya ha
anunciado alguna iniciativa propia, también para septiembre. En Esquerra se ha
dado el paso, hace tres semanas impensable, de pedir una comisión de
investigación 'contra' Pujol. En el resto de formaciones favorables
a la consulta, desde ICV hasta la CUP, el desconcierto es patente: por ejemplo,
Joan Herrera, el hombre que abandonó el Congreso de los Diputados para hacerse
cargo de la versión catalana de Izquierda Unida con los Verdes, anda diciendo
que ya no se puede seguir a 'este' Artur Mas.
Pero donde se aprecian más
indecisiones es, precisamente, en el campo no nacionalista, o no estrictamente
nacionalista. Nadie sabe en qué va a consistir el liderazgo de Miquel Iceta
entre los socialistas catalanes, porque su voz no se ha alzado todavía, clara y
fuerte, para romper con 'ese' nacionalismo corrupto. Alicia Sánchez
Camacho, del PP, ha sido la encargada por su partido, es decir, por Rajoy, para
que exprese la indignación oficial ante la conducta del ex president de la Generalitat;
pero su voz carece del peso suficiente. Y Albert Rivera, de Ciutadans, que era
la gran esperanza blanca, anda como ausente, aguardando quién sabe qué
oportunidad.
Comisión de investigación: llega tarde
Pedir una comisión de investigación
parlamentaria, como hacen todos, o casi todos -porque Convergencia
claramente no sabe hacia dónde tirar-, resulta, a estas alturas,
insuficiente. Cierto que una comisión, mientras dura, mantiene abierto el caso,
pero eso no sirve para determinar una nueva orientación para esta Diada que
puede dar nuevos bríos al alicaído Mas: no llega a tiempo. No falta quien
piense, en los aledaños de La Moncloa y en Sant Jaume, que sería bueno otro
encuentro, quizá a finales de agosto, entre Rajoy y el president de la Generalitat,
una 'cumbre' más resolutiva que la que mantuvieron el pasado 30 de
julio, donde todo apunta a que se expresaron los albores de algún tipo de
acuerdo. Pero, hasta el momento, nadie ha fijado una fecha y ni siquiera han
confirmado las partes su voluntad de verse pronto, aunque sí la de seguir en
contacto.
El empecinamiento en no hacer
nada, no ceder en nada, esperando a que todo se pudra en el lado contrario, o a
que la canciller Merkel repita su condena al secesionismo cuando venga, este
mismo mes, a Galicia, no parece ser la mejor receta, aunque es, patentemente,
la que más le gusta a Rajoy. Y, a su modo, también a Mas. Entre los dirigentes
políticos a nivel nacional también parecen imperar los 'silencios veraniegos',
aunque lo más probable es que tanto Pedro Sánchez como Rosa Díez, o Cayo Lara,
o Pablo Iglesias, se lancen a la palestra antes de que termine agosto. En el
campo socialista domina la sensación de que urgen soluciones combinadas con el
PP y, si resulta factible, con las demás fuerzas políticas. En IU nada se dice,
porque no quieren contradecir las posiciones de ICV. Y 'Podemos'
está, de momento, bajo los efectos de la euforia que les produce lo que dicen
las encuestas que se van publicando este verano, a la vez que estudiando los
cantos de sirena que les llegan desde Izquierda Unida.
Y, a todo esto, el 18 de
septiembre, nueva fecha clave para el independentismo catalán. Artur Mas trata
de evitar las comparaciones con Escocia, pero va a resultar inevitable que la
consulta sobre la independencia escocesa tenga una fuerte repercusión en
Cataluña. Porque ese resultado, que las encuestas hoy predicen negativo para
los independentistas, va a provocar multitud de declaraciones de líderes
europeos contra cualquier afán secesionista en el Viejo Continente. Y eso
¿alguien cree que va a dejarlo todo como está ante los planes que dice aún
tener Artur Mas para el 9 de noviembre, otra fecha que es toda una amenaza,
aunque aún no se sabe bien principalmente para quién?
Pues eso es lo mismo que,
dicen quienes tienen trato frecuente con él, va afirmando un Rajoy pleno de
optimismo y, tal como le vemos en sus carreras por el monte gallego, en plena
forma, al menos física. Un año más, hay que rogar para que acierte en sus
decisiones y en sus acciones. Y digo acciones, que es lo contrario de quedarse
quieto parado. Estamos a un mes de la primera fase de lo que puede ser, Dios no
lo quiera, un gran estallido. Ya digo: sería impensable que todos sigan
haciendo nada, como hasta ahora. Aguardemos acontecimientos...positivos,
claro.