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La columna de G. Lendoiro: Letizia no sabe disimular su hartazgo

La columna de G. Lendoiro: Letizia no sabe disimular su hartazgo

miércoles 08 de agosto de 2012, 11:06h

Hay muchos momentos en el año en el que quedan patentes las diferencias entre pobres y ricos. Uno de ellos es el verano. Mientras algunos privilegiados surcan las costas españolas a bordo de veleros cuyo alquiler de un día equivale a las mensualidades del alquiler de todo un año de algunas familias españolas, otros, los más numerosos, hacen cuentas para ver cómo afrontan la llegada del tan temido mes de septiembre con el nuevo curso escolar. Nada nuevo bajo el sol. Bueno, sí, que muchos de los que este año se han quedado en casa, a veces en ciudades tórridas y calenturientas, ya no tienen ni para comer y, puede ser, el verano pasado sí se hicieron una escapada de unos días a una playita sin grandes pretensiones. La dura realidad es que las familias españolas son cada vez más pobres y no parece que esto tenga muchos visos de cambiar.

Y en medio de toda esta miseria sale la ex periodista posando en el tren chucuchú de Sóller, con cara de asco, dándonos a entender lo poco que le gusta ir a Mallorca en vacaciones porque, según sus propias palabras hace unos dos veranos a una periodista "esto no son vacaciones". ¡Y tiene el valor de decirlo ella!, que proviene de una clase media más bien tirando a baja, que sabe lo que cuesta (o al menos debería) un litro de leche, una hipoteca, una matrícula para la universidad. Que no viene SAR de veranear en el yate de su padre en Capri cada verano para notar unas notables y terribles diferencias.

Lo que la Familia Real hace a cada paso que da es un despropósito. La chulería del yerno imputado, el no se sabe muy bien qué hace la infanta Cristina, la no foto de los miembros de una desmembrada familia. Y lo peor, la cara de hastío de Letizia, de hacer un favor a quienes la están esperando como agua de mayo. Me cuenta un amigo fotógrafo en Mallorca que ninguna de sus sonrisas en el posado fue mínimamente natural, que cada vez le cuesta menos disimular lo poco que le gusta estar ahí, en Marivent, con los Reyes, con la familia política. Marivent, una residencia que cuesta a los insulares 1,7 millones de euros anuales para que esté listo en verano y sus reales visitantes apoyen sus posaderas apenas 4 días y cabreados. Nada es como era en España y nada es como era en Palma. Ni un solo apoyo a la copa del Rey (al menos genera dinero), ni unas sonrisas francas posando para el pueblo, ese gracias al cual siguen existiendo.

¿Qué le pasa a Letizia? ¿No le gusta Marivent para veranear? ¿Quizás prefiera Estoril pero para todo el año? Pues se lo están ganando a pulso.

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